No tenemos ninguna necesidad de defendernos de esos talibanes que se dicen católicos y continúan anclados en siglos pasados y que sobre todas las cosas mantienen la obediencia ciega e irresponsable en dictados de algunos príncipes de la Iglesia Católica, criticando nuestra manera de denunciar publicamente los abusos y delitos de algunos delincuentes amparados en sus sotanas, pero a esos "meapilas" que prefieren tapar antes que limpiar denunciando los casos, les subimos las palabras del Papa Benedicto XVI para que lean y vean que es exactamente lo mismo que exijimos desde nuestras páginas, y les aseguro que ni el Papa lee Fratertempli ni estamos en contacto con él para predecir sus palabras, lo único que ocurre es que lo justo es justo, y en sus palabras, el perdón no sustituye a la Justicia a la que deben someterse esos indignos miembros de la Iglesia católica al igual que se somenten los demás seres humanos cuando son sorprendidos y denunciados por esos delitos.
Si la Iglesia no quiere caer hasta desaparecer, debe limpiar a fondo sus estancias y denunciar y llevar ante la justicia a todos los delictivos miembros que abusan de su posición para amargar la vida de cientos de niños.
Lean ahora las palabras del Papa en Fátima:
El Papa dice que la crisis por los abusos «no proviene de enemigos de fuera»
En su encuentro con los periodistas durante el vuelo a Lisboa, Benedicto XVI clarificó ayer definitivamente que la crisis de los abusos sexuales no es una persecución externa sino que «nace del pecado de la Iglesia» como se ve de modo «realmente aterrador». El Papa volvió a distanciarse de altos responsables vaticanos que han criticado a la prensa en lugar de ponerse a resolver con energía un problema interno sin precedentes.
En respuesta a una pregunta sobre el tercer secreto de Fátima, el Santo Padre confirmó que las persecuciones anunciadas por la Virgen a Sor Lucía se referían a «una gran visión del sufrimiento del Papa que podemos referir sustancialmente a Juan Pablo II», aunque Jesucristo «ya nos dijo que la Iglesia sufriría siempre, hasta el fin del mundo».
Benedicto XVI, que conocía de antemano la pregunta, precisó que «la novedad de hoy es que los ataques al Papa y a la Iglesia no vienen sólo de fuera, sino que los sufrimientos de la Iglesia vienen precisamente del interior de la Iglesia, del pecado que existe en la Iglesia».
El perdón no es justicia
De modo absolutamente diáfano, el Papa añadió que «esto lo sabíamos desde siempre, pero hoy se ve de modo realmente aterrador: la mayor persecución de la Iglesia no viene de enemigos de fuera sino que nace del pecado de la Iglesia». Por lo tanto, «la Iglesia debe aprender de nuevo la penitencia, aceptar la purificación e implorar el perdón así como la necesidad de la justicia, pues el perdón no sustituye a la justicia».
La maniobra de algunos altos eclesiásticos para negar el problema culpando de la crisis a la prensa cae por tierra ante las palabras de un Pontífice que lleva muchos años intentando hacer una limpieza que otros dificultan, en buena parte por clericalismo.
Sus palabras fueron más allá de la carta a los católicos irlandeses, en la que invitaba a los sacerdotes culpables a autodenunciarse, y mas allá del comunicado sobre la Legión de Cristo en el que el Papa agradeció el valor de las víctimas que se atrevieron a denunciar los abusos de Maciel. Benedicto XVI ha puesto a la Iglesia frente al verdadero problema, lo cual acelerará notoriamente la solución.
Afecto por España
Su diagnóstico sobre los abusos sexuales protagonizó la primera jornada en Lisboa, culminada en una misa con doscientos mil fieles en el centro de la ciudad. La bienvenida de los portugueses fue entusiasta, en un clima de fiesta por las calles soleadas de la capital. Al sobrevolar territorio español camino de Lisboa, el Papa dirigió un telegrama a lo Reyes en el que reiteraba «mi cercanía y afecto por el pueblo español» y al que deseaba «prosperidad pacífica, convivencia y solidaridad».
Si la Iglesia no quiere caer hasta desaparecer, debe limpiar a fondo sus estancias y denunciar y llevar ante la justicia a todos los delictivos miembros que abusan de su posición para amargar la vida de cientos de niños.
Lean ahora las palabras del Papa en Fátima:
El Papa dice que la crisis por los abusos «no proviene de enemigos de fuera»
En su encuentro con los periodistas durante el vuelo a Lisboa, Benedicto XVI clarificó ayer definitivamente que la crisis de los abusos sexuales no es una persecución externa sino que «nace del pecado de la Iglesia» como se ve de modo «realmente aterrador». El Papa volvió a distanciarse de altos responsables vaticanos que han criticado a la prensa en lugar de ponerse a resolver con energía un problema interno sin precedentes.
En respuesta a una pregunta sobre el tercer secreto de Fátima, el Santo Padre confirmó que las persecuciones anunciadas por la Virgen a Sor Lucía se referían a «una gran visión del sufrimiento del Papa que podemos referir sustancialmente a Juan Pablo II», aunque Jesucristo «ya nos dijo que la Iglesia sufriría siempre, hasta el fin del mundo».
Benedicto XVI, que conocía de antemano la pregunta, precisó que «la novedad de hoy es que los ataques al Papa y a la Iglesia no vienen sólo de fuera, sino que los sufrimientos de la Iglesia vienen precisamente del interior de la Iglesia, del pecado que existe en la Iglesia».
El perdón no es justicia
De modo absolutamente diáfano, el Papa añadió que «esto lo sabíamos desde siempre, pero hoy se ve de modo realmente aterrador: la mayor persecución de la Iglesia no viene de enemigos de fuera sino que nace del pecado de la Iglesia». Por lo tanto, «la Iglesia debe aprender de nuevo la penitencia, aceptar la purificación e implorar el perdón así como la necesidad de la justicia, pues el perdón no sustituye a la justicia».
La maniobra de algunos altos eclesiásticos para negar el problema culpando de la crisis a la prensa cae por tierra ante las palabras de un Pontífice que lleva muchos años intentando hacer una limpieza que otros dificultan, en buena parte por clericalismo.
Sus palabras fueron más allá de la carta a los católicos irlandeses, en la que invitaba a los sacerdotes culpables a autodenunciarse, y mas allá del comunicado sobre la Legión de Cristo en el que el Papa agradeció el valor de las víctimas que se atrevieron a denunciar los abusos de Maciel. Benedicto XVI ha puesto a la Iglesia frente al verdadero problema, lo cual acelerará notoriamente la solución.
Afecto por España
Su diagnóstico sobre los abusos sexuales protagonizó la primera jornada en Lisboa, culminada en una misa con doscientos mil fieles en el centro de la ciudad. La bienvenida de los portugueses fue entusiasta, en un clima de fiesta por las calles soleadas de la capital. Al sobrevolar territorio español camino de Lisboa, el Papa dirigió un telegrama a lo Reyes en el que reiteraba «mi cercanía y afecto por el pueblo español» y al que deseaba «prosperidad pacífica, convivencia y solidaridad».