La catedral que escondía un cementerio bajo la alfombra
Los responsables del Cabildo de Santiago abrirán al público el día 4 de abril la necrópolis situada bajo la basílica
Tumbas suevas en las que aún permanecen los esqueletos, bajo la nave principal de la catedral de Santiago. // Xoán Álvarez.
Costó tiempo que el Cabildo de la catedral de Santiago autorizase a los visitantes a tocar el cielo desde los tejados de la basílica, y mucho más todavía que permitiesen, salvo contadas excepciones y casos de "favor especial", como señaló el deán, José María Díaz, que los extraños penetrasen en las entrañas de la tierra para poder curiosear en los resultados de las excavaciones realizadas desde 1946 a 1949 bajo la nave central y una de las laterales.
Pero ese momento ha llegado. Será el cuatro de abril y los que deseen acceder al subsuelo del templo podrán hacerlo, siempre en grupos "muy limitados", con reserva previa desde hoy, a las cuatro de la tarde –para no interrumpir los horarios de los servicios religiosos– y al precio de diez euros. Además, por el momento las personas de movilidad reducida tendrán que esperar, ya que hay que salvar unas empinadas escaleras para acceder a los dos recintos abiertos al público. Los que logren superar estas dificultades técnicas tendrán como premio el visionado de dos espacios que hace medio siglo desvelaron su secreto: bajo la actual catedral, las diferentes civilizaciones que ocuparon la actual Galicia enterraron a sus muertos.
A más profundidad, más antigüedad, resume el deán. En las áreas más superficiales, las excavaciones dirigidas por Manuel Chamoso Lamas pusieron al descubierto tumbas medievales. No obstante, ese hecho ya se conocía porque existen fuentes escritas de la época, a partir del siglo IX. Lo que querían los arqueólogos era información que solo puede ofrecer la piedra cuando los documentos escritos faltan. La curiosidad les llevó a hincar más la pica y la pala en el suelo para descubrir testimonios de los siglos anteriores.
Del VIII, reconoce el deán, no apareció nada más que una capa de tierra "arqueológicamente estéril", pero, una vez "removida", desveló la existencia de ataúdes con tapa de "stola", lo que indica su procedencia suévica, una necrópolis que todavía conserva osamentas humanas y cuyo uso pudo haberse prolongado desde los siglos V al VII. Pero, una vez liberadas de la prisión de la tierra, hasta en un centenar de casos, también salieron a la luz tumbas de la época romana.
Según subrayó el deán de la catedral, "todo lo excavado es perfectamente conforme con la tradición" que narra el traslado de los restos del Apóstol Santiago hasta Compostela, aunque "no es demostrativo", y además permite retrotraerse hasta una época más antigua". Además, insistió, las picas de los arqueólogos –que comenzaron su labor por la curiosidad de personajes como López Ferreiro, que buscaba localizar la tumba del Apóstol– sacaron a la luz, como afirma Chamoso Lamas en uno de sus escritos y puede comprobarse en una de las naves laterales de la catedral, la lauda sepulcral del obispo Teodomiro, al que se atribuye el descubrimiento de los restos del Apóstol.
Y es que el templo románico no se construyó sobre la nada, sino que ya existían al menos dos basílicas anteriores –las de Alfonso II y Alfonso III, que fue destruida en el año 997 por Almanzor–, que se fueron quedando pequeñas, y un mausoleo romano. De todas estas construcciones –aunque buena parte de sus piedras fueron recicladas para levantar el actual templo– han aparecido vestigios en las excavaciones arqueológicas, como podrá comprobar el que visite la necrópolis, al tiempo que disfrutará de una privilegiada vista de la muralla de la ciudad en el siglo XI y de la base de la torre que la protegía.
Desde el Museo da Catedral se avanzan ya otras novedades para este año. Para empezar, en julio se inaugurará la remodelación de su planta y entreplanta, y en cuanto comience el curso estará lista un aula didáctica para las visitas escolares. No obstante, de momento, ahí están las excavaciones: para pedir cita, el teléfono es el 981552985
@Menos del título del post, Carmen Villar, (Santiago)/Faro de Vigo.es