Son varios millones de aterrados espectadores en todo el planeta los que han visto la taquillera 2012. Y aunque la cinta, a punta de efectos especiales, narra el final de los tiempos, a los que no se les acaba el mundo es a sus productores. Solo en Estados Unidos, hasta mediados de la semana, el filme había recaudado 149 millones de dólares. En el resto del mundo unos 666 millones de dólares. De catástrofe nada, es el éxito total.
Transformación o Armagedón
¿Qué hay de cierto en este bien montado márketing cinematográfico? Los científicos que investigan los códices mayas descubrieron que estos encerraban, al menos siete profecías. La séptima, llena de simbolismo, narra que entre los años de 1999 a 2012 habrá un giro cíclico en el sistema solar. La predicción habla del advenimiento de una gran transformación pero Hollywood, con gran astucia, la ha traducido como el Armagedón, como el fin de los tiempos.
Refutar la interpretación
Hay varias consideraciones para refutar que estemos asomándonos al final. Los llamados libros de Chilam Balam —de donde se sacó la agorera fecha (21/12/2012)—, relatan la historia de los mayas y fueron escritos por personajes anónimos tras la llegada de los españoles. Son fuente importante conocer la religión, medicina, historia, tradición y astronomía maya. Según estudiosos de diferentes épocas solo se recuperaron fragmentos y la colección no está completa. Es más, el papiro donde figuraba la predicción de marras estaba en malas condiciones y fue transcrito pudiendo ser alterado. Anthony Aveni, destacado antropólogo y considerado padre de la arqueoastronomía refuta el asunto. En su libro “The End of Time, The Maya Mystery” sostiene que se está interpretando la predicción del fin de un ciclo (los mayas creían que el tiempo era cíclico), desde la perspectiva judeocristiana, donde el concepto del tiempo es lineal. En esta tradición sí hay un final de los tiempos, pero entre los mayas, explica Aveni, el fin de un ciclo da origen a un cambio significativo. No es el acabose.
De interpretación en interpretación
La interpretación del 2012 fue del arqueólogo Eric S. Thompson, quien hizo la comparación del calendario maya con el nuestro, fijando su fin para el 21 de diciembre del año en cuestión. Nunca habló de desastres. Quien lo hizo fue Michael D. Coe, en su libro de 1966, “The Maya”. Allí interpretó que Thompson había descubierto la “gran aniquilación”, cuando el ciclo maya llegue a su final. Pero los textos mayas no hablan de ninguna aniquilación. Solo expresan frases enigmáticas como “El quetzal vendrá, el pájaro verde vendrá” o “Los dioses del Este y del Oeste hicieron una pausa en su viaje”. Nada más.
Nada de profecías
Mark van Stone, estudioso de los jeroglíficos mayas, dice que los textos de los códices y de sus esculturas no son profecías, tal como se entienden ahora, sino fechas triviales. Stephen Houston, en su libro “Lo que no sucederá en 2012”, asegura que tales fechas no son augurios de cataclismos. “Acerca de esto —ha bromeado Houston— los mayas son, si hemos de decir la verdad, un poco aburridos”. Lucía Norma Ross ha escrito un ensayo donde afirma que a lo que se refieren es a “una evolución espiritual a niveles superiores”. De lo que sí hablan los mayas, dice Ross, es de los grandes cambios climáticos del planeta. Como se sabe, los mayas tenían grandes conocimientos de astronomía y matemáticas, y un sistema de escritura jeroglífica. Un día abandonaron todo y la selva se tragó sus ciudades. Ese sí es un enigma.
El año del fin
El 2012 aparece en el llamado Códice de Dresde.
Este encierra las pautas para el desarrollo calendárico y astronómico maya.
Se empezó a descifrar gracias a las investigaciones del sabio Alexander von Humboldt.
El manuscrito (hecho sobre la corteza de una higuera silvestre), tiene 39 láminas escritas por ambos lados. Mide 3,56 metros.
Data de 1250, es el más antiguo de los tres códices mayas y el más elaborado.
El Código de Dresde revela que los mayas tenían tres calendarios relacionados entre sí.
