Hoy no quiero hablar ni de jerarquías, ni de celebraciones más o menos desorbitadas económicamente hablando. Hoy quiero hablar de esos jóvenes que han ocupado la ciudad de Madrid durante una semana más o menos, esos chavales de todas las partes del mundo que tan solo han traido alegría a Madrid, con sus cánticos, con sus bromas, con sus juegos. Jóvenes que no han contestado a las agresiones de la que han sido objeto por parte de desarraigados violentos, de desgraciados enganchados a la nada en el cerebro y mucha violencia en el corazón. No han entrado a ningún trapo de los que les han puesto delante. les han robado, insultado, amenazado, faltado el respeto, pegado, y estos jóvenes cristianos, estos jóvenes católicos han contestado con la alegría de sus cánticos, llenado Madrid de una juventud sana, de miradas limpias, alegres, joviales y orgullosos de ser católicos, de ser cristianos y actuar como cristianos.
No he podido resistirme a la comparación con la mirada conmovida, piadosa, entregada, de muchos de estos jóvenes durante la celebración de la misa por parte del Papa Bendicto XVI en el aeródromo de Cuatro Vientos y he sentido envidia de su fé, no en Cristo, Nuestro Señor, que compartimos, sino en su Vicario en la Tierra, en Benedicto XVI. Lamentablemente no puedo ver a Benedicto XVI como el ejemplo de lo que la Iglesia podría ser, y me da lástima no pode sentir lo de estos admirables y confiados jóvenes. Son muhcos siglos de persecución al Temple, persecución de una sola dirección porque no hemos dejado de hacer todo lo que podíamos por la Iglesia Católica siempre que nos ha demandado colaboración, pero nunca aceptando, salvo honrosas y particulares excepciones, que lo hacíamos como Templarios, como si fuera posible disociarnos y ser templarios a tiempos parciales. Incluso en la misa celebraba hoy en Cuatro Vientos se veían ondar Baussanttes de +Hermanos que han ido a dar testimonio que el Temple también estaba allí, pero no es eso, no es eso.
Luego pienso cuando esa entrega y esa confianza se vió traicionada por los casos de pederastía, de abusos sexuales por parte de quien tenía el deber, la obligación, de mantener esas miradas tan limpias como esta semana se veían en Madrid, y al pensar que en vez de ser entregados a la Justicia, se escondía a los culpables de los abusos o en el mejor de los casos se compensaba aconómicamente a las dolidas víctimas permitiendo que los culpables continuaran su labor ¿pastoral?, uno no puede dejar de pensar aquello de "que buen vasallo si tuviera buen señor".
Y es que solo al escuchar las alegres voces de estos jóvenes de la JMJ11 gritando "ésta es la juventud del Papa", el Papa debería comprender que otra Iglesia es posible, que estos jóvenes de hoy son la Iglesia del mañana, y se deberían preparar y allanar los caminos necesarios para que sucesos como los que han enfermado a la Iglesia Católica no vuelvan a repetirse.
No saben ustedes la nostalgia que he sentido cuando los más de dos millones de jóvenes reunidos voluntariamente en Cuatro Vientos aplaudieron al escuchar el nombre de Juan Pablo II, nostalgia de cuando yo creía en ese Papa, cuando yo veneraba a ese Papa y oraba por él. Después me enteré que había ocultado lo del delincuente Marcial Maciel, el tristemente famoso fundador de los Legionarios de Cristo y la decepción fué total, inmensa.
Naturalmente continúo rezando, pero ya no a ningún Papa aunque soy católico, continúo rezando directamente a Nuestro Señor, y hoy le pido que ninguno de estos jóvenes que han llenado las calles de mi ciudad de alegría puedan algún día notar como esas miradas limpias se tornan turbias, se entristecen por la decepción. Pido por que esa juventud continúe como es, contestando a las provocaciones con canciones, a las agresiones con su alegría, a los robos con su caridad. Pido porque el ejemplo de unión cristiana que hoy han dado en Cuatro Vientos no se apague, porque efectivamente, viéndolos hoy a ellos estoy más convencido que nunca que otra Iglesia es posible, me han demostrado con su ejemplo que si es posible, me han dado esperanza.