Las tradiciones señalan que el 8 de diciembre debe "armarse" en los hogares, el arbolito de Navidad. Detrás de ese símbolo de luces, guirnaldas y bolas coloridas, hay historias de hombres y árboles.
por Susana Román
Todos los años, cuando llega la festividad de la Inmaculada Concepción, en todos los hogares se cumple una tradición que tiene que ver con el centro de la iconografía navideña: todos armamos nuestro arbolito de Navidad.
Hablar del origen del árbol de navidad no es una misión fácil.
No es casual que un símbolo como el árbol se haya impuesto tan profundamente en el seno del cristianismo, que sea el protagonista de la fiesta de Navidad.
Antecedentes
En el Génesis (Bereshit) se menciona el "Arbol de la Sabiduría", situado en el centro de Edén, símbolo central del pacto entre Dios y el hombre;
Pero también otras religiones y creencias hablan de "un árbol sagrado": el Arbol de AÇvattaha de los Hindúes; el árbol paradisíaco "Haoma" de los Persas; el árbol de las manzanas áureas de Jardín de la Hespérides; el árbol del Vellocino de Oro de Jason.
En el Nuevo Testamento se da un correlativo del árbol del Edén y es el Arbol de la Cruz, según la medieval Legenda Crucis, esta habría sido hecha con la madera del primero.
Todo apunta a la sacralización de la vegetación por lo que debemos relacionar el Arbol de Navidad con los cultos paganos de adoración Arbóreo-Vegetal y se presenta también sobre todo en Europa en otras épocas del año como por ejemplo al comienzo de la primavera, en Mayo, ha sido por otra parte la respuesta cristiano-tradicionalista a los ritos Jacobinos del Árbol de la Libertad, a su vez implantados a imitación del folklórico Árbol de Mayo.
Un poco de historia
En el plano histórico, no se remonta a demasiado tiempo atrás, aunque la leyenda alemana quiera relacionarlo con Martín Lutero, fundador de la fe Protestante - quien regresando a Wittenberg, una silenciosa y fría noche de vigilia, quiso recrear, adornando con pequeñas velas un abeto domestico, la impresión fabulosa que tuvo al observar los árboles helados del bosque que resplandecían bajo la luz de las estrellas...
Quizá haya sido un intento de la iglesia alemana reformada por conservar una costumbre pagana, viva en el pueblo, atribuyéndole un carácter cristiano.
¿Qué árbol elegir?
Entre el tercero y segundo milenio antes de Cristo, se expandieron por Europa y Asia diversos pueblos indoeuropeos en los que, dentro de su cultura, tenía mucha importancia el roble, gracias a sus cualidades naturales idóneas para mantener y potenciar la vida vegetal y animal a su alrededor.
Le dieron la denominación de "Dios Roble", asociado al dios del rayo y el trueno y más tarde, también se le asoció a Zeus y Júpiter.
El árbol sagrado por excelencia es el roble, pero en los lugares donde éste no crecía se eligieron otros propios de cada zona, así, en Cornualles el árbol sagrado fue la encina y en Germania el abeto.
En todo el continente europeo los aldeanos invocaban, a través de ofrecer algún regalo a los árboles, la acción de los espíritus para lograr la protección de los mismos para sus familias, sus propiedades, sus ganados y para conseguir cosechas abundantes.
Cuando a mediados del otoño las hojas del roble se caían, las culturas agrarias que lo adoraban, adornaban las ramas desnudas con telas de colores y piedras pintadas para hacerlo más atractivo y lograr así que volviera a las mismas el espíritu de la Naturaleza.
El árbol del Niño Jesús
A partir del siglo VII, San Bonifacio (santo, anglosajón, nació en la segunda mitad del siglo VII y sufre el martirio a manos de los paganos en el año 755) volvió a socavar todos los mitos y ritos de los germanos, asociándolos a equivalentes cristianos y proclamó que el "árbol del niño Jesús" era el ... abeto.
Lógicamente, la iglesia Católica dotó al árbol (al abeto) de un significado acorde con sus intereses, ya que señaló que la forma triangular que tiene representa a la Santísima Trinidad.
El extremo superior del mismo representa a Dios Padre y los dos inferiores a Dios Hijo y al Espíritu Santo respectivamente.
A mediados del siglo VIII se cortó el primer abeto como un elemento cultural dentro de la celebración de la Navidad cristiana.
Al principio únicamente se colgaron de él dulces y frutas. Los adornos y las bolas llegaron en el siglo XVIII de mano de los sopladores de vidrio de Bohemia.
El árbol y el amor al prójimo
Cuenta la leyenda que Bonifacio fue informado de que bajo la encina o el roble más alto del bosque, dedicado al supremo dios de la mitología germánica, sería sacrificado un joven, se dirigió hacia allí para evitarlo. (Aquí la leyenda se bifurca y algunas fuentes afirman que lo logró pero las más aceptadas informan que sólo alcanzó a recoger el cuerpo del adolescente).
Bonifacio y sus seguidores talaron el árbol sangriento, y desde entonces el obispo exhortó a tomar como símbolo de la nueva fe, el Dios Bueno que no necesita sacrificios humanos para revivir porque había resucitado para siempre, y lo relacionó con su propuesta: el pino que no pierde sus hojas, que siempre permanece verde, que ofrece cobijo a los caminantes bajo sus ramas, que abriga a los animales y les ofrece alimento con su follaje a los ciervos en lo más duro del invierno, que ofrece sus ramas para las teas resinosas que ahuyentan la oscuridad.
