Una exposición muestra la riqueza cultural de los pueblos que ocuparon la Península Ibérica en el siglo VIII l historia La exposición transporta al visitante a Al-Andalus, la zona de ocupación musulmana en la Península Ibérica, entre los siglos VIII y XV, y muestra su legado.
La ocupación musulmana de la Península Ibérica contada a través de sus fortificaciones. Ésta es la propuesta de la exposición Los castillos de Al Andalus, organizada por la Obra Social de la Fundación La Caixa, que se puede visitar hasta el próximo 18 de octubre en el Centro de Interpretación Puerta del Atlántico de la capital onubense.
La exposición muestra a través de objetos, recreaciones virtuales y maquetas la riqueza cultural de los pueblos que invadieron la península en el siglo VIII, conformando una amalgama cultural, social y religiosa que se mantuvo hasta el siglo XV, un viaje a través del tiempo que comienza en un castillo, uno de los muchos que aún se conservan a lo largo y ancho de la geografía española. Los musulmanes aprovecharon las fortificaciones, herencia de anteriores culturas, y establecieron una estrategia defensiva basadas en estas construcciones así como en la creación de otras nuevas, a partir de las cuales pusieron en marcha nuevas formas de organización y de control interno del territorio.
El arte de la guerra estuvo muy presente en este periodo histórico, convirtiéndose en uno de los campos más innovadores en cuanto a la aplicación de nuevos recursos y tecnologías. Adentrándose en la fortaleza, el visitante encuentra una sala dedicada íntegramente a la guerra. Un gran cañón preside este espacio, en el que se enseña la técnica del tiro con arco así como la estrategia de la torre de asalto, una táctica que dominaban los pueblos musulmanes. En el interior de las torres de asalto, que medían casi cuarenta y seis metros de altura por treinta y seis de ancho, se colocaban 300 hombres. Estas construcciones se realizaban en madera procedente de los bosques más próximos a la zona de ataque y se cubría con pieles sin curtir para evitar que fueran incendiadas por el enemigo.
Asimismo, el asedio mediante privación de agua era otra de las tácticas empleadas, para ello vaciaban las reservas de agua de la población a invadir.
Cada tropa tenía un jefe o abanderado, el estandarte era el signo visual de su posición y de los suyos durante la batalla. Los combatientes cubrían sus cabezas con yelmos, una reproducción de uno de ellos forma parte de los objetos que componen la exposición, junto a éste se encuentra una silla de montar y un estandarte.
Entre esta sala y la siguiente en la que se recrea el santuario o harén, un pasillo amurallado que hace la función de palomar. Las palomas eran utilizadas como correos. Con la llegada del califa Abbasí Al-Mahdi, en el siglo VIII, se organizó un servicio de palomas mensajeras.
Ya en el santuario se accede al lugar destinado a la vida privada del monarca y su familia. Convivían las mujeres libres, los hijos pequeños, las concubinas y las esclavas. Juguetes, instrumentos de música, tableros de ajedrez y enseres de la casa son un reflejo de la vida cotidiana tras los muros del castillo, donde las fuentes cumplían un papel fundamental, el baño hacía una doble función de limpieza corporal y de ritual de pureza.
No faltaban los manuscritos en los santuarios. La copia de textos y la traducción de escritos en latín y griego al árabe fueron tareas de mecenazgo llevadas a cabo por muchos soberanos, que no dudaban en buscar especialistas por medio mundo.
"Se muestra la herencia de los musulmanes de Al-Andalus", apunta el comisario de la exposición, Oriol Granados, que destaca que se emplean maquetas, audiovisuales y recreaciones, "para entender esta cultura en sus dimensiones". El director del Área de Negocios de La Caixa, Juan Vázquez, señala que la exposición es en cierta medida una continuación de Los Millares, indicando que "la cultura debe crear su propia demanda y hay que perseverar en ese ámbito". En este sentido, el alcalde de Huelva, Pedro Rodríguez, apunta que la Fundación La Caixa forma parte de la programación cultural de la capital onubense, "lleva catorce años trayendo exposiciones a la ciudad". La colaboración con el Ayuntamiento de Huelva se remonta a 1.995 con la muestra La sal de la vida.
