Al grito de «¡Muerte a EEUU!» amenazaban con atacar las bases de las tropas extranjeras
Reuters.Agencias/Kabul
Por tercer día consecutivo y sin importar que el pastor estadounidense Terry Jones haya renunciado definitivamente a sus planes para quemar ejemplares del Corán, miles de ciudadanos afganos protestaron ayer violentamente contra tales intenciones de profanar el libro sagrado musulmán.
La algarada se cobró la vida de dos manifestantes, que fueron tiroteados en la provincia oriental de Logar, según informó un funcionario gubernamental, que cifró en tres la cifra total de víctimas mortales registradas como consecuencia de las protestas.
«Muerte a Estados Unidos» y «Muerte a los cristianos» fueron las proclamas más repetidas por los alborotadores, que se enfrentaron a las Fuerzas de Seguridad en la citada provincia, situada al sur de Kabul. Fueron precisamente las balas de los agentes las que acabaron con dos vidas y además ocasionaron heridas a otros cinco individuos, tal como detalló Din Mohammad Darwish, portavoz del gobernador de la zona.
Los manifestantes llegaron incluso a amenazar con atacar alguna de las bases militares extranjeras en las que se alojan los casi 150.000 soldados que combaten a los insurgentes talibanes.
«El Gobernador debe entregarnos una garantía de que la iglesia ya no va a quemar el Corán, de otra manera nosotros comenzaremos a atacar las bases de las tropas con miles de personas», proclamó ante numerosos periodistas el manifestante Mohammad Yahya.
El mayor Patrick Seiber, portavoz de la Fuerza Internacional de Asistencia en Seguridad liderada por la OTAN en el este de Afganistán, declaró por su parte que la ISAF está al tanto de las protestas, pero aseguró que apenas congregaron a un centenar de personas.
Tales cifras ratifican aún más que toda la polémica generada a raíz de la iniciativa de Jones ha sido generada en gran medida por los medios de comunicación, responsables de otorgar dimensión planetaria a unos sucesos que, por sí mismos, apenas tienen relevancia alguna.
Lo cierto es que, con o sin base fáctica que lo justifique, el asunto eclipsó la conmemoración del noveno aniversario de los atentados del 11-S, más centrado en el excéntrico Jones y en la propuesta de construir un centro cultural y mezquita islámica cerca de la Zona Cero que en el recuerdo de las más de 2.700 víctimas.
De hecho, la que debería haber sido una jornada de reflexión contempló cómo cientos de personas se manifestaban airadamente en Nueva York en apoyo o rechazo del mencionado templo y, cómo el conjunto del mundo musulmán expresaba sus quejas por el ambiente de islamofobia que envuelve a la sociedad norteamericana y que motivó que el propio presidente Barack Obama advirtiera de que su país no está «en guerra» con la religión mahometana, que no puede identificarse en modo alguno con Al Qaeda.