Así quedó este pasado 12 de agosto el monumento a Miguel Hernández en San Sebastián de los Reyes, (Madrid). Nada he escuchado decir en contra de tan vandálica acción de la ultraderecha a los cahorros de ese franquismo que aún perdura en el subconsciente de quienes ahora tanto piden la dimisión del Presidente del Gobierno y que ven en la crisis su oportunidad de gobierno.
No seré yo quien defienda a Jose Luis Rodriguez Zapatero, pero miedo me dan los que se ven representados por quien aspira hoy a la Presidencia del Gobierno de España, y me dan miedo porque después de casi ocho años acusando al gobierno socialista de revanchista, esto que vemos en la fotografía es el futuro que los "demócratas" que aspiran a cambiar la mala racha española en materia económica nos preparan
El atentar contra monumentos de poetas del pueblo asesinados por el régimen franquista es de "valientes demócratas". Y esto antes de que Mariano Rajoy y la derecha que él representa se sienten en los bancos del gobierno. ¿que nos vendrá cuando lo consigan? ¿Quemarán los libros que hablen de libertad y democracia? ¿Impondrán de nuevo la mano alzada mientras se reza el Padrenuestro obligatorio a la entrada de los colegios?
Estos cachorros fascistas demuestran su cobardía al atacar a unas piedras que no pueden defenderse, porque no han hecho más que eso, ya que si lo que pretendían era borrar de la memoria de todos las bellas y para el pueblo escritas poesías del gran poeta del mismo, Miguel Hernández, eso no lo han conseguido. Su memoria estará siempre por encima de esta gentuza que grita ¡¡¡¡¡Arriba España!!!!! sin importarles ni España ni los españoles. Son solo eso, cobardes aprendices de terroristas que en ocasiones dan fruto como en Noruega y de sus filas sale un asesino capaz de las mayores atrocidades, pero es que maestros no le falta a esa sucia basura que por cultura solo entiende una pintada en un monumento expresando su "democrática y tolerante" educación. De casta le viene al galgo.
Sirva como respuesta a ese intento de profanación a la memoria colectiva de un pais las palabras del mismo Miguel Hernández:
Vientos del pueblo me llevan,
vientos del pueblo me arrastran,
me esparcen el corazón
y me aventan la garganta.
Los bueyes doblan la frente,
impotentemente mansa,
delante de los castigos:
los leones la levantan
y al mismo tiempo castigan
con su clamorosa zarpa.
No soy de un pueblo de bueyes,
que soy de un pueblo que embargan
yacimientos de leones,
desfiladeros de águilas
y cordilleras de toros
con el orgullo en el asta.
Nunca medraron los bueyes
en los páramos de España.
¿Quién habló de echar un yugo
sobre el cuello de esta raza?
¿Quién ha puesto al huracán
jamás ni yugos ni trabas,
ni quién al rayo detuvo
prisionero en una jaula?
Asturianos de braveza,
vascos de piedra blindada,
valencianos de alegría
y castellanos de alma,
labrados como la tierra
y airosos como las alas;
andaluces de relámpagos,
nacidos entre guitarras
y forjados en los yunques
torrenciales de las lágrimas;
extremeños de centeno,
gallegos de lluvia y calma,
catalanes de firmeza,
aragoneses de casta,
murcianos de dinamita
frutalmente propagada,
leoneses, navarros, dueños
del hambre, el sudor y el hacha,
reyes de la minería,
señores de la labranza,
hombres que entre las raíces,
como raíces gallardas,
vais de la vida a la muerte,
vais de la nada a la nada:
yugos os quieren poner
gentes de la hierba mala,
yugos que habéis de dejar
rotos sobre sus espaldas.
Crepúsculo de los bueyes
está despuntando el alba.
Los bueyes mueren vestidos
de humildad y olor de cuadra:
las águilas, los leones
y los toros de arrogancia,
y detrás de ellos, el cielo
ni se enturbia ni se acaba.
La agonía de los bueyes
tiene pequeña la cara,
la del animal varón
toda la creación agranda.
Si me muero, que me muera
con la cabeza muy alta.
Muerto y veinte veces muerto,
la boca contra la grama,
tendré apretados los dientes
y decidida la barba.
Cantando espero a la muerte,
que hay ruiseñores que cantan
encima de los fusiles
y en medio de las batallas.