En el siglo XV, un miembro de la Inquisición quiso viajar de Santiago de Compostela a Madrid. Se le ocurrió que el mejor transporte sería un burro, así que buscó uno y lo alquiló. La transacción quedó guardada en un legajo del Archivo de la Catedral de Santiago, y siglos después ha sido digitalizada junto a otras 63.000 escrituras notariales. Desde hoy, si alguien consulta el Archivo Histórico Universitario y el catedralicio podrá reconstruir la historia de la ciudad, siglo a siglo, desde su actividad cotidiana, por Internet.
Los archiveros reconstruyen los personajes y lugares de cada acta
Simón, Elena, María y Pablo trabajan rodeados de pilas de documentos centenarios, ordenadores y piedra en una torre de la Catedral. Su trabajo consiste en desglosar siglos de escrituras notariales de los siglos XV al XVIII. Traducirlos (del latín, el castellano antiguo o el gallego) y reconstruir la situación que describe el manuscrito. Los hechos, protagonistas y escenarios de transacciones y sucesos llevan desde 2007 engrosando una base de datos que, desde hoy, es accesible en la Red. "El archivo se abre a todos", explica Simón, "a investigadores y a cualquiera que tenga curiosidad por saber qué pasaba en su aldea, calle, o edificio hace cinco siglos".
Defienden que su manera de trabajar, la de reconstruir la ciudad por medio de contratos de obra, alquileres de casas, dotes, casamientos, conflictos por las tierras y herencias, es novedosa. El método, sin embargo, ha sido utilizado en otras ciudades de España con fines urbanísticos. En San Sebastián, por ejemplo, fue útil hacer uso de las actas notariales para volver a trazar en 1860 la ciudad, después del pavoroso incendio provocado por los franceses que destrozó las calles donostiarras el 31 de agosto de 1813.
El equipo compostelano remarca que la manera de documentar su trabajo dista de cualquier otra por "el nivel de detalle" que consiguen. "La clave es la forma en que datamos cada pieza y el acceso a la información", cuenta Simón. También marca su trabajo la fuente de la que beben: la Universidad, el Cabildo y la Catedral. Poderes que, durante siglos, han tenido la facultad de visar cada movimiento en la ciudad. "Las actas notariales son un buen testimonio porque se daba fe de todo lo que ocurría en una ciudad" que era centro eclesiástico, político y religioso, cuenta Elena. Y desde el siglo XV, en una urbe como Santiago de Compostela la actividad y el movimiento de gentes entrando y saliendo de la ciudad, era incesante.
Los materiales a catalogar, así, son una fuente de información riquísima, pero además, un relato de costumbres sin parangón. Así, Simón y Elena cuentan ilusionados las veces que han tenido en sus manos algunos documentos variopintos. "Hubo una vez un hombre que quiso encontrar a su mujer, que había hecho el Camino y no aparecía", cuenta Elena entre risas. "Hay peleas por patrimonios o el contrato de un padre con un maestro para avezar niños", añade Simón. También se puede descubrir, buceando en el archivo y sus índices, todo tipo de transacciones entre profesiones y la actividad de varios gremios que ya no existen. Son anécdotas que recrean una sociedad que avanzaba al ritmo de la ciudad y de la que queda lo que se escribió.
La evolución del urbanismo se ve también en la compraventa de terrenos y edificios. Así, en la base de datos del Archivo de la Catedral se puede comprobar cómo evolucionó la Algalia de Arriba, o qué calles ya no existen y cuáles cambiaron de nombre. "Fonseca antes se llamaba Rúa de Valadares y cerca de Cervantes estaban las rúas de Vilarente o la Zapatería Vella". "Hemos documentado los contratos de canteros, plateros y orfebres que trabajaron para construir la catedral", añade la documentalista.
Estas pequeñas situaciones van quedando grabadas por las manos de los documentalistas, que pasan páginas de pergamino con esmero para que todo quede registrado. La digitalización de los materiales sirve para poner la historia al alcance de todos pero también para conservar los manuscritos, que en muchos casos ya han tenido que someterse a cuidados.
