Juan Antonio Florido mezcla realidad y fantasía en la treintena de relatos breves recogidos en 'Málaga en lo infinito II' .Un libro rescata en forma de cuentos hechos y personajes olvidados.Cuentan unos escritos medievales que un malagueño conoció a Jesús; reza la leyenda que extraños sucesos ocurrieron en la venta de Pata Corta en el camino a Casabermeja; y se dice que fue el mal de amores el que acabó con Juan Jiménez, tabernero de calle Jaboneros que apareció ahorcado en una cruz frente al cementerio de San Miguel. ¿Qué pasó en realidad? Nadie, salvo sus olvidados protagonistas, lo sabe a ciencia cierta, pero sus historias dejan vía libre a la imaginación. Y el malagueño Juan Antonio Florido la hace volar en su libro 'Málaga en lo infinito II' (Editorial Arguval), un trabajo que recoge y amplía una obra anterior de relatos hiperbreves. A través de 36 cuentos, Florido rescata vivencias, personajes y hechos de la Málaga de otro tiempo que no han trascendido a las enciclopedias.
Tienen un sustrato de realidad y de documentación, pero a partir de lo poco conocido el autor fábula y adorna con un lenguaje ameno y directo una hipótesis de lo que pudo suceder. «Todos tienen una carga de ilusión y fantasía. Si no, sería la historia fría que acostumbramos a leer», cuenta. Así por ejemplo, rememora los momentos gloriosos del Teatro Romano a través de la breve biografía de un supuesto gladiador malagueño, Franquista 'el Malacitanum'; envuelve de misterio las tres cuevas que aún existen en la falda del Monte Coronado -La Hidra, la Mina de los Caballitos y la Casa de las Tormentas- con la narración de la inesperada muerte de un niño que una noche recorrió las tres cavidades; y recrea un típico corralón malagueño del barrio de la Trinidad y las posibles andanzas de sus vecinos en 'El hombre del diente de plomo'. Pero hay muchos cuentos más: 'Las cuatro columnas de Tartesos', 'El bandido Bartolo', 'La torre de los Cuatro Vientos', 'Los boquetillos del puente de la Aurora', 'La dama de la plaza de la Merced', 'El monstruo de la calle Alta'...
Las fuentes
Son leyendas que se transmiten de generación en generación, historias que le son cercanas -de niño conoció la taberna de Juan Jiménez y en el barrio se hablaba de sus amoríos: uno de ellos le pudo llevar al suicidio-, o que escuchó de pequeño. Muchas se basan en lo que entonces le contaba El Melón, un vagabundo que desaparecía durante meses y luego volvía a dar señales de vida en casa de su abuela. «Tenía una filosofía que me estremecía. Muchísimas de las cosas que cuento vienen a través de él», apunta Florido.
A sus 66 años, es un autor tardío. Descubrió la magia de la escritura hace quince años a través de las cartas al director que mandaba a los periódicos. «Me di cuenta de que lo pasaba bien añadiendo a mis opiniones sociales alguna historia curiosa y llamativa sobre la ciudad». Ahora, recién jubilado de la Autoescuela que creó hace años, no hay quien le separe del bolígrafo -se resiste a usar ordenadores- cuando le llega la inspiración. «Hago lo que más me gusta: escribir de Málaga y a la vez conseguir que sea más monumental,
que su gente conozca su sociología». Ya prepara un nuevo volumen.
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