Hoy 28 de diciembre el mundo cristiano festeja a los Santos Inocentes en memoria de la matanza ordenada por el rey Herodes, en su intento por asesinar al nuevo rey de los judíos, nacido bajo la estrella de Belén para gobernar todas las naciones, según lo dictaba el antiguo testamento.
La Iglesia Católica a partir del siglo IV estableció este día como una fiesta en honor a esos niños "mártires" que la tradición judeo cristiana interpreta como "bautismo de sangre" y el preámbulo del "éxodo cristiano", que recuerda la masacre de niños hebreos que hubo en Egipto antes de la búsqueda de la tierra prometida.
Sin embargo la conmemoración de los Santos Inocentes, aunque lo niegue Don José María de la Torre, está ligada a la fiesta de los locos, la de los asnos, la de las kalendas y a la fiesta de la circuncisión, que la Iglesia católica celebra, según el país, entre navidad y año nuevo. En Alemania por ejemplo la fiesta de los locos era la favorita de todas. Se llevaba a cabo al interior de sus catedrales góticas dispuestas todo el año a la oración y al culto religioso, exceptuando el 28 de diciembre, día en que esos santuarios de la fe, asomaban los secretos ocultos de su arquitectura, su alegría estridente, sus cantos paganos y el bullicio desordenado de los laicos vestidos de carnaval bailando bajo los vitrales y las cúpulas ojivales, de espaldas al dios de la revelación bíblica y al compás de los misterios descifrados por Fulcanelli. La historia es contundente al respecto: “Elegían un obispo, y hasta, en algunas iglesias, un papa de los locos.
Los clérigos se embadurnaban la cara con heces de vino, se enmascaraban o se disfrazaban del modo más extravagante y ridículo; entraban en el coro bailando y cantaban allí canciones obscenas; los diáconos y subdiáconos comían morcillas y salchichas encima del altar delante del sacerdote celebrante, y jugaban en su presencia a las cartas y a los dados, ponían en el incensario pedazos de zapatos viejos para hacerle respirar el olor. En seguida los paseaban por las calles en carros llenos de basura, en los que adoptaban actitudes lascivas y hacían ademanes y gestos impúdicos. Muchos monumentos recuerdan todavía estas farsas impías y asquerosas.”. En Francia, en la nave de Notre-Dame de Estrasburgo, escribe Witkowski, "el bajorrelieve de uno de los capiteles de las grandes columnas reproduce una procesión satírica en la que vemos un cerdito, portador de un acetre, seguido de asnos revestidos con hábitos sacerdotales y de monos provistos de diversos atributos de la religión así como una zorra cerrada en una urna. Es la Procesión de la zorra o de la fiesta del asno.
El jesuita Teófilo Raynauld atestigua que el día de San Esteban cantaban el himno latino del asno, que llamaban también el himno de los locos, y que el día de San Juan cantaban otro que llamaban el himno del buey. Cómo no recordar “La Fiesta” de Joan Manuel Serrat: “Gloria a Dios en las alturas, recogieron las basuras de mi calle ayer a oscuras y hoy sembrada de bombillas…Y colgaron de un cordel de esquina a esquina un cartel y banderas de papel verdes, rojas y amarillas…Y al darles el sol la espalda revolotean las faldas bajo un manto de guirnaldas para que el cielo no vea y en la noche de San Juan, todos comparten su pan, su mujer y su gabán, gentes de cien mil raleas… Apurad que allí os espero si queréis venir pues cae la noche y ya se van nuestras miserias a dormir…Vamos subiendo la cuesta que arriba mi calle se vistió de fiesta…Y hoy el noble y el villano, el prohombre y el gusano bailan y se dan la mano sin importarles la facha…Juntos los encuentra el sol a la sombra de un farol empapados en alcohol abrazando (magreando) a una muchacha.”
Afirman reputados historiadores que estas fiestas eran tan escandalosas que la iglesia católica en su afán por someter a la mesura esos excéntricos festejos decretó la celebración del día de los Santos Inocentes.
Este 28 de Diciembre, más allá de la “inocente palomita que te dejaste engañar”, todo se vale, que el terror se mezcle con el color y lo religioso con lo pagano, tal como se hacía en la época medieval. Que las mujeres se disfracen de hombres y los hombres se vistan de mujeres, que los niños imiten a los ancianos y los ancianos a los niños y todo Aguascalientes porte máscaras al alcance de su imaginación. Hagamos una fiesta de locos donde nos disfracemos de humanos. No importa la facha ni lo fachoso. Este día tiremos la primera piedra porque todos estaremos libres de culpas y nuestra ingenuidad, valga decir, nuestra inocencia reclamará su lugar este mundo donde la realidad supera la ficción y donde nadie debe darse por ofendido ni por muerto.
Me despido pues, en este día de los Santos Inocentes, a la manera de Erasmo de Rotterdam en su “encomio a la estulticia”: Adiós, ilustres y queridos amigos de la Locura. ¡Aplaudidme, portaos bien y divertíos!”
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