Tierras de León publica las conclusiones de las excavaciones arqueológicas realizadas en el monasterio en el 2002 por Emilio Campomanes y Felipe San RománLa revista Tierras de León que publica el Instituto Leonés de Cultura acaba de publicar un avance de las excavaciones arqueológicas desarrolladas en San Miguel de Escalada durante las campañas 2002 y 2004.
Estos trabajos de investigación, cuyos artífices son Felipe San Román y Emilio Campomanes, informan de algunos de los descubrimientos realizados en las dependencias monásticas.
Así, los arqueólogos explican que, si bien los restos exhumados resultan poco explícitos -” «desconocemos el lugar donde se situaron los vanos que indicarían el tránsito y su organización-” las estancias monásticas podrían ser encuadradas en época altomedieval, debido a la técnica constructiva de mampuestos reforzados con grandes sillares.
Además, los arqueólogos precisan que también refuerza esta idea la necrópolis aparecida alrededor. «La tipología de tumbas antropomorfas es claramente altomedieval (...) La cronología de este tipo de tumbas podría establecerse entre los siglos IX y XI», manifiestan. Asimismo, recuerdan el descubrimiento de una estela doscoidea reutilizada en uno de los muros posteriores, y subrayan que se trata de un hallazgo muy raro en León, Asturias y Zamora, mientras que en el oriente de la meseta, Cantabria y País Vasco está muy presente.
San Román y Campomanes abundan en el hecho de que el hallazgo de estas dependencias incluye un nuevo elemento al templo mozárabe, «como una cámara añadida al transepto». En este sentido, se refieren a la idea defendida por Isidro Bango, que plantea la existencia de al menos una cámara, prolongando el transepto por el sur, lo que explicaría la construcción en dos periodos del pórtico del templo.
Explican que la dependencia aparecida al norte pertenece a la planta mozárabe. «Parece claro que tanto la tipología como la planta corresponde a los modelos litúrgicos altomedievales, con sacristías laterales en la prolongación del transepto». El informe destaca que las reformas añadieron un largo pabellón, de unos doce metros de longitud y paralelo a la nave del templo mozárabe, si bien su función y organización resulta desconocida. Añade además que su construcción debió de suponer la modificación de la cubierta del templo mozárabe en ese lugar, con una pérdida de parte de los modillones.
Por último, resaltan que las dependencias debieron de mantenerse en pie hasta la Baja Edad Media o la Alta Edad Moderna. «Tras la salida de la comunidad monástica, estos edificios debieron colapsarse poco después (...) La colina habría avanzado notablemente sobre los edificios a fines del siglo XVIII, como para obligar a abrir canales de drenaje y muros de contención».
Un reloj solar con las cinco horas canónicasLas catas también sacaron a la luz una necrópolis al pie de la colina. Las excavaciones descubrieron un reloj solar realizado sobre una placa de caliza en la que se trazaron tres circunferencias concéntricas, divididas mediante una diagonal y tres líneas radiales, generando en total cinco referencias horarias. Los arqueólogos revelan que se trata de un reloj «canónico», que marcaba las horas canónicas (Prima, Tercia, Sexta, Nona y Doceava), siguiendo la denominación romana que se mantuvo en los monasterios medievales, para señalar la hora de los oficios religiosos.
Los materiales cerámicos pertenecen a la época pleno y bajomedieval. Además, apareció una moneda de plata, acuñada en el monasterio de San Martín de Tours, de los siglos XII-XIII, un fragmento de una moldura ajedrezada románica y una placa caliza recortada, con el pautado para una inscripción.
Cuentas de vidrio azul y restos de una casulla verdeEn el interior de la iglesia aparecieron 98 inhumaciones, que contenían individuos de distintas edades, desde niños de corta edad hasta adultos de edad avanzada, e indistintamente de ambos sexos. Había además tres osarios y en el tercero de ellos se contabilizaron 286 individuos. La mayoría de los enterramientos se realizaron sin caja o ataúd y los hallazgos materiales o ajuares fueron muy escasos, como es norma en este tipo de necrópolis. Además, casi no se recuperaron restos de tejidos de la vestimenta y del cuero del calzado.
Se localizaron restos de un hábito de tela muy basta de color marrón oscuro, tal vez monacal. En cuanto al calzado, muchos de los fragmentos recuperados mostraban orificios para ser unidos entre sí mediante cosido, a veces con ojales y remaches de cobre en los que se introducía el cordón para ajustar el calzado al pie.
Uno de los individuos llevaba 36 cuentas de collar realizadas en pasta de vidrio azul, que aparecía rodeándole el cuello. Asimismo, también se hallaron retazos de tela verde que pudo haber formado parte de una casulla o dalmática, tejida con hilo de seda y filamentos de cobre. Los restos cerámicos son de atribución mayoritariamente moderna.
@Cristina Fanjul/Diario de León