Comparado con el nuestro, el calendario maya se inicia en el 3113 a.C., y finaliza el 2012 D.C.
@Enrique Sánchez Hernani/El comercio.com.pe
Transformación o Armagedón
¿Qué hay de cierto en este bien montado márketing cinematográfico? Los científicos que investigan los códices mayas descubrieron que estos encerraban, al menos siete profecías. La séptima, llena de simbolismo, narra que entre los años de 1999 a 2012 habrá un giro cíclico en el sistema solar. La predicción habla del advenimiento de una gran transformación pero Hollywood, con gran astucia, la ha traducido como el Armagedón, como el fin de los tiempos.
Refutar la interpretación
Hay varias consideraciones para refutar que estemos asomándonos al final. Los llamados libros de Chilam Balam —de donde se sacó la agorera fecha (21/12/2012)—, relatan la historia de los mayas y fueron escritos por personajes anónimos tras la llegada de los españoles. Son fuente importante conocer la religión, medicina, historia, tradición y astronomía maya. Según estudiosos de diferentes épocas solo se recuperaron fragmentos y la colección no está completa. Es más, el papiro donde figuraba la predicción de marras estaba en malas condiciones y fue transcrito pudiendo ser alterado. Anthony Aveni, destacado antropólogo y considerado padre de la arqueoastronomía refuta el asunto. En su libro “The End of Time, The Maya Mystery” sostiene que se está interpretando la predicción del fin de un ciclo (los mayas creían que el tiempo era cíclico), desde la perspectiva judeocristiana, donde el concepto del tiempo es lineal. En esta tradición sí hay un final de los tiempos, pero entre los mayas, explica Aveni, el fin de un ciclo da origen a un cambio significativo. No es el acabose.
De interpretación en interpretación
La interpretación del 2012 fue del arqueólogo Eric S. Thompson, quien hizo la comparación del calendario maya con el nuestro, fijando su fin para el 21 de diciembre del año en cuestión. Nunca habló de desastres. Quien lo hizo fue Michael D. Coe, en su libro de 1966, “The Maya”. Allí interpretó que Thompson había descubierto la “gran aniquilación”, cuando el ciclo maya llegue a su final. Pero los textos mayas no hablan de ninguna aniquilación. Solo expresan frases enigmáticas como “El quetzal vendrá, el pájaro verde vendrá” o “Los dioses del Este y del Oeste hicieron una pausa en su viaje”. Nada más.
Nada de profecías
Mark van Stone, estudioso de los jeroglíficos mayas, dice que los textos de los códices y de sus esculturas no son profecías, tal como se entienden ahora, sino fechas triviales. Stephen Houston, en su libro “Lo que no sucederá en 2012”, asegura que tales fechas no son augurios de cataclismos. “Acerca de esto —ha bromeado Houston— los mayas son, si hemos de decir la verdad, un poco aburridos”. Lucía Norma Ross ha escrito un ensayo donde afirma que a lo que se refieren es a “una evolución espiritual a niveles superiores”. De lo que sí hablan los mayas, dice Ross, es de los grandes cambios climáticos del planeta. Como se sabe, los mayas tenían grandes conocimientos de astronomía y matemáticas, y un sistema de escritura jeroglífica. Un día abandonaron todo y la selva se tragó sus ciudades. Ese sí es un enigma.
El año del fin
El 2012 aparece en el llamado Códice de Dresde.
Este encierra las pautas para el desarrollo calendárico y astronómico maya.
Se empezó a descifrar gracias a las investigaciones del sabio Alexander von Humboldt.
El manuscrito (hecho sobre la corteza de una higuera silvestre), tiene 39 láminas escritas por ambos lados. Mide 3,56 metros.
Data de 1250, es el más antiguo de los tres códices mayas y el más elaborado.
El Código de Dresde revela que los mayas tenían tres calendarios relacionados entre sí.
Comparado con el nuestro, el calendario maya se inicia en el 3113 a.C., y finaliza el 2012 D.C.
@Enrique Sánchez Hernani/El comercio.com.pe