Me contó hace dos días un buen amigo mío, sacerdote ya de edad avanzada un gracioso chiste que además le hace mantenerse en la esperanza de ser el primero en lograrlo. Dicho esto para poner en antecedentes al personal, y continuando con el grandioso momento de gracia humorística, como si fuera narración de hecho verídico comenzó el venerable padre con el chiste que empezaba cuando dos novios, hace años, se disponían a casarse y justo cuando la novia esperaba en el altar la ya tardía llegada del novio, familiares y amigos del mismo dieron la triste noticia de su muerte.
Desesperada, la novia abandonada por su novio, secuestrado por la muerte, permaneció soltera el resto de su vida, añorando a su gran amor y esperando el momento de reunirse de nuevo con él en el Cielo, como así ocurrió a su muerte, pasados largos años.
Ya reunidda la pareja en el Paraiso, dijeron de cumplir lo que en la Tierra no pudieron, es decir, casarse el uno con la otra, para lo cual fueron a ver a San Pedro al que pusieron al tanto de lo acontecido, y de sus pretensiones de unirse en el Cielo ya que durante la vida terrenal no pudieron.
San Pedro no puso objeción alguna, aunque si matizó un pequeño pero extraño detalle, y es que si bien no veía inconveniente alguno en la unión de la pareja mediante el matrimonio, este debebría celebrarse por lo civil.
Extrañado el novio le dijo, -San Pedro, ¿pero como estando en el Cielo nos tendremos que casar por lo civil en vez de por la Santa Madre Iglesia?.
Contrariado San Pedro y con cara compugnida le dijo al amante novio, - Si, hijo, si, es una lástima, pero debereis casaros si asi lo que quereis por lo civil, ya que todavía estamos esperando que algún sacerdote alcance a llegar al Cielo.
(Lo siento, padre, por compartir vuestro chiste, pero que caramba, con todo el respeto del mundo, algo de humor tampoco hace mal alguno)