Zapatero osa defender el carácter inviolable de la vida humana mientras su gobierno facilita el aborto. En contra de la pena de muerte, excepto para los no nacidos
José Luis Rodríguez Zapatero participó ayer en la inauguración del Coloquio Internacional sobre la abolición de la pena de muerte. A pesar de que su gobierno está empeñado en facilitar el aborto en España, Zapatero pidió a los gobiernos de todo el mundo «que sean plenamente consecuentes con el carácter inviolable, incondicionado de la vida humana y con el derecho a no ser sometido a penas crueles, inhumanas y degradantes». No aclaró como puede conciliar esa petición con la violación del derecho a la vida humana a los embriones y fetos.
(InfoCatólica) El mismo Zapatero que hace todo lo que está en su mano en España para que los seres humanos no nacidos puedan ser "eliminados" antes de nacer, no tuvo empacho en asegurar que “el derecho a la vida es el Derecho Supremo, como lo ha calificado el Comité de Derechos Humanos, porque sin su garantía efectiva todos los demás derechos carecen de significado y de razón de ser".
Zapatero defendió demás la "exigencia universal de respeto a los Derechos Humanos" aunque ello cause problemas con el principio de no injerencia en los asuntos internos de los Estados.
El presidente del Gobierno llegó a asegurar que los Derechos Humanos se han convertido para España en uno de los "ejes vertebradores" de su política exterior, lo cual, según él, "no es causa fácil: requiere de firmeza, coherencia e ideas claras".
Rodríguez Zapatero afirmó que los Derechos Humanos "no son patrimonio de nadie", de Occidente ni de Oriente: "Son valores universales que todos los Estados tienen la obligación de proteger en su propio territorio y también de denunciar su violación cuando no sean respetados de conformidad con el Derecho Internacional".