El castillo es de los pocos que se mantiene en pie.
Dicen que la cantidad es 'insuficiente' para las necesidades de la congregación
Los Hermanos Misioneros valoran estudiar ofertas de particulares interesados
El arquitecto César Portela había tasado la propiedad en 10 millones
La apertura de las puertas del Castillo de Pambre (Palas de Rei) tras años cerrado a cal y canto podría quedarse en una anécdota. Los actuales propietarios, los Hermanos Misioneros de los Enfermos Pobres de Vigo, estudian echar de nuevo el cierre tras conocer la tasación de la Consellería de Cultura que fija el valor del inmueble en 1,1 millones de euros. "Es una cantidad muy baja, por ese dinero no lo venderemos porque no nos ayuda a continuar con nuestra actividad, es insuficiente para cubrir nuestras necesidades", explica José Donaire, el hermano responsable de la congregación.
"Sólo por su antigüedad y su valor cultural debía valer más", explica, al tiempo que compara y dice que "eso es lo que podría llegar a costar un piso en el centro de Vigo". Cuando autorizaron al Ayuntamiento de Palas a abrir el inmueble colocaron una urna en la que los visitantes pudieses dejar sus donativos. Donaire cuenta que el cepillo "no da nada" y apenas recaudan 50 euros mensuales, por lo que el beneficio de las visitas para ellos es prácticamente nulo. "Nosotros no recibimos nada por ello", explica. El gobierno local es el encargado de la apertura, el horario de visitas y la vigilancia.
La tasación de la Xunta es diez veces inferior a la valoración anterior realizada por el arquitecto César Portela, cuyo valor ascendía a los diez millones de euros. Fuentes de la Consellería aseguran que la fortaleza se ha visto deteriorada en los últimos años y no cuenta con parte de las propiedades que se le atribuían en un inicio como invernaderos o terrenos próximos.
Podrían estudiar 'ofertas privadas'
Ante esta situación, el hermano José Donaire ha avanzado para El MUNDO.es que no descartan "estudiar las ofertas privadas", de partida "mejores que la tasación de la Consellería", asegura. "Sabemos que la Xunta no tiene dinero, por lo que le hemos propuesto abonar el importe en mensualidades o anualidades", pero el Gobierno gallego todavía no ha mostrado interés por esta opción. Que el castillo pase a manos privadas condiciona además su rehabilitación considerada "urgente" por el avanzado estado de deterioro de su estructura.
La congregación religiosa recibió el Castillo como herencia al morir el anterior propietario, el Conde de Borraxeiros, quien siempre negó el acceso al interior de la única fortaleza militar medieval en pie tras las revueltas de los Irmandiños del siglo XV. Desde entonces, los Hermanos han manifestado su interés por venderlo a la administración pública y así seguir adelante con su dedicación centrada en la atención de los más necesitados y marginados de la sociedad. "Necesitamos 3.500 euros al día para dar de comer a 200 personas, necesitamos que la gente nos ayude porque así no podremos seguir adelante", lamenta el religioso.
"Atendemos a enfermos de sida, drogadictos, la mitad de nuestros pobres son enfermos psíquicos y alcohólicos, la gente tiene que entender que si no hay dinero tendríamos que cerrar después de cuarenta años de ayuda ininterrumpida a los más necesitados", explica Donaire desde la desesperación.
La apertura del Castillo de Pambre ha sido una reivindicación vecinal, de plataformas y estudiosos que en julio de este año veían atendidas sus peticiones. Ahora, de nuevo, si la Xunta no reacciona, podría ver sus puertas cerradas para siempre. Lo que también repercutiría en Vigo donde los Hermanos cada vez tienen menos margen de maniobra para seguir con su actividad. "No somos ricos. Pedimos a la gente que por favor nos ayude", pide Donaire. En las próximas semanas espera mantener una reunión con la Xunta y el Ayuntamiento en la que se decidirá el futuro de uno de los iconos patrimoniales de Galicia.
Su historia
El Castillo de Pambre está considerado como uno de los mejores ejemplos de arquitecturas medieval de Galicia. En torno al año 1375 amenazado por la revuelta irmandiña Gonzalo Ozores de Ulloa ordenó construir una fortaleza que le permitiese defenderse del enemigo. De manos de los Ulloa pasó a los condes de Monterrey en el siglo XV. En el siglo XIX el duque de Alba lo vendió a un vecino de Palas de Rei junto con otros inmuebles por 27.000 de las antiguas pesetas.
Tras pertenecer a la familia Moreiras Blanco desde 1912, en los últimos tiempos fue propiedad de Manuel Taboada Fernández, Conde de Borraxeiros quien lo dejó en herencia a una congregación religiosa. Actualmente, Xunta, gobierno local y los nuevos propietarios negocian la venta para su posible inclusión como propiedad pública.
Silvia Pena, Lugo/El Mundo.es
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