La detención ayer de Laurent Gbagbo, el –ahora sí- presidente saliente de Costa de Marfil, no ha terminado, ni mucho menos, con un conflicto que, como ya advirtió Manos Unidas, ha causado un daño irreparable a la población civil marfileña. Ejemplo de ello es el angustioso llamamiento que nos hace desde la ciudad de Duekoue el padre Vicente, salesiano de Don Bosco, afincado en el país africano hace muchos años. En la parroquia que regenta junto a otro compañero salesiano, están recogidas ahora “unas 20 o 25 mil personas” que, malviven en unas condiciones “imposibles de describir”.
El asalto a la ciudad, el pasado 30 de marzo, por parte de los rebeldes que apoyan al presidente electo Alassane Ouattara, provocó una avalancha tal de refugiados, que desbordó por completo la capacidad de asistencia de la parroquia. “Los primeros días, nos dice el padre Vicente, solo pudimos hacer algo por los niños. Les entregamos barritas energéticas para que pudieran comer algo… Para el resto no había nada”. (Hay que recordar que en enero se produjo un primer ataque en el barrio de Carrefour, en el que se quemaron más de 400 casas, que llevó a más de 3.200 personas a refugiarse en la parroquia).
El relato del misionero español es estremecedor. En ocasiones, creemos haber perdido la conexión telefónica con él, pero no, simplemente se toma un tiempo para respirar, intentando asimilar lo vivido: “Durante 4 ó 5 días estuvimos sin abastecimiento de agua ni alimentos. Imaginaos, miles de personas sin nada para sobrevivir”. Ahora la situación se ha “normalizado”; hay seis horas diarias de agua (tres por la mañana y tres por la tarde) y algunas agencias humanitarias que reparten alimentos. Pero, con la voz entrecortada por los sollozos, el padre Vicente hace un llamamiento al ACNUR, la OIM (Organización Internacional para los Migrantes) y otros organismos de acción humanitaria para que hagan algo paliar por la situación. En la que se encuentran estas personas Se necesita urgente un nuevo campo de refugiados “no se puede tener a la gente en estas condiciones”.
“No entendemos, dice en referencia a algunas organizaciones, la tendencia a la burocratización”. Vienen, miran y se van a “estudiar la situación”. Y mientras, la gente vive literalmente, tirada sobre el barro y en la mierda”. Las letrinas se han desbordado y las condiciones de salud pública e higiene no son, ni mucho menos, las deseables. “Y luego hablamos del cólera”, advierte. Los organismos internacionales que sí están presentes, como la Cruz Roja o MSF “no dan abasto”.
“Necesitamos acción YA”
Lo principal sería que estas personas pudieran regresar a sus casas, a sus poblados, pero esta zona del país ha sido muy castigada por el reciente conflicto y la gente tiene miedo. Se habla de detenciones de jóvenes y de escaramuzas de los distintos grupos enfrentados. “En general, se puede decir que falta mucho para que la situación sea mínimamente normal”. Mientras que tras la detención de Gbagbo algunos celebran “otros permanecen encerrados con miedo”.
El padre Vicente desmiente las noticias aparecidas recientemente en Internet y algunos medios en las que se habla de matanzas indiscriminadas de cristianos y remite a su congregación para aclarar las cosas. “En estos meses, sobre todo en los asaltos de enero, muertos ha habido, pero no se sabe cuántos; probablemente, más de lo que se piensa…”. Pero esos muertos de los que nos habla, no han perdido la vida por profesar una u otra religión sino por odios étnicos, políticos o económicos. “La religión, creemos, no tiene nada que ver en esto”. Y para serenar a quienes se preocupan por ellos aclara: “Nosotros estamos tranquilos. Bien de salud, aunque cansados”.
Finalmente, el misionero da a conocer sus prioridades: “Ahora, para nosotros es prioritario atender a estos miles de personas”. Después, los niños huérfanos y ancianos serán los que más nos necesiten.
Mientras tanto, seguirá pidiendo a Dios y a quien le quiera escuchar, asistencia y atención para esos miles de personas.
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