Con noticias como ésta no nos extraña que las profanaciones y las expoliaciones de "los muertos del vertedero" en Belver de los Horrores no produzcan ni un solo movimiento de rechazo en las instituciones aragonesas. Tampoco nos extraña nada que el Patrimonio Histórico-Cultural de Aragón esté desperdigado entre expoliadores, comerciantes de arte, etc.
Quizás lo mejor para este importante legado fuera el de instalarse en Catalunya, aunque su autora quisiera que terminara en su tierra aragonesa, pero ya sabemos el valor que se les da a los muertos y a sus instrucciones en Aragón, (ver el caso Belver de los Horrores ), y a la vuelta de unos años se plantea un pleito a Catalunya acusándola de apropiarse del Patrimonio Aragonés, asi se mantiene el engaño a los aragoneses por sus propios dirigentes o por alguien de la mafia aragonesa que bien cuidad de apropiarse de lo que le conviene del antaño rico patrimonio históricocultural aragonés y de paso, por el camino, alguno de ellos se forra a costa de tan sufrido y expoliado pueblo.
La institución considera que aceptar la herencia sería "gravemente lesivo para sus intereses".
María Pilar Burges (Zaragoza 1928-2008) fue de esas mujeres que deja huella. En los 60 su 'Academia Burges' era una institución en Zaragoza para todo aquel que quería hacer sus pinitos en la pintura. Pero la docencia fue solo una parte de la actividad de esta mujer, que se entregó al arte como si se tratara de un sacerdocio. Fruto de ese trabajo es un legado inmenso de pinturas, documentos, correspondencia, obra gráfica, manuscritos y hasta muebles.
Es la herencia de Pilar Burges, un patrimonio que ella quiso legar a su tierra, por lo que testó a favor de la Diputación Provincial de Zaragoza. Pero esta institución ha rechazado recibir esa herencia por considerarla "gravemente lesiva para los intereses de la DPZ", según comunicó el gabinete de prensa de esta institución. Alfredo Romero, director de Cultura y Patrimonio de la DPZ e interlocutor con la familia en las gestiones de legado, se negó a hacer declaraciones.
En su testamento manuscrito, Burges es clara y precisa en sus disposiciones. En líneas generales, la pintora legó todo a la DPZ a condición de que su obra no se desperdigase, que fuera accesible a estudiantes e investigadores y que esta se pusiera en valor y se expusiera en un solo ámbito. Finalmente, la pintora pedía una compensación para su hermano dado que este renunciaba a la herencia: que la DPZ completase la pensión que actualmente recibe Juan Antonio Burges hasta la superior de su categoría, según lo dispuesto por la Seguridad Social. Fuentes de la DPZ apuntan esta disposición como la causa del rechazo.
"Tasaron el legado en unos 300.000 euros aproximadamente. Se planteó la posibilidad de construir un espacio en Fayón. Incluso hablaron de publicar su tesis. Pero no concretaban nada, así que finalmente tuvimos que poner un requerimiento por vía judicial para ver si aceptaban la herencia. Y la DPZ repudió la herencia", explica el hermano de la pintora.
"Me parece lamentable -señala el historiador del Arte Arturo Ansón- que la DPZ rechace estos fondos". Y añade: "Pilar Burges fue muy luchadora, poseía una gran formación intelectual, y fue una de las primeras mujeres que se dedicó a la pintura en Aragón. La suya era una pintura expresionista muy coherente, con rojos abundantes y afán de modernidad. Era muy buena pintora y tuvo una gran capacidad para conectar con los jóvenes. Yo creo que deberían aceptar la colección".
El catedrático de Historia del Arte, Manuel García Guatas sostiene que "las instituciones son muy libres de aceptar legados o donaciones de artistas, pero en este caso hay que recordar que la DPZ becó a Pilar Burges en 1953, y le prolongó la beca Francisco Pradilla durante tres años para que pudiera estudiar fuera. Sin duda, ella quiso reconocer con su legado a la institución que le ayudó a formarse. Da un poco de pena que algo así se rechace, y parece un contrasentido".
De la obra de Burges, García Guatas recuerda que "fue muy prolífica y dispersa. Su obra mural está prácticamente desaparecida. A finales de los 50, ella hizo la decoración mural de la cafetería París, la de la cafetería Vital, la de la sala de fiestas Corinto y la de la tienda de ropa Calixto. También pintó en la ermita de Fayón y en la iglesia de Binéfar. Fue una defensora de las artes aplicadas y montó un estudio en su casa, donde las enseñaba". Finalmente, García Guatas esgrime como prueba de la tenacidad de Pilar Burges que se doctoró en 1996, a los 68 años.
