La asociación Promonumenta acudirá en breve a limpiar los restos de este singular templo montañés, rodeados de castros prerromanos y dedicado a Santa Marina
Devorada por una maleza que será desbrozada en el mes de julio
Como ocurre con tantos otros vestigios históricos, era la memoria popular la única que recordaba tanto la localización exacta de estos restos como su advocación concreta: «Santa Marina» o «la iglesia vieja» es como llaman en el pueblo de Robledo de la Guzpeña a un conjunto de paredes de piedra que se alzan, cada año en peor estado, en una apartada ladera cercana a esta aldea del municipio de Prado. Nunca recibieron el interés de las instituciones, aunque ahora han sido perfectamente identificados por los historiadores Siro Sanz y Eutimio Martino. Además, la asociación Promonumenta tiene previsto, entre sus actividades próximas, acudir a la zona para limpiar la maleza que casi cubre los restos por entero.
Confirma Sanz que la ermita de Santa Marina de Robledo de la Guzpeña «presenta las características del románico popular del siglo XII». «Se trata de un edificio de unos 11 metros de largo por 5 de ancho, tiene planta de una sola nave, con cabecera recta más estrecha que la nave y sin apenas decoración», continúa este experto, añadiendo que los materiales con los que está construida son los propios del entorno: «Piedra caliza sin apenas desbastar, sólo aparece labrada en los dinteles, esquinazos y base de la cabecera».
«La advocación a Santa Marina -”informa Sanz-” se prodiga en todo el entorno de Peñacorada: existe una Santa Marina en Ocejo de la Peña, y dos en Santa Olaja de la Varga, todas en ruinas y perdidas ya en el bosque. Esta ermita, junto a las anteriormente citadas y las de San Andrés de Yera y San Vicente de Yera (Cistierna), y los restos de otras aulas santas en el valle del Tuéjar, además de la documentación del poderoso monasterio de Sahagún, otorgan a Peñacorada una gran importancia en el periodo Alto y Pleno Medieval».
«El origen de alguna de ellas es remotísimo -”avisa Siro Sanz-”, pudiendo hundir sus raíces en la antigüedad pagana o el periodo visigodo, pues es bien sabido que los repobladores utilizaban infraestructuras anteriores. La antigüedad de la de Robledo es grande si atendemos al nombre Marina (recuerdo del dios Marte), y a los materiales que aparecen, como por ejemplo la teja de reborde, embutidos en la fábrica medieval».
«No olvidemos, además, que esta ermita está levantada al pie del castro de Robledo, un núcleo vadiniense de especial importancia», recuerda este historiador, autor de varios libros sobre la Montaña Oriental.
@E. Gancedo (León)/ Diario de León.es
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