Recientemente asistí a una reunión internacional de la Orden Soberana y Militar del Temple de Jerusalén. OSMTH. Fue en Coimbra, en la tierra templaria por antonomasia de Portugal. Como en tantas otras ocasiones, que con este mismo motivo los templarios nos hemos reunido, experimenté las sensaciones que transmito. Primero, orgullo de ser templario y buen ánimo al experimentar que somos muchos los que estamos bajo la misma bandera que intenta que los valores caballerescos de la milicia de Cristo sigan en la sociedad. Segundo, satisfacción al comprobar que seguimos progresando en nuestro afán de que la Iglesia Católica nos acoja como verdaderos soldados de la milicia de Cristo, tal cual éramos en otros tiempos. Admirable el progreso creciente de nuestra orden en todo el mundo, en todas las tierras de los cinco continentes. La Iglesia, la sociedad y nuestra civilación occidental necesita, aunque no se aperciba de ello, el impulso que nuestra Orden del Temple puede aportar, para que los valores tradicionales del cristianismo no sean apagados y languidezcan, como la alta masonería internacional intenta, consiguiendo la afiliación interesada de los políticos y gobernantes de las naciones de nuestro mundo, en las logias de sus grandes orientes.
Es evidente que es hora de lucha , no como antaño con las armas, sino con la inteligencia, la difusión de las ideas y los valores cristianos, en una sociedad casi totalmente languidecida y sin visión de futuro. Adormecida ex profeso por los altos niveles de vida y la difusión del placer, el egoísmo, el sexo, la droga y la relajación de los valores. Una sociedad en la que los valores morales están siendo sustituidos por un bombardeo de ideas progresistas laicas, que convierte en esclavos sumisos del poder a las personas, que les priva, disminuyendo su capacidad intelectual y libre, de alentar y defender sus ideas, que prima estimular el placer de la vida y penaliza el esfuerzo, la disciplina, la fe y la religión.
El Temple, tal como antaño protegió los santos lugares y los peregrinos, de los ladrones y asesinos y frenó la invasión del Islam que deseaba acabar con el Cristianismo, debe actualmente luchar contra los poderes fácticos de este mundo que tienen la pretensión, de acabar con las ideas y valores del Cristianismo, privando al ser humano de su aspecto trascendente y más importante que es su componente espiritual y religioso.
Es hora de unión de todos los templarios de las diferentes ordenes existentes bajo la bandera única e indiscutible de Cristo, en defensa de los valores que peligran y con el eterno lema de “NON NOBIS DOMINE NOBIS, SED NOMINE TUO DA GLORIAM”. NO PARA NOSOTROS SEÑOR , NO PARA NOSOTROS, SINO PARA LA GLORIA DE TU NOMBRE".
Fr. ++Jaime Navas Castellón
Gran Cruz