Hasta el momento se han procesado 63.000 escrituras notariales, que equivalen a cerca de 300.000 imágenes digitales, según cuenta el Consorcio de Santiago. En la base se puede buscar por una veintena de criterios, por ejemplo por protagonistas. Así sabremos que en noviembre de 1618 Diego Saavedra Fajardo pidió al Vaticano que no hiciera segunda patrona de España a la entonces beata Teresa de Jesús, y Santiago conservara su exclusividad.
@BELÉN KAYSER/El Pais
Los archiveros reconstruyen los personajes y lugares de cada acta
Simón, Elena, María y Pablo trabajan rodeados de pilas de documentos centenarios, ordenadores y piedra en una torre de la Catedral. Su trabajo consiste en desglosar siglos de escrituras notariales de los siglos XV al XVIII. Traducirlos (del latín, el castellano antiguo o el gallego) y reconstruir la situación que describe el manuscrito. Los hechos, protagonistas y escenarios de transacciones y sucesos llevan desde 2007 engrosando una base de datos que, desde hoy, es accesible en la Red. "El archivo se abre a todos", explica Simón, "a investigadores y a cualquiera que tenga curiosidad por saber qué pasaba en su aldea, calle, o edificio hace cinco siglos".
Defienden que su manera de trabajar, la de reconstruir la ciudad por medio de contratos de obra, alquileres de casas, dotes, casamientos, conflictos por las tierras y herencias, es novedosa. El método, sin embargo, ha sido utilizado en otras ciudades de España con fines urbanísticos. En San Sebastián, por ejemplo, fue útil hacer uso de las actas notariales para volver a trazar en 1860 la ciudad, después del pavoroso incendio provocado por los franceses que destrozó las calles donostiarras el 31 de agosto de 1813.
El equipo compostelano remarca que la manera de documentar su trabajo dista de cualquier otra por "el nivel de detalle" que consiguen. "La clave es la forma en que datamos cada pieza y el acceso a la información", cuenta Simón. También marca su trabajo la fuente de la que beben: la Universidad, el Cabildo y la Catedral. Poderes que, durante siglos, han tenido la facultad de visar cada movimiento en la ciudad. "Las actas notariales son un buen testimonio porque se daba fe de todo lo que ocurría en una ciudad" que era centro eclesiástico, político y religioso, cuenta Elena. Y desde el siglo XV, en una urbe como Santiago de Compostela la actividad y el movimiento de gentes entrando y saliendo de la ciudad, era incesante.
Los materiales a catalogar, así, son una fuente de información riquísima, pero además, un relato de costumbres sin parangón. Así, Simón y Elena cuentan ilusionados las veces que han tenido en sus manos algunos documentos variopintos. "Hubo una vez un hombre que quiso encontrar a su mujer, que había hecho el Camino y no aparecía", cuenta Elena entre risas. "Hay peleas por patrimonios o el contrato de un padre con un maestro para avezar niños", añade Simón. También se puede descubrir, buceando en el archivo y sus índices, todo tipo de transacciones entre profesiones y la actividad de varios gremios que ya no existen. Son anécdotas que recrean una sociedad que avanzaba al ritmo de la ciudad y de la que queda lo que se escribió.
La evolución del urbanismo se ve también en la compraventa de terrenos y edificios. Así, en la base de datos del Archivo de la Catedral se puede comprobar cómo evolucionó la Algalia de Arriba, o qué calles ya no existen y cuáles cambiaron de nombre. "Fonseca antes se llamaba Rúa de Valadares y cerca de Cervantes estaban las rúas de Vilarente o la Zapatería Vella". "Hemos documentado los contratos de canteros, plateros y orfebres que trabajaron para construir la catedral", añade la documentalista.
Estas pequeñas situaciones van quedando grabadas por las manos de los documentalistas, que pasan páginas de pergamino con esmero para que todo quede registrado. La digitalización de los materiales sirve para poner la historia al alcance de todos pero también para conservar los manuscritos, que en muchos casos ya han tenido que someterse a cuidados.
Hasta el momento se han procesado 63.000 escrituras notariales, que equivalen a cerca de 300.000 imágenes digitales, según cuenta el Consorcio de Santiago. En la base se puede buscar por una veintena de criterios, por ejemplo por protagonistas. Así sabremos que en noviembre de 1618 Diego Saavedra Fajardo pidió al Vaticano que no hiciera segunda patrona de España a la entonces beata Teresa de Jesús, y Santiago conservara su exclusividad.
@BELÉN KAYSER/El Pais