SOR +MARIA LUISA

La conocimos en Beade, (Orense).

Al principio, cuando esta Dama, en esa noche gallega de agosto, donde las estrellas parecen hermanarse con la tierra mostrando todo su explendor en lo alto, lejos de toda contaminación lumínica, en esa especial noche de la Ceremonia de la Velada de Armas avanzó hasta nosotros presentándose, - Soy María Luisa, Hermana Templaria - nos miramos unos a otros, preguntándonos con la mirada si alguno sabía algo de aquella +Hermana.

Ninguno la conocíamos, ninguno habíamos oido hablar de ella, pero la seguridad que había en sus palabras, el porte con que lucía el Blanco Manto, su figura entera nos decían que nos encontrábamos ante una verdadera +Hermana, no de nuestra rama, pero si una +Hermana de la Orden.

Ella no entiende de discusiones entre ramas ni de diferencias. Para ella solo está la Orden, y todo el que vista el Manto, por principio es un +Hermano. Luego en las distintas ceremonias de ese día y el siguiente entenderíamos bién porqué.

Hija del antiguo Comendador de Beade, siendo su madre también partícipe de la Blanca Milicia, asi como su +Hermano, el único que, junto a ella, continua con vida de esa familia entera dedicada a la Orden. Y allí estaba, tranquila y silenciosa durante años, esperando que alguien llamara a su puerta con un Non Nobis, o que alguien llegara hasta ese Beade de gran pasado templario y olvidado por el paso del tiempo, caida y en ruinas su antigua y bella Encomienda, unida a la Iglesia por el cementerio, frontera entre ambos mundos, delimitando el poder civil y el religioso y uniéndolos en la tierra, en la sepultura ignorante de la riquezas de unos o las miserias de otros, igualando a todos en la soledad de sus tumbas.

Se enteró de la Investidura como se entera todo el mundo allí, como corren las novedades en los lugares pequeños, por el boca a boca, por el rumor de la noticia, y hasta nosotros llegó, con la elegante sencillez de su Blanco Manto y la Venera como única medalla, como único adorno en una Ceremonia que tan solo precisaba de la presencia de los +Hermanos y de ninguna joya. Ella lo sabía y asi vino hasta nosotros, discreta, atenta a cada momento de la Ceremonia, participando en ella a su manera, con recogimiento y emoción.

Años de servicio silencioso a la Orden desde su pazo en el Orense más profundo, rodeada de historia, de recuerdos, de enseñanzas de su padre, Comendador durante años de esta histórica Encomienda de Beade. Toda una lección para nosotros. Contraste entre la sincera humildad al felicitar al nuevo Comendador de Beade y la pomposidad del acto del nombramiento del mismo, entrega de bastón incluida.

Nos cautivó a todos, por su sencillez, por no hacer valer sus derechos adquiridos en esos años de servicio en silencio, por su cariño ante los +Hermanos, por su entrega, por enseñarnos la clase de la que está formada una Dama Templaria, sin oropeles, sin presumir de ello, sintiéndolo como solo lo sienten quienes lo ven natural, nada extraordinario. Ella es lo que es, y lo sabe. No necesita publicitarlo, no necesita convencer a nadie. Ella es así, una Dama Templaria.

Es la +Hermana María Luisa, Sor+María Luisa. Toda una lección, todo un ejemplo.

Suponemos que el antiguo Comendador, su padre, esa noche en el cielo dibujaría en su cara una sonrisa al contemplar como su hija, Sor.+María Luisa, cumplió una vez más con su condición de Dama Templaria, como le enseñaron sus mayores, como antes que ella cumplieron y enseñaron sus ancestros.