Yasmin Levy no guarda recuerdos de su padre, pero dice que conoce su voz mejor que la palma de su mano.
La cantante israelí se crió escuchando los discos de su progenitor, un cantante y pionero investigador de la cultura y música ladinas llamado Isaac Levy, que murió cuando ella apenas tenía un año.
"Fue muy importante para mi madre que escucháramos su voz. No recuerdo nada de él pero conozco su voz mejor que mis propias manos", dijo la cantante de 33 años a la AP, en muy buen español, en una entrevista telefónica reciente.
Levy ahora cosecha éxitos interpretando los temas que, dice, han pasado de generación en generación en familias como la suya, en esta variedad antigua del castellano que hablaban los judíos sefardíes en la época medieval en España y que ahora hablan judeoespañoles en Oriente.
Ha grabado cuatro discos en ladino con los que se ha dado a conocer en Israel y Europa, donde ha llenado plazas y recibido elogios de la crítica cantando en un dialecto que está en peligro de extinción. Esta semana su música debuta en Estados Unidos con el lanzamiento del tercero de sus discos, "Mano suave", que salió al mercado el martes bajo el sello Adama Music (Adamá, en hebreo, significa tierra).
La producción de 12 cortes incluye varios temas en español, dos de ellos compuestos por la también pianista ("Una noche más" y "Por la mía"), quien asegura no supo que podía cantar hasta los 17 años, cuando en su primer viaje a España aprendió el idioma ibérico y compartió con una buena amiga de su madre, la cantante de música sefardí Júlia León, en el País Vasco.
"Ella quería grabar un disco con estas canciones y me preguntó si podía cantar (para grabarme y así ella aprenderlas). Le dije, 'No, no, no, yo no canto; yo sólo toco piano'. Pero en un momento cogió un libro de mi padre y dijo, 'Canta ahora para mí'. Abrí la primera página, vi una canción y empecé a cantar. Después abrí otra página y canté más y más", relató Levy.
"Yo no sabía que las tenía dentro de mí. Y fue ella quien me dijo, 'Yasmin, hay dos cantantes en el mundo que cantan así: tu madre y tú. Tú debes ser cantante'".
A pesar de ello, desde ese momento Levy dice que hizo "todo lo posible para no ser cantante".
Principalmente porque su padre, "como un buen judío", quería que sus hijos tuvieran una profesión convencional --aunque ella y sus cuatro hermanos empezaron a estudiar piano obligatoriamente a los seis años. Incluso su madre, 27 años menor que el marido, decidió abandonar su sueño de dedicarse profesionalmente al canto por amor a éste, quien le advirtió antes de casarse que tenía que elegir entre la música y él.
La cantante israelí se crió escuchando los discos de su progenitor, un cantante y pionero investigador de la cultura y música ladinas llamado Isaac Levy, que murió cuando ella apenas tenía un año.
"Fue muy importante para mi madre que escucháramos su voz. No recuerdo nada de él pero conozco su voz mejor que mis propias manos", dijo la cantante de 33 años a la AP, en muy buen español, en una entrevista telefónica reciente.
Levy ahora cosecha éxitos interpretando los temas que, dice, han pasado de generación en generación en familias como la suya, en esta variedad antigua del castellano que hablaban los judíos sefardíes en la época medieval en España y que ahora hablan judeoespañoles en Oriente.
Ha grabado cuatro discos en ladino con los que se ha dado a conocer en Israel y Europa, donde ha llenado plazas y recibido elogios de la crítica cantando en un dialecto que está en peligro de extinción. Esta semana su música debuta en Estados Unidos con el lanzamiento del tercero de sus discos, "Mano suave", que salió al mercado el martes bajo el sello Adama Music (Adamá, en hebreo, significa tierra).
La producción de 12 cortes incluye varios temas en español, dos de ellos compuestos por la también pianista ("Una noche más" y "Por la mía"), quien asegura no supo que podía cantar hasta los 17 años, cuando en su primer viaje a España aprendió el idioma ibérico y compartió con una buena amiga de su madre, la cantante de música sefardí Júlia León, en el País Vasco.
"Ella quería grabar un disco con estas canciones y me preguntó si podía cantar (para grabarme y así ella aprenderlas). Le dije, 'No, no, no, yo no canto; yo sólo toco piano'. Pero en un momento cogió un libro de mi padre y dijo, 'Canta ahora para mí'. Abrí la primera página, vi una canción y empecé a cantar. Después abrí otra página y canté más y más", relató Levy.
"Yo no sabía que las tenía dentro de mí. Y fue ella quien me dijo, 'Yasmin, hay dos cantantes en el mundo que cantan así: tu madre y tú. Tú debes ser cantante'".
A pesar de ello, desde ese momento Levy dice que hizo "todo lo posible para no ser cantante".
Principalmente porque su padre, "como un buen judío", quería que sus hijos tuvieran una profesión convencional --aunque ella y sus cuatro hermanos empezaron a estudiar piano obligatoriamente a los seis años. Incluso su madre, 27 años menor que el marido, decidió abandonar su sueño de dedicarse profesionalmente al canto por amor a éste, quien le advirtió antes de casarse que tenía que elegir entre la música y él.
@SIGAL RATNER-ARIAS/La Vibra