Juan Antonio Burges ha tenido que buscar acomodo para casi doscientos lienzos, innumerable obra gráfica y un sinfín de cajas con documentos. Él quiere que la obra de su hermana se exponga, "que la gente la pueda ver, que la conozcan los más jóvenes, porque ella era muy moderna. Me gustaría contar con un espacio donde guardar todos sus documentos para que alguien los pudiera archivar y catalogar. Solo intento hacer lo que mi hermana quería".
Burges afirma que está dispuesto a que otra institución aragonesa asuma el legado. Mientras, y a falta de apoyo para una exposición, él ha improvisado una, accesible en Internet. Puede visitarse en http://www.mariapilarburges.com/
María Pilar Burges (Zaragoza 1928-2008) fue de esas mujeres que deja huella. En los 60 su 'Academia Burges' era una institución en Zaragoza para todo aquel que quería hacer sus pinitos en la pintura. Pero la docencia fue solo una parte de la actividad de esta mujer, que se entregó al arte como si se tratara de un sacerdocio. Fruto de ese trabajo es un legado inmenso de pinturas, documentos, correspondencia, obra gráfica, manuscritos y hasta muebles.
Es la herencia de Pilar Burges, un patrimonio que ella quiso legar a su tierra, por lo que testó a favor de la Diputación Provincial de Zaragoza. Pero esta institución ha rechazado recibir esa herencia por considerarla "gravemente lesiva para los intereses de la DPZ", según comunicó el gabinete de prensa de esta institución. Alfredo Romero, director de Cultura y Patrimonio de la DPZ e interlocutor con la familia en las gestiones de legado, se negó a hacer declaraciones.
En su testamento manuscrito, Burges es clara y precisa en sus disposiciones. En líneas generales, la pintora legó todo a la DPZ a condición de que su obra no se desperdigase, que fuera accesible a estudiantes e investigadores y que esta se pusiera en valor y se expusiera en un solo ámbito. Finalmente, la pintora pedía una compensación para su hermano dado que este renunciaba a la herencia: que la DPZ completase la pensión que actualmente recibe Juan Antonio Burges hasta la superior de su categoría, según lo dispuesto por la Seguridad Social. Fuentes de la DPZ apuntan esta disposición como la causa del rechazo.
"Tasaron el legado en unos 300.000 euros aproximadamente. Se planteó la posibilidad de construir un espacio en Fayón. Incluso hablaron de publicar su tesis. Pero no concretaban nada, así que finalmente tuvimos que poner un requerimiento por vía judicial para ver si aceptaban la herencia. Y la DPZ repudió la herencia", explica el hermano de la pintora.
"Me parece lamentable -señala el historiador del Arte Arturo Ansón- que la DPZ rechace estos fondos". Y añade: "Pilar Burges fue muy luchadora, poseía una gran formación intelectual, y fue una de las primeras mujeres que se dedicó a la pintura en Aragón. La suya era una pintura expresionista muy coherente, con rojos abundantes y afán de modernidad. Era muy buena pintora y tuvo una gran capacidad para conectar con los jóvenes. Yo creo que deberían aceptar la colección".
El catedrático de Historia del Arte, Manuel García Guatas sostiene que "las instituciones son muy libres de aceptar legados o donaciones de artistas, pero en este caso hay que recordar que la DPZ becó a Pilar Burges en 1953, y le prolongó la beca Francisco Pradilla durante tres años para que pudiera estudiar fuera. Sin duda, ella quiso reconocer con su legado a la institución que le ayudó a formarse. Da un poco de pena que algo así se rechace, y parece un contrasentido".
De la obra de Burges, García Guatas recuerda que "fue muy prolífica y dispersa. Su obra mural está prácticamente desaparecida. A finales de los 50, ella hizo la decoración mural de la cafetería París, la de la cafetería Vital, la de la sala de fiestas Corinto y la de la tienda de ropa Calixto. También pintó en la ermita de Fayón y en la iglesia de Binéfar. Fue una defensora de las artes aplicadas y montó un estudio en su casa, donde las enseñaba". Finalmente, García Guatas esgrime como prueba de la tenacidad de Pilar Burges que se doctoró en 1996, a los 68 años.
Juan Antonio Burges ha tenido que buscar acomodo para casi doscientos lienzos, innumerable obra gráfica y un sinfín de cajas con documentos. Él quiere que la obra de su hermana se exponga, "que la gente la pueda ver, que la conozcan los más jóvenes, porque ella era muy moderna. Me gustaría contar con un espacio donde guardar todos sus documentos para que alguien los pudiera archivar y catalogar. Solo intento hacer lo que mi hermana quería".
Burges afirma que está dispuesto a que otra institución aragonesa asuma el legado. Mientras, y a falta de apoyo para una exposición, él ha improvisado una, accesible en Internet. Puede visitarse en http://www.mariapilarburges.com/