Si hace unos días enviaba un comunicado a la prensa decantándose claramente por la parte aragonesa, ahora, el Obispo Joan Piris se manifiesta entre dos aguas, según él, presionado por un lado por la decisión del Vaticano y por otro por las leyes catalanas.
Señor Obispo, déjese de timoratas declaraciones y decántese por lo que le dicta la razón, sin dejarse presionar por nada ni por nadie. Si necesita obedecer al Vaticano, calle y no haga declaraciones, o si las hace explique que se encuentra en esa disyuntiva obligado a la obediencia vaticana, pero ese intento de contentar a todos y lavarse las manos, ya lo hizo anteriormente un romano en Judea y ya conocemos el resultado de su cobardía.
LA NOTICIA CON LAS DECLARACIONES DE JOAN PIRIS
El obispo de Lérida confiesa sentirse un "poco engañado" en el litigio de la Franja
El obispo de Lérida, Joan Piris, confesó hoy sentirse un "poco engañado" en el litigio de las obras de arte de la Franja con Aragón, sobre el que no auguró una "solución próxima".
En declaraciones a TV3, recogidas por Europa Press, Piris recordó: "A mi me encomendaron la Diócesis de Lérida el mismo día en que por la mañana los dos obispos de aquel momento, el de Lérida y Barbastro, habían firmado un compromiso y el nuncio me dijo que el conflicto estaba en vías de solución".
"Yo acepté encantado, pero ahora tengo una cierta conciencia de estar un poco engañado", dijo, y añadió: "No me quiero ocupar del litigio de la Franja porque es poco evangélico, y yo no he venido aquí a defender el arte, he venido a predicar a Jescuristo".
A su juicio, el "conflicto durará bastante". En este sentido, relató que se encuentra entre la espada y la pared: "Debo obedecer. Hay unas disposiciones de los tribunales eclesiásticos de los que no puedo prescindir y, al mismo tiempo, hay una legislación local catalana de la que tampoco puedo prescindir".
De hecho, el obispo recordó que en enero de este año le envió una carta al conseller de Cultura y Medios de Comunicación, Joan Manuel Tresserras, en que pedía a la Generalitat las obras de arte para poderlas entregar a Aragón, como ordenó el Vaticano.