Para hacer caja, Italia se dispone a vender islas de la Costa Esmeralda y de la laguna de Venecia, playas, bosques, ríos, lagos, faros, castillos y hasta algunas cimas de los famosos Dolomitas, la espectacular cadena montañosa del Sudtirol italiano, en el nordeste del país.
Según la norma del federalismo demaniale (que podría ser traducido como federalismo de las posesiones públicas), aprobada en mayo con el impulso de la Liga Norte, el Estado cederá a las comunas y regiones "pedazos" de Italia. En una polémica triangulación, éstos podrán ser luego vendidos a privados, siempre que los ingresos percibidos en la operación sirvan para reducir la gigantesca deuda pública del país.
Si bien a fines de mes se sabrá cuáles serán los "tesoros" que pasarán de manos del Estado a los entes locales, días atrás se filtró una lista provisoria que causó un enorme revuelo. Entre los bienes del inventario realizado por el Estado, de un valor de 3000 millones de euros y que consta de unos 9000 inmuebles, playas, lagos, manantiales y montañas, también hay verdaderas joyas de la historia, la arquitectura y el arte italianos.
Entre los "bocados" más preciados, de hecho, figuran el famoso Palazzo dei Normanni de Palermo, Sicilia; el castillo de Vigevano, cerca de Milán; la cittadella (fortaleza) de Alessandria, en Piamonte, y la Rocca de Scandiano, un palacio medieval de la homónima localidad de la provincia de Reggio Emilia, centro de Italia, donde al final del siglo XV vivió Matteo Maria Boiardo, el célebre autor del poema caballeresco El Orlando enamorado.
En la lista también hay perlas, como algunos de los famosísimos montes Dolomitas -Tofane, Cristallo y Croda del Becco-, cercanos a la célebre localidad de Cortina D´Ampezzo, desde siempre destino del jet set internacional.
La inclusión de las Dolomitas causó una gran controversia porque hace un año fueron declaradas justamente Patrimonio de la Humanidad. "Se trata de bienes universales; sólo el Estado los debe manejar, no los privados", denunció Enrico Farinone, diputado del Partido Democrático, el principal de la oposición de centroizquierda. "Federalismo sí, pero extremismo federalista no", protestó.
En la vereda opuesta, Luca Zaia, flamante gobernador de la región del Veneto por la Liga Norte (el partido ex secesionista y xenófobo que tiene desde siempre como caballito de batalla el federalismo), no ocultó su satisfacción. "Me parece algo muy bueno que cosas tan famosas como las Dolomitas vuelvan a sus comunidades. Estamos yendo en la dirección correcta", celebró.
Hotel de lujo
Pero hay más. En la lista de la discordia también hay pequeñas islas paradisíacas de la costa Esmeralda, al nordeste de Cerdeña, cercanas a la famosa isla de Caprera; islas del Adriático, como la dell´Unione de Chioggia, y la de Sant´Angelo delle Polveri, en la laguna de Venecia, y la isla de Palmarica cerca de Porto Venere, en Liguria. Además, está la isla de Santo Stefano, cercana a la Ventotene, en el Tirreno, que incluye la cárcel borbónica donde estuvo preso el ex presidente Sandro Pertini, un sitio de lo más simbólico para la resistencia italiana. "Hay un proyecto para transformar la cárcel borbónica en un megahotel de lujo", acusó el presidente de los Verdes, Angelo Bonelli. "¿En esto se convertirá?", se preguntó.
Y no es todo. También podrá ser cedido el Archivo de Estado de la ciudad de Trieste, en el Nordeste; algunos pedazos de playa del lago de Como; el ex fuerte de San Erasmo, en Venecia, y varios faros de renombre, como el de la isla de Ponza.
En Roma, corre riesgo de caer en manos privadas nada menos que el Museo de Villa Giulia, que se levanta en medio del parque de Villa Borghese y exhibe impactantes tesoros arqueológicos nacionales etruscos. El Museo de Villa Giulia fue valorado por el inventario estatal en 4,5 millones de euros. Pero también se encuentra bajo amenaza de privatización el área del tradicional mercadito de Porta Portese, donde los domingos se encuentran chucherías de todo tipo; el denominado Idroscalo de Ostia, escenario del terrible asesinato de Pier Paolo Pasolini, y la legendaria sala de cine Sacher, del cineasta Nanni Moretti, en el barrio de Trastevere.
"Es evidente que detrás de esta alienación de bienes se esconde la más grande especulación edilicia e inmobiliaria de la historia de la República", disparó el "verde" Bonelli, que puso el grito en el cielo ante la nueva norma, que definió como "un daño al patrimonio público italiano".
"Estamos frente a un vaciamiento y un desmantelamiento del Estado sólo para hacer caja", denunció Salvatore Settis, arqueólogo y director de la Escuela Normal Superior de Pisa. "Lo que lamento es que el país todavía no haya entendido que, con este federalismo demaniale , nos roban a todos. Las Dolomitas no son solamente de quienes viven ahí, son también de los sicilianos. Si seguimos así, nos convertiremos en un Estado sin territorio, pero nadie se da cuenta, ni siquiera la oposición", lamentó. "Renunciar a la idea de bien público es renunciar a nuestra historia y a nuestro futuro", concluyó.
@Elisabetta Piqué (Corresponsal en Italia) / La Nación (Argentina)