La presión creciente de las milicias radicales islámicas ligadas a Al Qaeda ha incrementado el caos en Somalia, convertida en polo de desestabilización mundial, mientras los piratas aprovechan la anarquía y la miseria para someter sus aguas.
Tras diecinueve años de guerra, cuando parecía que la situación no podía ser peor, los atentados suicidas con explosivos de los integristas de Al Shabab y los indiscriminados bombardeos artilleros en Mogadiscio, tanto de los rebeldes como de las tropas de la Unión Africana, han llevado más sufrimiento a la población.
"Vivimos una situación dolorosa y 2010 ha sido el año más doloroso para nosotros", dijo a Efe Halima Dacar, una mujer de 47 años, madre de siete hijos, cuyo marido resultó muerto por un misil y una de cuyas hijas fue forzada a casarse con un combatiente extranjero de Al Shabab, la rama somalí de Al Qaeda.
"Desde que mi marido resultó muerto por un misil de AMISOM (Misión de la Unión Africana en Somalia) en el mercado de Bakara (de Mogadiscio) en enero, hemos ido de un lado a otro sin encontrar seguridad en ninguna parte y estamos muy cansados", agregó la mujer.
Con dolor, Dacar cuenta que "mi hija mayor, que me ayudaba, fue obligada a casarse con un extranjero de Al Shabab, no tenemos contacto y ni siquiera sé que ha sido de ella desde que se la llevaron".
Mujeres, niños e incluso enfermos de sida son utilizados por Al Shabab para su Yihad (guerra santa) y el grupo insta a los padres a que entreguen a sus hijos para luchar contra el Gobierno Federal de Transición, apoyado por la comunidad internacional y encabezado por el presidente Sharif Sheikh Ahmed, paralizado por disputas internas.
Al Shabab ha matado al menos a cinco ministros, una docena de legisladores, muchos mandos militares y policiales e innumerables soldados, milicianos, empleados del Gobierno y miembros de AMISOM desde que Sheikh Ahmed fue designado presidente en 2009.
En Ramadán, que se inició el 11 de agosto, Al Shabab llevó a cabo su principal ofensiva del año para tratar de expulsar del país a las tropas ugandesas y burundesas que forman la AMISOM, que sostienen al Gobierno Transitorio.
En su intento de derrocar a los gobiernos de la zona y crear un estado musulmán radical de corte wahabí en el Cuerno de África, Al Shabab también llevó sus atentados suicidas a Uganda el 11 de julio, donde los terroristas mataron al menos a 76 personas.
Pero la mayoría de los somalíes no están sólo cansados de Al Shabab, sino también de las tropas de AMISOM, que se han hecho más agresivas con los ataques de los integristas y responden con bombardeos artilleros indiscriminados a sus atentados.
"Las tropas de AMISOM no son ya pacificadoras, forman parte de los violadores de los Derechos Humanos y tienen su parte de responsabilidad en la muerte de 1.300 inocentes en Mogadicio desde agosto pasado", dijo a Efe Takow Ahmed, uno de los responsables del grupo local Centro para la Paz y los Derechos Humanos (CPHR).
Por este motivo, Ahmed instó a la Corte Penal Internacional (CPI) a intervenir en Somalia, "pues si no asume sus obligaciones aquí, los criminales seguirán delinquiendo".
Tras meses de disputas con el presidente, el primer ministro, Omar Abdirashid Sharmaarke, dimitió en septiembre y un antiguo diplomático, con doble nacionalidad, somalí-estadounidense, Mohamed Abdullahi Mohamed, ha ocupado el cargo, aunque tiene dificultades para que se le apruebe el gabinete y está prácticamente paralizado.
El Gobierno sólo controla algunos recintos en Mogadiscio y su incapacidad para restaurar la ley y el orden hacen que el resto del país siga en manos de milicias islámicas, señores de la guerra tribales y, no en pocas ocasiones, de grupos de bandidos, como los piratas.
Sin trabas para actuar en el caos, alimentadas sus filas por la miseria de pescadores y campesinos hambrientos y cada vez más ricos gracias a los millonarios rescates que obtienen de los barcos secuestrados, los piratas aumentan cada año sus medios y su radio de acción, de modo que son dueños de las aguas somalíes y de casi todo el océano Índico.
Pese a la vigilancia de una flota de guerra internacional, en la que participan una treintena de las mayores potencias mundiales, los piratas somalíes han capturado este año más barcos y obtenido los mayores rescates de su historia: 9,5 millones de dólares por el superpetrolero coreano "Sambo Dream" y 7,5 millones por el singapurés "Golden Blessing".
@EFE