Queridos +Hermanos y +Hermanas, postulantes, familiares, simpatizantes, amigos y vecinos:
Celebramos en el día de hoy una nueva Investidura Templaria en esta maravillosa Iglesia de Beade, iglesia que se nos quitó por la envidia y la simonía de la realeza innoble y el cobarde comportamiento de la autoridad eclesial ante el miedo de perder toda distinción por el poder de las armas reales. Se nos quitó y se entregó a otra Orden de Caballería, orden que recogió a muchos de nuestros +Hermanos, como recogió todos los bienes que nos fueron confiscados y a ella confiados, pero que no levantó ni una sola voz en defensa de nuestra querida Orden del Temple.
Hoy estamos aquí, es nuestra Iglesia, en la Iglesia que nunca dejó de pertenecer al Temple en las conciencias de todo aquel que conocía su historia, e Iglesia que debe hoy resistir los ataques que desde dentro le dedican los mismos que acusaron a la Orden del Temple de todos los delitos imaginarios y falsos que pudieron armar ante unos tribunales ya decididos desde el principio a desarticular a quienes solo fueron obedientes servidores de una doctrina, la de Nuestro Señor, y que respetaron las creencias de todo aquel que en Dios tenía su mira, llamándole como lo llamaran, pero un mismo Dios para todos, una misma Luz, esa Luz de Libertad que ilumina el corazón de los hombres que escuchan.
Hoy la Iglesia está recibiendo ataques profundos, serios, muy serios y graves, pero no de fuera, sino desde su mismo seno. Aquellos Squin de Florian que clamaban contra la Orden del Temple, o los Nogarets, o los De París, que acusaban y torturaban en nombre de una pretendida Iglesia amorosa de Dios, hoy vuelven a atacar a la Iglesia. Si en aquel entonces atacaron a la mejor Rosa de la Casa de Dios en la Tierra y con la complicidad temerosa y cobarde de un Papa casi consiguieron destruirla, logrando la desarticulación de la Orden, hoy, con nuevas caras y nuevos nombres, amenazan la unidad y la honorabilidad, apoyados también en muchos casos por los príncipes encargados de defenderla.
Los pederastas, los estafadores, los profanadores, no vienen de fuera de la Iglesia, vienen de dentro, confiados en siglos de impunidad, tranquilos en su poder terrenal. Pero algo ha cambiado, gracias a Dios, y es que por fin el libre albedrío que Él en su sabiduría nos entregó por encima de la misma Iglesia, como don divino entregado al hombre y reprimido durante milenios por los farisaicos dirigentes de sectarios movimientos dentro del Vaticano, está más vivo que nunca.
Hoy los Templarios debemos enfrentarnos de nuevo a esa lacra, a esa falsa Iglesia de Dios que corrompe niños y defrauda confianzas, y no tenemos que repetir lo de antaño. Esta vez no hay que buscar refugio en otras Órdenes, en Hermandades agradecidas que nos aceptaron en sus logias, esta vez hay que presentar batalla, denunciar los casos de delincuentes que actúan en nombre de Dios con las acciones del Anticristo, atacar los puntos neurálgicos de esta Iglesia corrupta y depravada que pretende ejemplarizar sin pensar las consecuencias de sus errores y desmontar sus crímenes y delitos para levantar de nuevo el Templo limpio y puro, virginal en su moral, en su doctrina.
No echemos la culpa a ateos ni busquemos enemigos fuera de casa, están dentro, todos dentro, y nuestro deber, nuestra obligación como Caballeros del Templo es desenmascararlos, denunciarlos, acosarlos para que finalmente abandonen este mismo Templo del que intentaron expulsarnos y del que nunca pudieron separarnos.
+Hermanos y +Hermanas que hoy habéis recibido o estáis a punto de recibir el Blanco Manto que protegió durante siglos el viejo árbol del bien y del mal traído de aquel Oriente en el que nuestros +Hermanos primigenios contactaron con las enseñanzas más cercanas a la doctrina cristiana, vosotros, nosotros, debemos reconstruir ese Templo del Verbo, destruido por aquellos que debían protegerlo, y deberemos hacerlo a través del Conocimiento, de la Idea, de la Energía, de la Fuerza, desde el convencimiento de que es nuestro Deber Absoluto.
Este acto que hoy realizan, +Hermanos y +Hermanas mías, es un compromiso, un juramento mediante el cual se obligan a dedicarse en cuerpo y alma a conseguir un mayor progreso moral y material a toda la hermanad humana, sin distinción alguna. Se obligan a unir y no desunir a los +Hermanos Templarios mediante actos contrarios a La Regla, a defender a la Orden y al resto de los hermanos profanos de cualquier acto de tiranía, venga de donde venga, sea cual sea el tirano, el opresor, y se obligan, sobre todo, a no devolver la espada a su vaina mientras no hayan sido vengados y su honor defendido los +Hermanos Mayores, aplastados materialmente por la corrupción real y eclesial que tan solo pudo romper sus cuerpos, resultando los +Hermanos, por tanto, vencedores al no poder ser corrompida ni su dignidad humana, que no viene por la carne, ni su libre albedrío, al elegir morir en las terribles llamas de la hoguera antes de secundar la vergüenza y los sacrilegios a los que querían forzarles.
Mantengamos como ellos nuestro libre albedrío por encima de todo y seamos dignos de esa diferencia entre el hombre libre y el sumiso, porque ni Nuestro Señor fue sumiso ni vino a enseñarnos que algo era superior a lo que Él, con su aparente muerte nos entregó, la victoria de la Luz sobre lo velado, de la Libertad del Conocimiento sobre la oscuridad de la ignorancia, de la Vida Eterna sobre la muerte temporal e inmediata.
Damas y Caballeros, Por Jacques de Molay, por los +Hermanos traicionados, por el Templo, por su Orden, Non Nobis.