El Centro de Estudos do Corgo insta a las administraciones públicas a proteger y poner en valor las sepulturas de origen medieval existentes en el municipio corgués.
Desde la entidad vinculan la proliferación en el municipio de esas tumbas, muchas de ellas esculpidas directamente en la roca, al paso por la zona de la Vía Romana XIX, que favoreció el asentamiento de población en el territorio desde hace siglos, y a la abundancia de granito en el subsuelo, material idóneo para tallar esas sepulturas. Así lo indica Mario Outeiro Iglesias, miembro de la asociación y responsable de un estudio sobre las sepulturas diseminadas a lo largo del concello.
Desde el Centro de Estudos do Corgo abogan por que el Concello aproveche que actualmente está ultimando la redacción del PXOM para catalogar los yacimientos de esa naturaleza e incluirlos en la norma urbanística, lo que contribuiría a su protección.
En ese sentido, Mario Outeiro apunta que muchas sepulturas están en terrenos privados y, en algún caso, talladas en bloques graníticos y no sobre rocas, por lo que si no se establece una protección especial, podrían ser trasladados de su enclave original.
Once yacimientos
En su informe sobre estos vestigios funerarios, Outeiro destaca la «alta densidade» de yacimientos de esa índole en O Corgo. En concreto, hace mención a once enclaves, nueve de ellos catalogados junto a miembros de otra asociación local, Arumes do Corgo, y otros dos detectados de forma individual.
Mario Outeiro cree necesario que desde la administración se tomen medidas para evitar el actual deterioro de esos sepulcros, ocasionado por el paso del tiempo y por la acción del hombre. «Non se lles fixo caso ata agora, só dende Arumes se impulsou unha campaña para a súa posta en valor», lamenta.
Para resaltar la importancia de ese patrimonio, señala que el área comprendida por los concellos de O Corgo, Lugo y Castroverde es una de las zonas de Galicia que presenta una mayor densidad de yacimientos de ese tipo.
Mario Outeiro, que por su estudio sobre las tumbas se hizo merecedor de la condición de socio numerario del Centro de Estudos do Corgo, admite que es difícil datar con precisión las tumbas, aunque señala que aspectos como su emplazamiento, cerca de iglesias o de capillas, sus proporciones o su orientación hacen pensar que su origen es medieval, además de su similitud con otros yacimientos de esa época existentes en Galicia.
Trabajo de campo
Una de las medidas propugnadas por el Centro de Estudos do Corgo es que desde el Gobierno gallego, a través de Patrimonio, se haga una cata arqueológica en uno de los enclaves con el fin de profundizar en el conocimientos sobre esos restos.
Mario Outeiro cree que el más idóneo para realizar esos trabajos es uno situado entre Adai y Pedrafita en el que hay dos tumbas ‘móviles’ -esculpidas sobre bloques y no sobre la roca-. Argumenta que su correcta orientación hace pensar que ese es su enclave original y añade que en sus inmediaciones ya aparecieron hace años restos de cerámica a nivel superficial.
Desde la asociación corguesa creen que una vez impulsadas esas primeras medidas de protección e investigación de los vestigios, sería el momento de promover otras actuaciones de puesta en valor de ese patrimonio.
Entre esas posibles iniciativas a medio plazo, Mario Outeiro cita la correcta señalización de las tumbas, con la colocación de paneles explicativos, o la creación de una ruta que recorriese los distintos yacimientos.
@Pablo Rodríguez / El Progreso (Lugo)
Uno de los yacimientos del municipio (Foto: EP)
Desde la entidad vinculan la proliferación en el municipio de esas tumbas, muchas de ellas esculpidas directamente en la roca, al paso por la zona de la Vía Romana XIX, que favoreció el asentamiento de población en el territorio desde hace siglos, y a la abundancia de granito en el subsuelo, material idóneo para tallar esas sepulturas. Así lo indica Mario Outeiro Iglesias, miembro de la asociación y responsable de un estudio sobre las sepulturas diseminadas a lo largo del concello.
Desde el Centro de Estudos do Corgo abogan por que el Concello aproveche que actualmente está ultimando la redacción del PXOM para catalogar los yacimientos de esa naturaleza e incluirlos en la norma urbanística, lo que contribuiría a su protección.
En ese sentido, Mario Outeiro apunta que muchas sepulturas están en terrenos privados y, en algún caso, talladas en bloques graníticos y no sobre rocas, por lo que si no se establece una protección especial, podrían ser trasladados de su enclave original.
Once yacimientos
En su informe sobre estos vestigios funerarios, Outeiro destaca la «alta densidade» de yacimientos de esa índole en O Corgo. En concreto, hace mención a once enclaves, nueve de ellos catalogados junto a miembros de otra asociación local, Arumes do Corgo, y otros dos detectados de forma individual.
Mario Outeiro cree necesario que desde la administración se tomen medidas para evitar el actual deterioro de esos sepulcros, ocasionado por el paso del tiempo y por la acción del hombre. «Non se lles fixo caso ata agora, só dende Arumes se impulsou unha campaña para a súa posta en valor», lamenta.
Para resaltar la importancia de ese patrimonio, señala que el área comprendida por los concellos de O Corgo, Lugo y Castroverde es una de las zonas de Galicia que presenta una mayor densidad de yacimientos de ese tipo.
Mario Outeiro, que por su estudio sobre las tumbas se hizo merecedor de la condición de socio numerario del Centro de Estudos do Corgo, admite que es difícil datar con precisión las tumbas, aunque señala que aspectos como su emplazamiento, cerca de iglesias o de capillas, sus proporciones o su orientación hacen pensar que su origen es medieval, además de su similitud con otros yacimientos de esa época existentes en Galicia.
Trabajo de campo
Una de las medidas propugnadas por el Centro de Estudos do Corgo es que desde el Gobierno gallego, a través de Patrimonio, se haga una cata arqueológica en uno de los enclaves con el fin de profundizar en el conocimientos sobre esos restos.
Mario Outeiro cree que el más idóneo para realizar esos trabajos es uno situado entre Adai y Pedrafita en el que hay dos tumbas ‘móviles’ -esculpidas sobre bloques y no sobre la roca-. Argumenta que su correcta orientación hace pensar que ese es su enclave original y añade que en sus inmediaciones ya aparecieron hace años restos de cerámica a nivel superficial.
Desde la asociación corguesa creen que una vez impulsadas esas primeras medidas de protección e investigación de los vestigios, sería el momento de promover otras actuaciones de puesta en valor de ese patrimonio.
Entre esas posibles iniciativas a medio plazo, Mario Outeiro cita la correcta señalización de las tumbas, con la colocación de paneles explicativos, o la creación de una ruta que recorriese los distintos yacimientos.
@Pablo Rodríguez / El Progreso (Lugo)