La ocupación musulmana de la Península Ibérica contada a través de sus fortificaciones. Ésta es la propuesta de la exposición Los castillos de Al Andalus, organizada por la Obra Social de la Fundación La Caixa, que se puede visitar hasta el próximo 18 de octubre en el Centro de Interpretación Puerta del Atlántico de la capital onubense.
La exposición muestra a través de objetos, recreaciones virtuales y maquetas la riqueza cultural de los pueblos que invadieron la península en el siglo VIII, conformando una amalgama cultural, social y religiosa que se mantuvo hasta el siglo XV, un viaje a través del tiempo que comienza en un castillo, uno de los muchos que aún se conservan a lo largo y ancho de la geografía española. Los musulmanes aprovecharon las fortificaciones, herencia de anteriores culturas, y establecieron una estrategia defensiva basadas en estas construcciones así como en la creación de otras nuevas, a partir de las cuales pusieron en marcha nuevas formas de organización y de control interno del territorio.
El arte de la guerra estuvo muy presente en este periodo histórico, convirtiéndose en uno de los campos más innovadores en cuanto a la aplicación de nuevos recursos y tecnologías. Adentrándose en la fortaleza, el visitante encuentra una sala dedicada íntegramente a la guerra. Un gran cañón preside este espacio, en el que se enseña la técnica del tiro con arco así como la estrategia de la torre de asalto, una táctica que dominaban los pueblos musulmanes. En el interior de las torres de asalto, que medían casi cuarenta y seis metros de altura por treinta y seis de ancho, se colocaban 300 hombres. Estas construcciones se realizaban en madera procedente de los bosques más próximos a la zona de ataque y se cubría con pieles sin curtir para evitar que fueran incendiadas por el enemigo.
Asimismo, el asedio mediante privación de agua era otra de las tácticas empleadas, para ello vaciaban las reservas de agua de la población a invadir.
Cada tropa tenía un jefe o abanderado, el estandarte era el signo visual de su posición y de los suyos durante la batalla. Los combatientes cubrían sus cabezas con yelmos, una reproducción de uno de ellos forma parte de los objetos que componen la exposición, junto a éste se encuentra una silla de montar y un estandarte.
Entre esta sala y la siguiente en la que se recrea el santuario o harén, un pasillo amurallado que hace la función de palomar. Las palomas eran utilizadas como correos. Con la llegada del califa Abbasí Al-Mahdi, en el siglo VIII, se organizó un servicio de palomas mensajeras.
Ya en el santuario se accede al lugar destinado a la vida privada del monarca y su familia. Convivían las mujeres libres, los hijos pequeños, las concubinas y las esclavas. Juguetes, instrumentos de música, tableros de ajedrez y enseres de la casa son un reflejo de la vida cotidiana tras los muros del castillo, donde las fuentes cumplían un papel fundamental, el baño hacía una doble función de limpieza corporal y de ritual de pureza.
No faltaban los manuscritos en los santuarios. La copia de textos y la traducción de escritos en latín y griego al árabe fueron tareas de mecenazgo llevadas a cabo por muchos soberanos, que no dudaban en buscar especialistas por medio mundo.
"Se muestra la herencia de los musulmanes de Al-Andalus", apunta el comisario de la exposición, Oriol Granados, que destaca que se emplean maquetas, audiovisuales y recreaciones, "para entender esta cultura en sus dimensiones". El director del Área de Negocios de La Caixa, Juan Vázquez, señala que la exposición es en cierta medida una continuación de Los Millares, indicando que "la cultura debe crear su propia demanda y hay que perseverar en ese ámbito". En este sentido, el alcalde de Huelva, Pedro Rodríguez, apunta que la Fundación La Caixa forma parte de la programación cultural de la capital onubense, "lleva catorce años trayendo exposiciones a la ciudad". La colaboración con el Ayuntamiento de Huelva se remonta a 1.995 con la muestra La sal de la vida.
@T. Lojo/Huelvainformación.es