El sacerdote de Pals (Baix Empordà), Josep Planas, trajinaba por la iglesia con los preparativos de la comunión de un grupo de niños. Sobre las seis y media, salió un momento y fue a su casa, que está justo enfrente. Confiado, dejó la parroquia abierta. Volvió al poco, caminó hasta el altar y cuando se dio la vuelta... "¡Ostras! ¡Se han llevado a san Pedro!", exclamó. En su ausencia, alguien había arrancado la imagen del santo de los clavos que la sostenían. La escultura barroca en madera de nogal mide casi un metro y es del siglo XVII. Piezas similares se venden por entre 5.000 y 7.000 euros, según un experto en arte.
Planas está apesadumbrado. "Es el patrón de la iglesia", lamenta, sentado en uno de los bancos de la entrada del templo, donde hojea un periódico. A su lado, está el hueco que ha dejado el santo. Sólo queda el aro metálico que le hacía de aureola y el pie de hierro con cuatro clavos desnudos y oxidados. El robo sucedió el pasado miércoles, según publicó ayer el Diari de Girona. Al día siguiente, Planas lo denunció a la policía."Los policías echaron un polvo blanco por ahí encima para tomar huellas", dice, señalando el respaldo de madera del banco. De soslayo, mira a los visitantes. No quiere que nadie le juegue otra mala pasada. "Le he pedido a un amigo que me haga una protección de hierro para la Virgen y para el santo Cristo", indica. Teme también por la pila bautismal de la iglesia que, como singularidad, tiene una máquina expendedora de velas.
El sacerdote desconocía que su san Pedro era una pieza valiosa. En el obispado le informaron de que se trata de una imagen barroca. Por ahora no hay rastro del santo, pero en Pals hay quien vio correr a un hombre justo en el momento en que la robaron. Y se trata de un lugareño. "La policía ya lo sabe y lo está investigando", asegura Planas.
El robo de Pals es hasta el momento el más valioso de los múltiples expolios que han sufrido las iglesias gerundenses. En lo que va de año, más de 20 parroquias han caído en manos de ladrones. La iglesia de Sant Feliu, en Girona, ha sido la más importante de todas ellas. Al cerrar, un ladrón (o más de uno, todavía no está claro) se quedó dentro y se llevó el dinero de las limosnas. Además, dañó el sepulcro de san Narciso. Quiso abrirlo por donde no debía y lo rompió. Lo extraño es que no se llevó la pieza de chapa de plata que arrancó involuntariamente, lo que hace pensar que no son profesionales.
Otro robo sonado afectó a la campana de una ermita de Quart. No se sabe cómo, unos cacos se subieron al campanario y se llevaron el instrumento de bronce, que pesa unos 100 kilos (en un primer momento, se dijo que llegaba a los 500). Unos días después los Mossos d'Esquadra dieron con la campana en el pueblo vecino de Sils y detuvieron a dos personas.
El obispado ha pedido a los sacerdotes de sus casi 400 parroquias que se anden con ojo. También han tomado algunas medidas, como poner alarmas y cerraduras o comprobar el confesionario antes de cerrar.
@REBECA CARRANCO/El País