El Parador de San Marcos, en León, cuenta con una historia que se remonta al siglo XII, cuando la infanta Doña Sancha realizó una donación para la construcción de un templo y un hospital con el fin de "hospedar a los pobres de Cristo" en su tránsito jacobeo por el Camino de Santiago, un periodo en el que el conjunto arquitectónico ha tenido numerosas utilidades hasta proyectarse como "uno de los mejores hoteles del mundo" tras su remodelación, cuyas obras prevén culminar en 2014.
A principios del siglo XVI, el viejo edificio medieval pensado para hospedar a los peregrinos fue derruido y en su lugar, Fernando el Católico encargó un nuevo complejo conventual a don Pedro de Larrea, una obra que fue llevada a término por Juan de Orozco y en la que también intervinieron en los trabajos Martín de Villarreal y Juan de Badajoz el Mozo, ayudados por los escultores Juan de Juni y Juan de Angers.
La Orden de Santiago lo convirtió en su Casa Mayor en el Reino de León y las obras se prolongaron hasta entrado el siglo XVIII, según informa Paradores de Turismo en su página web, www.paradores.es.
El conjunto de San Marcos es una de las obras más sobresalientes del Renacimiento hispano. La fachada plateresca está formada por un amplio lienzo de muro, integrado por un gran zócalo y dos cuerpos, rematado todo en crestería y candeleros. Queda rematada por una torre -de tipo palacial de amplio basamento donde luce una gran cruz de Santiago y un león- al extremo de poniente y por la iglesia al otro lado.
LA CELDA DE QUEVEDO
En su larga y extensa historia, San Marcos ha albergado un sinfín de visitantes, entre ellos, Francisco de Quevedo, que permaneció preso a instancias del Conde-Duque de Olivares, según relató el propio autor desde su celda, durante casi cuatro años "de rigurosísima prisión", enfermo, con "los fríos y la vecindad" del río Bernesga que le "canceraron"; el mismo lugar en el que el autor comenzó a escribir los últimos capítulos de 'Vida de S. Pablo', 'Constancia y paciencia del Santo Job' y la 'Providencia de Dios'.
No obstante, los verdaderos "avatares" de la utilización de San Marcos comenzaron en 1836, con la supresión del convento, y se prolongaron hasta la inauguración del Parador Nacional en 1964.
Durante este periodo, el conjunto, tasado por los peritos Santiago Palomares y Perfecto Sánchez Iváñez en 1843 en "985.700 reales", ha sido sede de un Instituto de Segunda Enseñanza, 'Casa de misioneros y corrección de eclesiásticos', Escuela de Veterinaria, Casa de Misiones de la Compañía de Jesús, Hospital Penitenciario, 'Parada de sementales', Casa central de estudios de los Padres Escolapios, oficinas del Estado Mayor del Séptimo Cuerpo del Ejército, Prisión Militar y cuartel de caballería.
UN SIGLO Y MEDIO DE "PERMANENTE PUGNA"
Así, constituyó una "permanente pugna" entre Diputación, Diócesis, Ministerio de la Guerra, Ministerio de Hacienda y Ministerio de Educación durante un periodo de un siglo y medio en el que incluso se llegó a solicitar "el derribo total del edificio".
San Marcos es una de las arquitecturas más destacadas del Renacimiento español. La portada principal consta de dos cuerpos y una gran peineta que remata rompiendo su unidad horizontal y el claustro, aunque se construyó en tres etapas diferenciadas en los siglos XVI, XVII y XVIII, se configura como un conjunto unitario y armónico.
La iglesia, de estilo encuadrado en el último gótico hispano denominado 'Reyes Católicos', está enmarcada entre dos torres inacabadas entre las cuales una gran bóveda de crucería cobija el pórtico. Además, cuenta con dos hornacinas en las torres, en una de las cuales una lápida empotrada en la pared indica la terminación del templo el día 3 de junio de 1541.
El Museo de San Marcos se configura en tres salas, de las que dos constituyen lo más destacado del edificio y forman la antigua sacristía. Además, alberga la obra de su artífice, el maestro Juan de Badajoz 'el Joven'.
El interior del Parador muestra en su interior numerosos elementos artísticos y decorativos como pinturas de la antigua escuela flamenca, tallas de madera, muebles recuperados de iglesias y casonas derruidas, tapices, bargueños y trabajos de artistas contemporáneos como Lucio Muñoz, Vela Zanetti, Redondela, Álvaro Delgado, Ochoa, Macarrón y Vaquero Turcios.
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