En la última década, el monasterio de su propiedad ha sido objeto de un debate ajeno a ellas sobre su uso futuro.
Las clarisas se van de Estella y dejarán vacío el convento del parque de Los Llanos habitado hoy por sus seis últimas monjas. Sin nuevas vocaciones y con religiosas de edad avanzada, la comunidad,importante en su tiempo, no puede mantener una actividad presente en el municipio desde el siglo XIII y se traslada al monasterio que la misma orden tiene en Olite.
Con su marcha se cierra un capítulo de la vida en clausura de una localidad en la que permanecen otras dos congregaciones, las benedictinas y las concepcionistas recoletas. Se pasa página también para un edificio con muchos pretendientes en los últimos años. Su céntrico emplazamiento -en el corazón de la principal zona verde de Estella- unido a sus posibilidades de espacio y su buen estado de conservación le convirtieron a lo largo de la década pasada en el centro de un debate que sus propietarias nunca buscaron sobre la transformación en parador nacional, residencia de ancianos e incluso colegio público.
A lo largo de este tiempo y en medio de un cruce de propuestas lanzadas desde instancias distintas, las monjas de Santa Clara han conservado siempre la esperanza de mantener su presencia en una ciudad a la que han estado muy unidas. La oración y la vida contemplativa han guiado sus pasos desde hace más de 750 años.
El futuro del edificio
Hace un año en estas mismas fechas, a instancias de una persona vinculada al monasterio desde su infancia, se recurrió a Internet para pedir nuevas vocaciones y se creo una página web con una información completa sobre el monasterio habitado entonces por ocho hermanas. Han pasado a seis desde entonces y la decisión está tomada, sin fecha cerrada pero a lo largo de los próximos meses. La comunidad no ha concretado el futuro del edificio.
Aunque el convento de la orden en Estella se fundó a mediados del siglo XIII en el "paraje de Los Llanos y a extramuros del burgo medieval", la silueta que hoy conocemos en el parque se debe a una reconstrucción posterior de estilo barroco que Juan de Larrañaga levantó en el siglo XVII, entre los años 1635 y 1654. El monasterio de clausura se extiende sobre una superficie de 13.025 metros cuadrados de los que algo menos de 7.000 están edificados.
Situado entre las posibles sedes que se barajaron a principios de la década pasada para el segundo parador nacional de Navarra, se cayó finalmente de una lista de la que formó parte junto a otros edificios como el convento de Santo Domingo, el monasterio de Irache, el convento de Recoletas, el palacio del Gobernador o el de Luquin. La Secretaría de Estado de Turismo lo desechó como opción en la primavera del 2004 tras no avanzar el acuerdo que se había buscado para reubicar a las religiosas a las que pertenece el inmueble.
Ese mismo año, se llegó a plantear como alternativa para un nuevo colegio público que la comunidad educativa de Remontival pedía entonces en un emplazamiento céntrico y más accesible para los alumnos. El Ayuntamiento de Estella descartó igualmente una opción a la que se sumaría después una nueva residencia de ancianos fruto del traslado de la actual de Santo Domingo.
Los años siguientes ubicaron estos distintos proyectos sin pasar en ningún caso por el monasterio del paseo. El parador se construirá en el monasterio de Irache, un nuevo centro educativo se alza ya en Remontival y para la futura atención a los ancianos se plantearon terrenos de San Jerónimo y en ellos una gran residencia que se incluyó en el plan navarra 2012.
A lo largo de todo este proceso, la comunidad de Los Llanos mantuvo como hace siglos la regla de la orden clarisa y confió siempre en poder seguir haciéndolo. La crisis de vocaciones les lleva ahora a seguir el mismo camino que otras congregaciones vecinas, como el Servicio Doméstico de la plaza de Santiago, las orionistas de Mater Dei , las concepcionistas franciscanas de Los Arcos y las Hijas de San José de Azagra.
Una presencia siempre cercana
La de las clarisas en Estella ha sido una presencia siempre cercana a la ciudad no sólo porque su vida en clausura ha discurrido al pie de uno de sus enclaves más transitados. En torno a su convento se han mantenido también tradiciones, como la que cada mes de junio se repetía por San Antonio de Padua y el reparto del "pan de los pobres". Su iglesia, además de para las eucaristías, ha sido escenario de conciertos de corales locales y de la propia escuela de música Julián Romano. Y muchas novias llevaban al convento una o varias docenas de huevos en un gesto con el que pedían sol el día de su enlace.
@M.P.A., (Estella)/Diarío de Navarra.es