De nuevo leemos en la prensa el nombre de Belver de Cinca, y de nuevo relacionado con la destrucción de Patrimonio. En esta ocasión en un artículo de El Periódico.com, en el apartado de Opinión, en El Epílogo, que escribe Juancho Dumall, Director Adjunto.
En el artículo, que también habla del fanático pastor evangelista Terry Jones, se habla de una frase atribuida a un personaje nacido en Belver de los Horrores en 1.887 y que, desde su pensamiento libertario, parece ser que exclamó:
¡Qué bien arde el barroco!
Se atribuye al intelectual libertario Felipe Alaiz (Belver de Cinca, 1887-París, 1959) una de las frases más espeluznantes del drama ibérico del siglo XX. Ante la quema de iglesias en Sevilla, en 1936, teorizó sobre los efectos del fuego en el viejo arte religioso, y sentenció: «¡Qué bien arde el barroco!». Tan tremenda afirmación viene especialmente a cuento estos días, cuando asistimos a otro festival de iconoclastia, esta vez en el aparentemente muy civilizado estado de Florida.
Amparado por la Primera Enmienda de la Constitución de Estados Unidos, la que impone que ninguna autoridad puede impedir que un ciudadano exprese su opinión por los medios que estime convenientes, el pastor evangelista Terry James ha conseguido inflamar el mundo entero por el sencillo y ancestral recurso al fuego purificador.
Mal humor islámico
¿Cómo es posible que un reverendo que parece salido de un episodio de Los Simpson pueda llevar de cabeza al presidente Obama, al Pentágono, a la Interpol, al FBI y al Papa de Roma? Algunos han presentado el asunto como un conflicto entre la libertad de expresión y la escasa cintura de un mundo islámico poco dado a tomarse con humor ocurrencias como la de este cura. Así, se han alzado voces que hablan de la escasa simetría entre la provocación -la amenaza de quema de unos ejemplares del Corán- y la posible reacción: atentados contra intereses norteamericanos u occidentales en el mundo entero.
Es cierto. Pero, volviendo a Alaiz, muchos de los revolucionarios españoles que asistieron excitados al espectáculo del barroco en llamas no pensaron en las funestas consecuencias que para ellos, para la República y para miles de inocentes iba a tener la chamusquina de cristos y vírgenes. Es posible que grupos islamistas radicales y malvados estén esperando cualquier provocación para atacar a nuestras plácidas sociedades. Pero ¿por qué no nos ponemos en la óptica de un pacífico musulmán que en cualquier rincón del mundo ve cómo un demente anima a la quema de un símbolo que para él tiene enorme valor cultural?