Desde un hueso cúbito de Santa Faustina a astillas de la Cruz pasando por arena del campo donde se crió Adán
No es la de Ourense una diócesis boyante en reliquias pero algunas decenas de ellas se conservan. El 11 de noviembre se da a besar una en la catedral; el 5 de febrero sale en procesión otra en Outarelo, O Barco y diócesis de Astorga. En O Carballiño nada menos que una astilla de la Cruz de Cristo originó el singularísimo templo de A Veracruz. Los huesos de santo ha generado veneración y arte, de mil formas y diseños.
Desde la Contrarreforma el relicario se plantea, dice el profesor Manuel Arias, de Valladolid, como un precursor del museo. Las reliquias prestigiaban al templo que las acogía y eran la mejor forma de acercar a los fieles a un santo determinado.
Si nos fijamos en las formas de los relicarios, en Ourense veremos las lipsanotecas de la catedral, es decir, dos cajitas de madera que pudieron haber sido usadas para consagrar el templo en 1188, una en el altar mayor, la otra, en otro. También aquí hay restos de un tenante del altar mayor primitivo y se aprecia un hueco donde se colocarían las reliquias de San Martiño. Otros relicarios son arquetas como la de Santa Valeria que contenía restos de los santos Adrián, Eulalia y Sebastián. O la de San Esteban y piezas semejantes, todas de los siglos XII o XIII, de los talleres de Limoges, de marfil así como la arqueta de las reliquias de Santa Eufemia, del siglo XV.
Si nos vamos a Santo Estevo, edificio condicionado por las reliquias, veremos arcas de los relicarios de los nueve obispos santos: Ansurio, Vimarasio, Gonzalo Osorio, Froalengo, Servando, Viliulfo, Pelayo, Alfonso y Pedro. De 1662 es un manuscrito del monasterio pidiendo al Papa culto a esos obispos en la diócesis de Ourense. Otro diseño, el de las cruces relicario de altar. Las hay en Celanova, de 1644; en Castro Caldelas, de 1600 con huesos de mártires y en Xunqueira de Ambía, del siglo XVII, que pudo haber tenido una reliquia de la Pasión.
Costilla de la Magdalena
En la catedral hay, además, dos relicarios, uno de San Rosendo y el otro de San Torcuato, ambos del XVI. También aquí existen dos recipientes, uno con una costilla de Santa María Magdalena y otro con un cúbito de Santa Faustina. Pero en el primer templo diocesano hay más pues conserva dos relicarios en forma de custodia, del siglo XVIII y otros dos en el archivo de la basílica, con restos de los santos Cosme, Damián, Bonifacio, Vidal, Apolonia, Cecilia, Bibiana y Úrsula. En Allariz pervive un relicario circular de la abadesa Taboada, del siglo XVIII, que contiene un grabado con Santa Clara, un paño del Niño Jesús, un trozo de la túnica de Santa Clara y otro del sepulcro de San Lorenzo.
Volviendo a Celanova veremos, de la misma centuria, un relicario que pudo haber portado el Lignum Crucis (un trozo de la cruz); otro con varios huesos y un tercero en el que se da cuenta de restos de San Aurelio, del campo donde se crió Adán, del hábito de San Iván de Sahagún o del lugar donde Cristo ayunó 40 días y arena del lugar donde subió a los cielos; huesos de San Valentín, de San Bonifacio así como de los santos Abundio, Víctor y, por si fuera poco, un trozo del cementerio de San Calixto.
En Xunqueira de Ambía, del siglo XVI, otro relicario muestra restos de los santos Letancia, Facundo, Valerio, Elmo, Román, Justina, Ponciano, Victoria, Valentino, Aquileo, Domiciano y Victorio. Si de relicarios en forma anatómica hablamos, hay, entre otros, bustos como los de las Once Mil Vírgenes en Castro Caldelas, los de San Esteban o Santa Flora, en el cenobio de Nogueira de Ramuín; brazos como en Santo Estevo con huesos de San Murma o el de un compañero de San Mauricio en Castro Caldelas y así algunos más.
@Jesús Manuel García/LaVozdeGalicia