Fue detenido el pasado mes de agosto en posesión de 67 manuscritos. Los había robado de varios archivos, entre ellos de la Biblioteca de Castilla y León, donde están los 12.000 volúmenes de la Biblioteca de Burgos
La noticia, de haber trascendido, hubiera enervado aún más el enojo de los burgaleses, que llevan esperando cuatro años a que regresen a Burgos los 12.000 volúmenes más antiguos e importantes de su Biblioteca Pública, en el ‘exilio’ de Valladolid en tanto se construye el nuevo edificio de la plaza de San Juan. El pasado 7 de agosto, en Pamplona, agentes del Grupo de Patrimonio Histórico de la Guardia Civil detuvieron a Z.V, de 47 años y de nacionalidad húngara, como presunto autor del robo de mapas y legajos de incalculable valor de varias bibliotecas públicas del país dentro de la llamada ‘Operación Biblión’.
Cuando fue interceptado, se hallaba en posesión de 67 de estos documentos, sustraídos en las casas de cultura de Valladolid, Soria, Toledo, Logroño y Pamplona. Con documentación falsa de otros países, había logrado confeccionarse un carné de investigador que le permitía acceder a estos centros. A través de diferentes páginas web consultaba los fondos de las bibliotecas para detectar los manuscritos que pudieran interesarle.
Armado simplemente con un cúter, este experto en cartografía y manuscritos de los siglos XVI y XVII conseguía extraer los mapas, que luego ocultaba en carpetas o en dobles fondos que hábilmente él mismo hacía para ganar la calle sin llamar la atención. El hombre está acusado de un delito contra los bienes integrantes del Patrimonio Histórico, así como de robo, falsificación de documento público y tenencia de documentación falsa.
Según ha podido saber este periódico, algunos de los legajos robados de la Biblioteca de Castilla y León en Valladolid y recuperados con la detención de este sujeto pertenecían al fondo ‘exiliado’ procedente de la Biblioteca Pública de Burgos. Por qué se silenció este hecho sigue siendo todavía un enigma.
La ‘Operación Biblión’ se puso en marcha en marzo de 2008 después de que un robo en la Real Biblioteca del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial de Madrid hiciera saltar las alarmas. De allí fue sustraído un tratado sobre cosmografía y expediciones geográficas, fechado en 1537 y editado en ciudad suiza de Basilea. Meses después, nuevas desapariciones de documentos antiguos de diferentes bibliotecas del país provocaron que se activara la investigación. Con su detención hace un mes no sólo permitió la recuperación de los documentos, sino que se abortó cualquier posibilidad de que continuara cometiendo fechorías, ya que según la Guardia Civil, el saqueador tenía un plan de futuros robos que pretendía ejecutar en otras 28 provincias españolas y en las localidades portuguesas de Lisboa, Coimbra y Oporto, así como en bibliotecas de Italia y Francia. Los investigadores tratan de averiguar si el ladrón de bibliotecas tenía contactos a los que vender el material robado, cuyo valor económico es imposible de establecer, ya que si existe demanda en el mercado negro, puede llegar a pagarse un verdadero dineral.
4 años sin 32.000 libros. Una de las ciudades que opta a ser Capital Europea de la Cultura en 2016 lleva cuatro años sin uno de los pilares sobre los que debería asentarse cualquier candidatura de estas características. Burgos no tiene hoy Biblioteca Pública, significativamente llamada Casa de Cultura; mejor dicho: la tiene, pero mutilada y dispersa hasta extremos sonrojantes. Su llamado Patrimonio Bibliográfico, de largo el mejor de la región, se conserva desde hace años en la Biblioteca de Castilla y León de Valladolid, donde por lo visto no se halla muy seguro. Y no se trata de un fondo antiguo cualquiera: son más de 12.000 volúmenes de incalculable valor, entre los que destacan 119 incunables, como la Biblia de Gutenberg, impresa en 1454; el resto son obras de los siglos XV, XVI, XVII y XVIII principalmente.
La última iniciativa del Instituto Castellano y Leonés de la Lengua ha puesto, sin pretenderlo, el dedo en la llaga. Su iniciativa ‘El mes del facsímil’, por la cual exhibirá en su sede del Palacio de la Isla a lo largo de los próximos meses la colección de códices de que es propietario el instituto, se acaba de inaugurar con su ejemplar de la Biblia Románica de Burgos, joya editorial del siglo XII. Resulta que el códice original es propiedad de la Biblioteca Pública de Burgos, donde se conservaba y podía contemplarse hasta que el desalojo del viejo inmueble de la plaza de San Juan (cuyas obras, por fin, parece que acaban de iniciarse) dio con él y con el resto de manuscritos y libros antiguos en Valladolid, donde todos esperan que siga.
A pesar de que desde la Delegación Territorial de la Junta de Castilla y León se aseguró que el carácter provisional de esta medida no pasaría de los cuatro meses, son ya cuatro los años de exilio del fondo. Ítem más: ni tan siquiera se ha cumplido otra de las promesas realizadas por el delegado de la Junta, Jaime Mateu, de que una vez concluidas las obras de reforma en la sede territorial el fondo retornaría a un espacio especialmente habilitado para ello. De ese anuncio están a punto de cumplirse dos años. Y las obras de rehabilitación del edificio de la glorieta de Bilbao concluyeron ya hace unos meses. Pero por lo visto, nada va a cambiar. Según la Delegación Territorial de la Junta, consultada por este periódico, por el momento el fondo seguirá donde está ahora y no hay ninguna fecha para su regreso.
Y en villalonquéjar. En una nave del polígono de Villalonquéjar se halla el otro grueso del fondo bibliográfico de la Biblioteca Pública de Burgos. Se trata de alrededor de 20.000 volúmenes, libros de los siglos XIX y XX, además de toda la hemeroteca. Los volúmenes se encuentran en buen estado, según las fuentes consultadas, ordenados en estanterías; los periódicos, también de los siglos XIX y XX, languidecen en cajas de cartón, según las mismas fuentes. Con todo, no hay seguridad contratada para su vigilancia: el celoso guardián de estos volúmenes es una alarma corriente. Regularmente, trabajadores de la Biblioteca Pública, que no pueden realizar su trabajo de manera completa puesto que no pueden ofrecer algunos servicios por no contar con espacio suficiente en las actuales instalaciones (en el antiguo colegio de San Juan de la Cruz, junto a Correos), acuden allí a por algunos libros que son solicitados.
@Pérez Barredo/Diario de Burgos