La aspiración de los archiveros es que el público pueda acceder a los documentos con total libertad. «Abrir los archivos a todos, ese es nuestro objetivo», subraya Anabella Barroso. Pero el trasiego de gente puede provocar problemas de conservación, sobre todo en los documentos más antiguos. Códices de época medieval, legajos, pergaminos o documentos antiguos de papel -un material que tiene muy mala vejez- pueden sufrir mucho con el tacto.
Para alargar en la medida de lo posible la vida material de los documentos se emplean cajas de baja acidez o papel de una resistencia especial, pero lo mejor es «hacer lo posible porque los originales no se toquen», precisa Bernat Juan Rubí. Por eso la gran mayoría de los archivos están haciendo grandes esfuerzos por digitalizar sus fondos, y cumplir así las dos funciones primordiales del archivo: conservar y difundir. El Diocesano de Vizcaya está muy avanzado en este proceso. Todos los registros sacramentales, que suponen un 70% de sus fondos, están ya digitalizados. Esto ha permitido colgar en Internet más de 2 millones y medio de documentos, que están al alcance del público en la web http://www.aheb-beha.org
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