El egoismo de un hijo,producto del amor y del cariño impide en ocasiones ver que lo que se pidió a Nuestro Señor fué concedido; le pedí desesperadamente lo mejor para ella, y lo mejor para ella es estar al lado del Padre. Pero eso, mi egoismo, mis ganas de verla, de hablarla, de darla un beso, me hacen en ocasiones olvidar que el Señor nos concedió la gracia de llamarla a su lado, de enviarla allí de donde, como nos cuenta Juan, el fiel evangelista, nos dijo Jesús:
«No se turbe vuestro corazón. Creéis en Dios: creed también en mí.
En la casa de mi Padre hay muchas mansiones; si no, os lo habría dicho; porque voy a prepararos un lugar.
Y cuando haya ido y os haya preparado un lugar, volveré y os tomaré conmigo, para que donde esté yo estéis también vosotros.
Y adonde yo voy sabéis el camino.»
Esa es mi esperanza, esa mi certeza, porque, también en palabras de Juan:
En verdad, en verdad os digo: el que escucha mi Palabra y cree en el que me ha enviado, tiene vida eterna y no incurre en juicio, sino que ha pasado de la muerte a la vida.
Doy pues gracias al Señor por haberme concedido la gracia de llevar a mi madre a su lado, y a ella, que ahora mora allí donde no existe el tiempo, al lado del Padre, interceda por todos nosotros, sus +Hermanos, ante Él para que nos ayude y proteja de todo mal.
Non Nobis,
Fr+Anselmo de Crespi