Un soldado veinteañero del montón acaba de sacar a la luz las vergüenzas ocultas de la guerra –las de Afganistán e Irak, en este caso– sin más que filtrar decenas de miles de documentos secretos a la web de Internet Wikileaks que publicó una pequeña pero muy significativa parte de ese material. Bradley Manning fue detenido, lógicamente, por las autoridades americanas que le acusan de haber puesto en riesgo la seguridad de los Estados Unidos y la vida de cientos de colaboradores afganos en la guerra contra los talibanes; pero ello no quita que nadie cuestionase la veracidad de los archivos desclasificados a la brava.
Sería difícil hacerlo. Wikileaks, una organización fundada originalmente por disidentes chinos con la ayuda de periodistas, matemáticos y trabajadores de compañías informáticas de varios países, ha destacado hasta ahora por el rigor y la exactitud de los documentos que suele publicar burlando el secreto de Estado.
El procedimiento para obtenerlos asombra de puro sencillo. La web dirigida por el australiano Julian Assange se limita a pedir a los internautas que donen textos, audios o vídeos bajo la promesa de no identificar jamás la fuente. Assange proclama que la autenticidad de todo el material que su organización recibe es minuciosamente comprobada antes de su publicación: y lo cierto es que nadie ha podido reputarlo de mentiroso o siquiera de frívolo en el manejo de esos archivos.
Así fue como llegaron hasta Wikileaks los 90.000 “papeles de Afganistán” que un simple soldado destacado en Irak descargó del ordenador con el que tenía acceso a las secretísimas redes de datos del Pentágono. Al recluta Manning acabaría por delatarlo un pirata informático, Adrian Lamo, ante el que presumió con orgullo algo pueril de haber descargado unos 260.000 documentos confidenciales sobre las guerras de Irak y Afganistán. Entre el material cuya filtración denunció el pirata Lamo al Ejército por razones “de conciencia” figuran dos vídeos con imágenes de matanzas de civiles que, de no ser por el soldado Manning, seguirían en el arcón de los secretos. Otra parte de esos documentos definidos como “sensibles” incluye opiniones en las que el embajador americano en Kabul pone a caer de un burro al presidente afgano sostenido por los propios Estados Unidos, entre otras revelaciones que acaso contribuyan a explicar la desatinada marcha de esa guerra.
Para que el público conociese la verdad sumergida –tan diferente de la verdad oficial– bastó un soldado que se aburría en su destino, una web decidida a contar lo que las informaciones oficiales ocultan y, sobre todo, la existencia de los canales sin censura de Internet.
Que Internet sea un invento americano de origen militar –como tantos otros– no hace sino añadir incongruencias a este asunto. Son las paradojas de los modernos imperios, tan distintos y a la vez tan semejantes al de la vieja Roma. Si los romanos usaban a sus legiones para exportar derecho, alcantarillas, puentes, civilización y pax romana a las provincias que iban incorporando, los americanos de hoy hacen lo propio con su inmenso poderío militar para vender libertad, democracia y american way of life al resto del mundo. O eso dicen, al menos.
A diferencia de Roma, eso sí, Norteamérica se ha topado con un contrapoder pacífico en la red de redes de Internet. Tal vez sea exagerado deducir que es su talón de Aquiles, pero aun así ha quedado en evidencia que ni siquiera las poderosas y a menudo temibles agencias de espionaje de Estados Unidos –o el Gobierno de China, por poner otro ejemplo– son incapaces de ponerle puertas al campo de libertad abierto por Internet para la filtración de asuntos incómodos.
Difícil lo van a tener así las dictaduras como las democracias que quieren esconder sus trapos sucios en la carpeta de clasificados para sortear a organizaciones como –por ejemplo– Wikileaks, que en apenas cuatro años ha logrado reunir más de un millón de documentos secretos. Y para desdicha de los gobernantes obligados a mentir por razón de su cargo, siempre habrá algún soldado Manning que se aburra.
@Anxel Vence/farodevigo.es