Joyas de reyes, ruinas de pueblo
El Ayuntamiento de Gradefes logra la donación de las ruinas del histórico monasterio de Eslonza
Los restos de Eslonza hablan de su esplendor pasado. Entre las ‘posesiones’ desaparecidos se encuentran retablos como el de la foto, que está en Villamañán.
En el origen del monasterio de Eslonza (en el año 912 posiblemente sobre los restos de otro cenobio) sólo aparecen nombres ilustres: el rey García I de León, la infanta Doña Urraca, Fernando I, Doña Sancha... incluso intelectuales como Melchor Gaspar de Jovellanos o el Padre Feijoo, que también estuvieron en este monasterio a orillas del río Moro.
Sin embargo, su realidad actual es de ruina absoluta después de haber sufrido ataques y expolios de todo tipo, por parte de Almanzor, la repetida Desamortización de Mendizabal, rateros de todo tipo, el obispo Almarcha (que compró su fachada para una iglesia leonesa) y la desidia y el paso del tiempo.
En sus épocas de gloria era cosa de reyes y clérigos.
En su época de ruina acaba de ser donado al pueblo, a través del Ayuntamiento de Gradefes, que lo acaba de recibir en Pleno. Pese a no ser ya más que “unas cuantas piedras y unas paredes” la alcaldesa de Gradefes se muestra encantada con la donación. “Ya sé que son unas ruinas, pero son una parte muy importante de la historia de esta tierra y no se puede dejar caer aún más. Habrá que cerrarlo, para que no haya más expolios, consultar a los técnicos sobre lo que se puede hacer con su estructura e ir dando pasos, poco a poco”.
Su historia lejana habla de magnifico monasterio de la Orden de San Benito fundado (año 912) por el rey García I de León y destruido por Almanzor en 988. Doña Urraca, entonces Condesa de Galicia, aparece como su primera benefactora y convertida en 1109 en reina de Galicia, de León y de Castilla, daría al monasterio de Eslonza numerosas donaciones, como posteriormente haría Alfonso VII, que también le otorgó el realengo del valle de Eslonza en 1142. Pese a ello, el tiempo propiciaba su deterioro y en el siglo XVI se realizó otra gran reforma. La nueva fábrica dotó al convento de tres portadas renacentistas y un amplio claustro, participando en la construcción Juan de Badajoz y fray Pedro Marinez, monje del burgalés Monasterio de San Pedro de Cardeña. La gran fachada principal se levanto en estilo barroco. Albergaba en sus hornacinas inferiores imágenes de San Adrián y Santa Natalia, y en las superiores de San Bernardo y San Benito en torno a una imagen de San Pedro sedente y con tiara papal. Salvo esta última todas las imágenes están desaparecidas y las hornacinas de la fachada vacías. Durarían estas obras hasta el siglo XVIII.
Cabe citar la presencia en el Monasterio de dos de los ilustrados españoles más famosos, Gaspar Melchor de Jovellanos y el Padre Benito Jerónimo Feijoo. Jovellanos ejercería durante algún tiempo cargo de pasante en San Pedro de Eslonza.
Detrás de esa historia oficial deilustres nombres y apoyos está la otra, la de los expolios, robos, ‘compras’ entre comillas, abandonos... “Rara es laiglesia de estos pueblos cercanos que no tenga alguna pieza, ni casa particular que no posea algunapiedra labrada de la iglesia y del claustro del esquilmado monasterio benedictino de Eslonza”, dice la página oficial del Ayuntamiento de Villasabariego, al que pertenece Lancia.
En sus ruinas se intuye aún el pasado esplendor de este monasterio en el que se diferencian: iglesia, claustro, refectorio, cocina, nevera, almacén, fuente de agua canalizada y desaladero del pescado, entre otras dependencias que muestran los restos de un gran edificio.
La Desamortización
Pero, sin duda, la mayor desgracia de este monasterio fue la Desamortización de Mendizabal (1835), nombre que toma de un ministro de Isabel II que decidió “subastar las tierras y bienes no productivos de las llamadas ‘manos muertas”, casi siempre la Iglesia Católica o las órdenes religiosas, que los habían acumulado como beneficiarias de donaciones, testamentos y abintestatos. Asípasó a manos particulares al ser comprado por Juan Francisco Calderón, que pagó entonces la nada despreciable cifra de 40.000 reales de vellón.
Pero es muy complicado para una familia particular mantener un edificio así y el deterioro se hizo evidente pese a que en 1931 fue declarado Monumento Nacional. Unos años más tarde se produjo uno de los hechos que más claramente marcó su deterioro, el traslado de su fachada hasta la iglesia de San Juan y San Pedro de Renueva. Sólo habían pasado 15 años desde su título de Monumento Nacional y el todopoderoso Almarcha se lo compra, según los datos que ofrece el propio obispado, por 100.000 pesetas a Felipe Alvarez Estrada Díaz, descendiente en cuarta generación de la familia que lo había adquirido en la citada.
@Fulgencio F./La Crónica de León