Una virgen que al parecer llevaron los peregrinos da nombre a un templo en Bruselas cerca de donde nace la ruta jacobea
Cuando, hace dos años y medio, el cabo de Fisterra fue designado patrimonio europeo (solo hay tres lugares más con ese título en España) no se exploró su íntima conexión con la capital de la UE, Bruselas. Tal vez no habría servido de mucho, pero todo ayuda. Y parece que la hay, aunque las conexiones se mueven en las arenas resbaladizas que mezclan historia, leyenda y casualidades toponímicas.
Fisterra, Finisterre en su otra acepción que aún se emplea en numerosos ámbitos, es famosa por su iglesia románica de Santa María, la meta del Camino de Santiago o su capilla del Buen Suceso, entre otros muchos atractivos.
En Bélgica, en la Rue Neuve (cerca de donde empieza el Camino largo de Santiago), una de las calles más transitadas y conocidas de la ciudad, se yergue la iglesia de Nuestra Señora de Finisterre. En uno de sus costados, la calle del mismo nombre. A escasa distancia, dos tiendas de Zara, un hecho que entronca poco con la historia de los dos países, pero que hoy en día refuerza los lazos.
¿Una mera casualidad, la de los dos nombres? En la propia iglesia tratan de despejar las dudas con un completo folleto en español que narra la historia del lugar. Desde el siglo XV, que fue cuando se erigió una capilla cerca del actual santuario, en un entorno entonces plagado de huertas en las afueras de la localidad que, según una teoría, está en el origen del nombre: en el fin del territorio (Finis Terrae).
Siendo así, debería de haber centenares de capillas o lugares del mismo nombre por toda Europa, y no es así. El segundo argumento parece más fuerte: «Ahí se honraba una pequeña imagen de Nuestra Señora traída del cabo Finisterre de España», apunte este que aparece además en otros foros especializados. Nada extraño, en épocas de grandes viajes (el Camino) por tierra y por mar. Fisterra cose parte de su historia con incursiones pacíficas y no tanto de viajeros que se llevaron o quisieron llevarse algo de la iglesia principal, y tal vez también de la del Buen Suceso, que en el caso bruselense es una capilla pequeña con la santa coronada.
Justamente el año pasado, los herederos morales de los piratas de Poole (Inglaterra) devolvieron un crucifijo similar al que un navegante se había llevado por las bravas hace cuatro siglos. Y el famoso Cristo da Barba Dourada guarda en su cruz pedazos de crónicas similares con final feliz.
De la capilla antigua de las huertas de Bruselas no queda nada. La imagen de Nuestra Señora de Finisterre fue trasladada a otro lugar cercano en el siglo XVII, que con los años devino en el templo actual (las obras acabaron en 1730), aunque con ampliaciones posteriores. Desde entonces, nunca han faltado los peregrinos. Ni a Fisterra, que recibe a unos 8.000 cada año. En uno de sus montes, donde están los restos de la antiquísima capilla de San Guillermo, las excavaciones profundizan en el pasado de la localidad. Tal vez haya que mirar también un poco más hacia el norte para completarlo.
@S.G.Rial/J.Oliver/La Voz de Galicia.es
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