Benedicto XVI se convirtió ayer a la mañana en el segundo papa que pisa el suelo de Gran Bretaña, país de mayoría anglicana al que arribó poco antes del mediodía local para iniciar una gira de cuatro días signada por las críticas y el desinterés de los ingleses.
A bordo del avión que lo llevó desde el aeropuerto romano de Fiumicino a Edimburgo, el Papa aseguró en relación a los casos de pedofilia: “Estas revelaciones supusieron un golpe para mí, una gran tristeza. Es difícil entender cómo fue posible esta perversión del ministerio sacerdotal”, declaró. “Es también una gran tristeza que la autoridad de la Iglesia no estuviera lo suficientemente atenta ni fuera lo suficientemente rápida y decidida a la hora de tomar las medidas necesarias”, añadió.
En el inicio de la histórica visita de Estado, el Sumo Pontífice, de 83 años, fue recibido con todos los honores en el palacio de Holyrood House por la reina Isabel II, jefa de la Iglesia Anglicana.
Rechazo de víctimas
Al respecto, las víctimas de curas pederastas rechazaron declaraciones de Benedicto XVI acerca de que el Vaticano se descuidó durante décadas de los casos de abusos sexuales.
De poco honrados e hirientes calificaron los comentarios, admitiendo que su iglesia fue lenta y poco vigilante, por lo cual no pudo atajar los casos de pederastia.
“Fueron rápidos y vigilantes para ocultarlos, no para evitarlos”, replicó la red de sobrevivientes de abusos sexuales. Cientos de personas protestaron contra la postura del Vaticano en torno a temas controversiales.
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