Cientos de retratos, esculturas y tapices alusivos a Luis XIV que estaban dispersos por el mundo han regresado a Versalles, el palacio donde el monarca organizaba sus cacerías y que había convertido en un reflejo de su gloria, con una opulencia sin igual.
La muestra "Luis XIV: El hombre y el rey" presenta al monarca del siglo XVII en todas sus encarnaciones. Un cuadro enorme muestra al niño hermoso que llegó al trono a los cinco años de edad. Un imponente busto de mármol destaca la mirada de "Luis el Grande", un rey que con mano firme ayudó a dar forma al estado francés moderno. Un relieve de cera ofrece una imagen de un monarca anciano, que le hace frente a la muerte.
La muestra, inaugurada el 20 de octubre, enfatiza el gusto artístico de Luis XIV, quien fue amante de la música, la arquitectura y los grandes jardines, como el del palacio de Versalles, con su césped inmaculado. El Rey Sol disfrutaba también del teatro, los tapices, las piedras preciosas y los manuscritos.
La exhibición consiste en unas 300 piezas que reflejan todos esos intereses. Se habían dispersado tras la revolución francesa de 1789 y algunas de ellas no habían vuelto al país desde entonces.
"Luis XIV era un mundo en sí mismo", comenta el organizador de la muestra, Nicolas Milovanovic, a la AP. "Fue una inspiración para los artistas más importantes del siglo XVII, que hicieron retratos de él muy diferentes, y un amante apasionado del arte, que tuvo una relación muy intensa con los artistas".
Milovanovic dice que el rey tuvo estrechos vínculos con los personajes que dictaban los gustos de la época, como el arquitecto Luis Le Vau, el diseñador de jardines Andre Le Notre y el pintor Charles Le Brun. Calladamente, se interesó también en pintores poco conocidos del norte de Europa.
"Tenía su colección oficial, que por tradición debía rivalizar en esplendor con las de los otros soberanos de Europa, pero también tenía una colección privada de objetos que adoraba, que reflejaba su gusto personal", expresó Milovanovic.
Nacido en 1683, hijo de Luis XIII y Ana de Austria, Luis Dieudonne, o Luis el Divino, llegó al trono con apenas cinco años al morir su padre en 1643. Comenzó a ejercer el poder en 1661. Su reino, que vino luego de un período de sangrientas guerras religiosas, fue de relativa paz y prosperidad. Durante su gestión, Francia desplazó a España como la gran potencia europea.
Luis XIV presidió además un florecimiento de la cultura gala. Apeló a los mejores arquitectos y diseñadores de jardines para transformar Versalles, el sitio de caza de su padre, al oeste de París, en un suntuoso epicentro del poder europeo, al que trasladó la corte en 1682. También encargó a los principales pintores, escultores y artesanos del continente que decorasen la inacabable serie de habitaciones.
Luis XIV murió en 1715, a los 76 años, luego de un reinado de más de medio siglo.
Al observar los retratos --de Luis XIV como un mítico guerrero que mata dragones, con atuendos romanos al estilo de un César, o con vestimentas de color azul con la insignia real de la flor de lis-- resulta fácil ver por qué le decían el Rey Sol.
Un busto de mármol de 1665 del maestro italiano Gian Lorenzo Bernini muestra al rey con sus rasgos duros suavizados hasta dar la impresión de una máscara idílica y una mirada fría digna de un monarca absoluto.
La muestra, no obstante, va más allá de la imagen idealizada y sigue la evolución física de Luis XIV, desde la niñez, con sus magníficos cabellos rizados, hasta la decrepitud de la vejez, en que llegó a ser un anciano sin dientes. Hay tres grandes retratos ecuestres, de aproximadamente 1653, 1679 y 1694, en los que aparece como un adolescente desgarbado, de cabello rubio; un hombre de mediana edad cachetudo y robusto y, finalmente, un anciano.
Un inusual cuadro del 1700 adornado con rizos grises y pestañas reales muestra un rey desaliñado, sin afeitar, con la piel caída y papada.
Otra pieza curiosa es una armadura de hierro que da al visitante una idea del hombre detrás del mito. Mide solo 1,69 metros (cinco pies con seis pulgadas).
Milovanovic y el otro coordinador de la muestra, Alexandre Maral, consiguieron que museos y coleccionistas privados de toda Europa les prestasen sus piezas para que las traigan de vuelta a Versalles. La mayoría habían sido vendidas por el sucesor del Rey Sol, Luis XV, o habían terminado en manos de diseñadores de interiores, que usaban solo algunas partes en sus trabajos. Un pequeño porcentaje de los muebles fueron destruidos durante la revolución.
Cuadros, dibujos y joyas sobrevivieron mejor que los muebles y terminaron esparcidos por museos y bibliotecas.
La muestra dura hasta el 7 de febrero.
