El templo románico de San Bartolomé amenaza ruina
El Valle de La Garcipollera acoge hasta siete construcciones románicas en muy diferente estado de conservación. Son las iglesias de Iguácel, Acín, Yosa, Santa Juliana, Larrosa, Bescós y Bergosa. Algunas presentan una ruina irrecuperable, como las de Yosa de la Garcipollera y Bescós. Otras, como las de Bergosa y Acín, son templos sencillos. La ruina de Santa Juliana, a la entrada del valle, se encuentra ya consolidada, y Santa María de Iguácel fue ya restaurada y se encuentra en buen estado.
La Iglesia de San Bartolomé de Larrosa, que pertenece al municipio de Castiello de Jaca, es una de las más interesantes en cuanto a sus características y a sus posibilidades de recuperación, pero está a punto de derrumbarse y existe por ello una gran preocupación en la zona.
El Gobierno aragonés ha manifestado interés por este enclave y, hace tres años, el entonces jefe del Servicio de Patrimonio Histórico Artístico de la institución autonómica, Vicente Domingo, realizó una visita a Larrosa para conocer de primera mano el estado del edificio.
Ahora, el Gobierno aragonés podría estar planteándose incluir esta obra en próximas actuaciones y se han efectuado nuevos reconocimientos sobre el terreno. Eso sí, una de las conclusiones que más rápidamente pueden extraerse al respecto es que el deterioro de la construcción avanza sin freno y la decisión sobre una posible intervención, de considerarse necesaria, no debería demorarse más.
Desde Castiello, se toma la pista que se introduce en el valle jacetano de La Garcipollera. Dejamos atrás Bescós y el desvío a la derecha que conduce a Villanovilla, para pasar por Acín, cruzar el vado sobre el barranco del río Ijuez y continuar hacia la ermita de Iguácel. A partir de ahí hay dos posibilidades: nada más superar el siguiente barranco que cruza la pista, a la derecha arranca un sendero que sigue el barranco de Larrosa y se puede hacer andando hasta el pueblo (unos 45 minutos). Otra alternativa es tomar un poco más adelante una pista forestal a la derecha, pero existe una valla y sólo se permite el paso a vehículos con permiso. Luego quedarán apenas cinco minutos andando hasta el pueblo, por el sendero GR-15 Prepirenaico.
DE FINALES DEL SIGLO XII
La Iglesia de Larrosa es una construcción románica de finales del siglo XII, de planta rectangular y ábside muy sencillo, con una nave y torre posteriores del siglo XVII. El etnólogo y escritor José Luis Acín, especialista en Románico, explica que, en origen, era una iglesia de una sóla nave, con la cabecera orientada al Este. "Los muros perimetrales del interior siguen siendo los medievales, pero a eso se han ido añadiendo distintas intervenciones, como las capillas y la entrada actual, al igual que lo que se hizo en la parte de los pies: el cierre de ventanas y de una de las puertas primitivas, se puso la pila bautismal y se construyó detrás una sala para fines de la iglesia y del pueblo".
"En el Románico -aclaraba esta semana en una visita al templo-, había una puerta de entrada al cementerio y otra de salida". También en alguna de las modificaciones realizadas se abrió un óculo en lo que antiguamente era un muro macizo, y aún se aprecia una ventana aspillerada. "Lo más interesante de la iglesia es que se aprecia perfectamente toda la construcción medieval y las modificaciones que se han ido realizando. El tipo de aparejo que utilizaron es románico y destaca su cabecera. Ahora vemos dos ventanas, pero sólo tenía una, la central, con doble abocinamiento y arco de medio punto".
Dentro del ábside, también se fija especialmente en las pinturas, fragmentos medievales y también restos francogóticos del siglo XIV, y en el exterior hay dos frisos que recorren todo el semicírculo, unos arcos murales ciegos propios del Románico Lombardo y una hilera de baquetones o cilindros-rollos dispuestos verticalmente, que se dan en el conjunto de iglesias del Serrablo y en otras que adoptan ese mismo sistema, es decir, los arquillos ciegos y lo baquetones como Lerés o Nasarre.
RIESGO DE RUINA
Prames, empresa con unalarga experiencia y especialización en la restauración de edificios ubicados en lugares de difícil acceso, considera que sería conveniente actuar cuanto antes en esta construcción, para poner freno a su deterioro.
El jefe de Obras de la entidad, Benjamín Oca, explica que en las intervenciones posibles se podría contemplar la colocación de la cubierta, que originalmente era de madera y de la que apenas quedan vestigios. No obstante, él apuesta por una consolidación del edificio, que no necesariamente implicaría la recuperación del tejado.
Benjamín Oca explica que sería preciso limpiar el interior del templo, adecuar el suelo, donde se aprecia alguna tumba, hacer alguna cata arqueológica y reforzar la zona del ábside, donde se restaurarían también las pinturas que se conservan. "Podríamos recuperar, además, parte del presbiterio, los muros, algunas de las ventanas que están cerradas y la puerta primitiva". Agrega que habría que significar las diferentes actuaciones que se han acometido a lo largo de la historia y, en su opinión, "quedaría un trabajo muy digno, que evitaría que la ruina fuera a más".
En cualquier caso, el jefe de Obras de Prames considera que lo mejor sería actuar cuanto antes, porque el deterioro de la iglesia avanza progresivamente y, además, una pronta intervención podría resultar menos onerosa que si se demora más. "Aunque se decidiera no reconstruir la cubierta, se puede trabajar en el resto de la iglesia y ese tipo de actuación se puede retomar más adelante", apunta.
Aunque sólo es una cifra orientativa, Benjamín Oca estima que la actuación, sin contar la recuperación de la cubierta, podría rondar los 120.000 euros.
@Myriam MARTÍNEZ/Diario del Alto Aragón