Hoy es trece de octubre, como aquel triste día de 1307 en el que la traición de la Iglesia Católica se hizo realidad contra la Milicia de Nuestro Señor, contra la Orden del Temple. Traición porque no hubo valor papal para enfrentarse al Rey de Francia, traición doble porque no se atacaba a una Orden de Caballería solamente, se atacaba al mismo tiempo a los mayores defensores de la FE, a los cristianos que se mantuvieron fieles a la doctrina que Aquel vino a enseñarnos, sin dejarse tentar por oropeles y lujosos palacios, sin contaminarse con el vil oro que corrompe aún hoy en día las entrañas de un Vaticano cada vez más alejado de la doctrina que de manos de los verdaderos cristianos recorrió esta vieja Europa que ahora reniega de sus principios y tradiciones.
Cada día vemos el avance de corrientes contra la FE cristiana, contra los propios cristianos que ven como su vida peligra en cada vez más paises, y mientras los Pobres Caballeros de Cristo y del Templo de Jerusalem resisten como entonces los empujes de todo aquel contrario a la FE de Cristo, la Iglesia Católica continua reticente a reconocer su tremendo error, su cobardía y traición.
No basta con una absolución, ¿Absolución de que, de quien? ninguna de las Damas y de los Caballeros que sufrieron persecución, (siempre se habla de Caballeros, pero también había Damas Templarias que tuvieron que renunciar a la Orden, al menos de cara para fuera), pecaron ni atentaron contra su Señor, sobre el único al que debían y debemos obediencia una vez traicionados por su representante en la Tierra, el Papa Clemente V.
Guárdense su absolución para el Temple, tampoco es justa, no la necesita. Guárdensela y utilícenla para ustedes, para Clemente V, ese Papa simoniaco; para los Cardenales que firmaron las actas de culpabilidad entregando a nuestros Mártires a la injusta y real mano capeta. Guárdenla para aquellos dominicos y franciscanos, cómplices de las torturas con las que intentaron conseguir confesiones de los mejores servidores que tuvo jamás Nuestro Señor. Guárdenla para quienes sabiendo de la traición y de la injusticia aún hoy se arrastran en busca de ese perdón que no merecemos al no ser culpables de nada más que nuestra FE. Guárdenla para esos pederastas que mancillan la inocencia de los niños/as, para aquellos que permiten la muerte de miles de personas mientras se santiguan los domingos en misa y celebran la comida familiar y dominical ante las imágenes en el televisor de esos niños y niñas de barrigas hinchadas reventados por el hambre y por los que no hacen nada. Guárdenla para esos dirigentes que levantarían la voz si se rehabilitara la Orden del Temple, (indebidamente puesto que ya, al paso de los años no la corresponde eso a la Iglesia Católica solamente), y la callan ante la ley de la Sharía, ante la ablación, ante el aborto, ante la pederastia de las bodas con niñas, ante el despropósito de la total entrega occidental ante el miedo al Islam fanático y cobardemente asesino.
Guárdense su absolución, no es eso lo que se les pide. Realmente no se les pide nada, pero si tienen que lavar su conciencia, si tienen que limpiarse de culpas, reconozcan de una vez el error de un cobarde simoniaco Papa como era Clemente V, reconozcan a los Templarios caidos en mano de los inquisidores dominicos y los jueces franciscanos como los Mártires por el cristianismo que son, y déjense de todo lo demás, que son tan solo tonterías para mantenerse en el mismo error y sin rectificar, precisamente en un tiempo en el que más necesario se hace nuestra existencia, cuando los valores en los que nos enseñaron a las personas de bien son continuamente cuestionados, machacados. En un tiempo donde no se respeta ni la vida por nacer ni la muerte en paz y natural. En una era donde la persecución a nuestros símbolos va en consonancia con la creciente ola de materialismo, relativismo, y otros muchos más "ismos", como el satanismo que corrompe a nuestros jóvenes con modas negras y anticristianas.
Hoy es trece de octubre, día en el que los Templarios no tenemos nada que celebrar, día en el que los Templarios solo podemos rezar por nuestros Mártires, por nuestros +Hermanos asesinados, algunos incluso reposando en vertederos. Hoy es un día de reflexión, de tristeza por la traición y la injusticia, por la vileza de algunos que aún hoy se benefician en su nombre, usando del nombre del Temple para su propia ambición, (ya hablaremos de ellos en otros días). Hoy no es día de alegría, si de reafirmación en nuestro juramento, si de unir lazos con verdaderos +Hermanos, no con farsantes. Hoy es luto en el Temple. Respetemos pues ese luto y oremos por nuestros caidos, por nuestros +Hermanos que siguen siéndolo aún allí en el más allá donde se encuentren, en el otro plano, en la Luz del Señor. Hoy tan solo oremos por los Mártires Templarios.
Non Nobis, +Anselmo de Crespi, Templario.