___
En la red:
http://en.chateauversailles.fr/news-/events/exhibitions/Luis-xiv-the-man-and-the-king-
@AP
La muestra "Luis XIV: El hombre y el rey" presenta al monarca del siglo XVII en todas sus encarnaciones. Un cuadro enorme muestra al niño hermoso que llegó al trono a los cinco años de edad. Un imponente busto de mármol destaca la mirada de "Luis el Grande", un rey que con mano firme ayudó a dar forma al estado francés moderno. Un relieve de cera ofrece una imagen de un monarca anciano, que le hace frente a la muerte.
La muestra, inaugurada el 20 de octubre, enfatiza el gusto artístico de Luis XIV, quien fue amante de la música, la arquitectura y los grandes jardines, como el del palacio de Versalles, con su césped inmaculado. El Rey Sol disfrutaba también del teatro, los tapices, las piedras preciosas y los manuscritos.
La exhibición consiste en unas 300 piezas que reflejan todos esos intereses. Se habían dispersado tras la revolución francesa de 1789 y algunas de ellas no habían vuelto al país desde entonces.
"Luis XIV era un mundo en sí mismo", comenta el organizador de la muestra, Nicolas Milovanovic, a la AP. "Fue una inspiración para los artistas más importantes del siglo XVII, que hicieron retratos de él muy diferentes, y un amante apasionado del arte, que tuvo una relación muy intensa con los artistas".
Milovanovic dice que el rey tuvo estrechos vínculos con los personajes que dictaban los gustos de la época, como el arquitecto Luis Le Vau, el diseñador de jardines Andre Le Notre y el pintor Charles Le Brun. Calladamente, se interesó también en pintores poco conocidos del norte de Europa.
"Tenía su colección oficial, que por tradición debía rivalizar en esplendor con las de los otros soberanos de Europa, pero también tenía una colección privada de objetos que adoraba, que reflejaba su gusto personal", expresó Milovanovic.
Nacido en 1683, hijo de Luis XIII y Ana de Austria, Luis Dieudonne, o Luis el Divino, llegó al trono con apenas cinco años al morir su padre en 1643. Comenzó a ejercer el poder en 1661. Su reino, que vino luego de un período de sangrientas guerras religiosas, fue de relativa paz y prosperidad. Durante su gestión, Francia desplazó a España como la gran potencia europea.
Luis XIV presidió además un florecimiento de la cultura gala. Apeló a los mejores arquitectos y diseñadores de jardines para transformar Versalles, el sitio de caza de su padre, al oeste de París, en un suntuoso epicentro del poder europeo, al que trasladó la corte en 1682. También encargó a los principales pintores, escultores y artesanos del continente que decorasen la inacabable serie de habitaciones.
Luis XIV murió en 1715, a los 76 años, luego de un reinado de más de medio siglo.
Al observar los retratos --de Luis XIV como un mítico guerrero que mata dragones, con atuendos romanos al estilo de un César, o con vestimentas de color azul con la insignia real de la flor de lis-- resulta fácil ver por qué le decían el Rey Sol.
Un busto de mármol de 1665 del maestro italiano Gian Lorenzo Bernini muestra al rey con sus rasgos duros suavizados hasta dar la impresión de una máscara idílica y una mirada fría digna de un monarca absoluto.
La muestra, no obstante, va más allá de la imagen idealizada y sigue la evolución física de Luis XIV, desde la niñez, con sus magníficos cabellos rizados, hasta la decrepitud de la vejez, en que llegó a ser un anciano sin dientes. Hay tres grandes retratos ecuestres, de aproximadamente 1653, 1679 y 1694, en los que aparece como un adolescente desgarbado, de cabello rubio; un hombre de mediana edad cachetudo y robusto y, finalmente, un anciano.
Un inusual cuadro del 1700 adornado con rizos grises y pestañas reales muestra un rey desaliñado, sin afeitar, con la piel caída y papada.
Otra pieza curiosa es una armadura de hierro que da al visitante una idea del hombre detrás del mito. Mide solo 1,69 metros (cinco pies con seis pulgadas).
Milovanovic y el otro coordinador de la muestra, Alexandre Maral, consiguieron que museos y coleccionistas privados de toda Europa les prestasen sus piezas para que las traigan de vuelta a Versalles. La mayoría habían sido vendidas por el sucesor del Rey Sol, Luis XV, o habían terminado en manos de diseñadores de interiores, que usaban solo algunas partes en sus trabajos. Un pequeño porcentaje de los muebles fueron destruidos durante la revolución.
Cuadros, dibujos y joyas sobrevivieron mejor que los muebles y terminaron esparcidos por museos y bibliotecas.
La muestra dura hasta el 7 de febrero.
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En la red:
http://en.chateauversailles.fr/news-/events/exhibitions/Luis-xiv-the-man-and-the-king-
@AP