Por amor a los hermanos más desposeídos, como convite fraterno, se colgaban frutas, manzanas rojas y verdes, bollos de pan, nueces y castañas pintadas, para que todo el que lo necesitara se sirviera sin necesidad de pedirlo.
Los miles y miles de cristianos y no cristianos que cada año erigen el pino verde, pueden ignorarlo todo sobre San Bonifacio y su sacrificio por la fe cristiana; pueden creer que el Arbol es sólo un símbolo pagano (aunque los Árboles de la Vida y de la Ciencia tengan tanto lugar en el Génesis); pueden no leer nunca una palabra de sus escritos, pero si saben que la costumbre que el mártir y santo nos legó, representa la paz, la reconciliación y la solidaridad entre los hombres.
El moderno árbol de Navidad
El moderno árbol de Navidad proviene de Alemania y sus primeras referencias datan del siglo XVI. Hasta el siglo XIX no llegaría a Gran Bretaña, Francia, Estados Unidos, Puerto Rico, China y Japón. En España empezó a penetrar en el primer cuarto del siglo XX y en la actualidad se encuentra arraigado en la mayoría de Europa y Latinoamérica.
La leyenda del abeto es tan vieja como el cultivo del mismo árbol. Fue en el siglo VIII, en la antigua Germania, cuando un monje inglés, llamado Winfrid, taló en una nochebuena, un roble que era utilizado en las festividades paganas para ofrecer vidas en sacrificio. En ese mismo lugar brotó milagrosamente un abeto y por eso su especie se tomó como emblema del cristianismo.
Para los bretones (grupo celta de Bretaña), el árbol de Navidad fue descubierto por Parsifal, caballero de la mesa redonda del rey Arturo, mientras buscaba el Santo Grial o cáliz de la Última Cena de Jesús. La leyenda cuenta que el caballero vio un árbol lleno de luces brillantes, que se movían como estrellas. El escritor alemán Goethe, en su libro Werther, también hizo alusión a un frondoso arbusto lleno de caramelos y figuras religiosas.
Una vez que llegó a Francia penetró lentamente a España por Cataluña a partir del primero cuatro del siglo XX. En España hubo grandes detractores de esta tradición como Dolors Cos en 1930 o Ramón Violant en 1948 que se quejaba de que mezclado entre los puestos de venta de figuras y adornos también aparecieran árboles de Navidad.
El árbol de Navidad llegó a Finlandia en el año de 1800.
En Inglaterra en 1829, y fue el príncipe Alberto, esposo de la reina Victoria, quien ordenó adornar el castillo de Windsor con un árbol navideño en 1841.
La tradición del abeto decorado, salió de Inglaterra directo a Estados Unidos, en tiempos de la colonización.
Se le atribuye a August Imgard, un hombre de Ohio, quien instaló el primer árbol navideño, en 1847.
De ahí en adelante, la cultura norteamericana ha sido abanderada en materia de decoración navideña.
Árboles de distintas dimensiones, abarcan la atención en parques, centros comerciales, tiendas, calles y hogares. Con brillantes luces y adornos, que retrotraen el carácter religioso de la Navidad a los tiempos paganos de los inicios.
Un "regalito de leyenda"
Los orígenes e historia del arbol de navidad está llena de otras leyendas e historias muy diversas:
Una de estas historias habla de un generoso sacerdote que vivió hace 400 años en Alsalcia y cada noche de Navidad, repartía entre los habitantes menos favorecidos de su pueblo alimentos, ropa y dinero que recolectaba durante el año.
Un día, mientras preparaba los paquetes para sus fieles más pobres, el sacerdote admiró la hermosa noche y se le ocurrió colgar los regalos en las ramas de un abeto próximo a la iglesia. Los pobres podrían así disfrutar además del cielo estrellado de aquella noche clara mientras se cantaban bajo el árbol cánticos sagrados. Tan agradable resultó la reunión que desde entonces el árbol fue el centro de la fiesta navideña.
Otro leyenda lleva la tradición a Inglaterra y la sitúa en el siglo XVIII bajo el reinado de Jorge III. La esposa del rey, la reina Carlota, se caracterizaba por su bondad con los súbditos y en el año 1765 decidió instalar en uno de los salones más grandes de palacio, un árbol de Pascua adornado con guirnaldas, luces, juguetes y toda clase de regalos.
Hasta la leyenda del niño:
Cuenta esta leyenda que durante una muy fría noche de invierno, un niño buscó refugio en la casa de un leñador y su esposa. El matrimonio ya anciano, lo recibió y le dio de comer. Durante la noche el niño se convirtió en un ángel vestido de oro: era el niño Dios.Para recompensar la generosidad de los ancianos, el niño tomó una rama de un pino y les indicó que la plantaran, indicándoles que cada año daría frutos. Y así fue: el árbol dio cada año por navidad manzanas de oro y nueces de plata.
Pero, concluyendo, sintético, natural, seco, fresco, blanco o verde, el "arbol de la navidad" importa en cuanto a que se sigue adornando cada año y que alrededor de él se deposita la magia, la esperanza y la fe de tiempos mejores.
La tradición, que lógicamente no registra fecha precisa, señala que cada 8 de diciembre debe adornarse el "árbol de Navidad", para pedir por buenaventuranzas personales y para la familia.
Por esto, que le hemos contado, le regalamos el deseo de una Feliz Nochebuena, y que, en su "arbol de Navidad" resurjan, con mayor convicción, la Paz y la Esperanza
@Susana Román/Mediamza.com