Villaviciosa conserva varias huellas del paso de la Orden del Temple por el concejo. La iglesia de Santa María de la Oliva es un ejemplo y así lo recoge Xavier Musquera en su libro «La aventura de los templarios en España». Uno de los signos que llamaron su atención fue la estrella de seis puntas de la portada. Musquera lo explica por la posible vinculación de la orden con los miembros de la Kabbalah (o Cábala, una de las principales corrientes de la mística judía). También podría tratarse de un signo de identificación de los maestros constructores (uno de los gremios canteros), conocidos como los «Hijos de Salomón» y que estuvieron bajo la protección del Temple.
Musquera descubre que «aproximadamente a la mitad del muro se distingue una cruz paté dentro de un círculo». No está sola; en una de las esquinas luce otra junto a una cruz latina roja. Éstas son sólo las que dan la bienvenida al visitante, porque si se rodea la iglesia se pueden contar hasta ocho a ambos lados de la fachada principal, en los dos muros laterales y en la parte del ábside. Las cruces paté o patadas se vinculan con el Temple, ya que fue la primera orden militar que custodió la Cruz, según apunta el escritor naveto Saúl Torga, que añade que la cruz patriarcal «corresponde a la paté con brazos extendidos». Además, incorporaron como vestimenta un manto blanco con una cruz roja.
Esta orden militar cristiana fue una de las más afamadas y a su alrededor surgieron multitud de mitos. Nació en 1119 con el cometido de proteger a los peregrinos cristianos que llegaban a Jerusalén. Los templarios pronto lograron extenderse y gozaron de gran poder. En 1129 fueron reconocidos oficialmente por la Iglesia católica. Torga afirma que un año antes, «en el concilio de Troyes, se redactó la regla de la orden, que no era más que la de San Benito (cistercienses) modificada».
La iglesia de Santa María de la Oliva, ubicada en pleno centro de Villaviciosa, es una de las muestras más tardías del románico e incorpora elementos góticos. Este templo es posterior a 1270, cuando Alfonso X el Sabio otorgó la carta puebla de Maliayo.
Juan Carlos Menéndez también ha estudiado la orden y, en su afán por descubrir sus huellas, ha recorrido numerosos rincones de España. Apunta: «Muchos autores achacan como introductores del gótico a los templarios». Asimismo reseña «la semejanza que existe entre este templo de Villaviciosa y otra iglesia templaria, también bajo la advocación de Nuestra Señora de la Oliva (Santa Maria dos Olivais) en la ciudad portuguesa de Tomar, que fue uno de los bastiones templarios más importantes en el país vecino».
Menéndez manifiesta que la presencia de la orden aparece en otros templos del concejo, aunque el de la Oliva constituye el máximo exponente. La iglesia de San Juan de Amandi es otro ejemplo. En su ábside destacan tres figuras de guerreros con una cruz al frente, que podrían ser templarios; además hay una cruz paté en una pila junto al pórtico de entrada. Este estudioso también incluye en el catálogo templario de Villaviciosa la iglesia de Santa María de Lugás que, según apunta Menéndez, «al parecer, fue parada de peregrinos, a juzgar por el albergue que se puede observar junto a la iglesia». La forma hexagonal del ábside del templo igualmente se vincula con los caballeros de Cristo. Asimismo se pueden observar cruces patadas en el tejadillo lateral del ábside de la iglesia de San Andrés de Valdebárcena.
Juan Carlos Menéndez explica la posible vinculación de la orden con el concejo maliayés: «No es extraño que tuviera sus iglesias, ermitas, conventos y encomiendas en una zona tan rica como es Villaviciosa, teniendo en cuenta, además de las materias primas, la situación estratégica de su ría, pues no olvidemos que los templarios también poseían una poderosa flota». Añade: «No es raro encontrarse con edificaciones suyas a lo largo y ancho del denominado Camino de Santiago, pues una de sus funciones era proteger y atender a los peregrinos».
La orden también dejó su impronta en el monasterio de Valdediós, hasta hace poco más de un año habitado por el Císter. Xavier Musquera destaca la existencia en el claustro de una gran losa con una representación de una espada, que relaciona con el ritual funerario de los caballeros sin rango. «Eran enterrados cara al suelo con los hábitos clavados en un madero y en el más absoluto anonimato», dice. Parte del vínculo de Villaviciosa con el Temple llega de la importancia que en el concejo tuvo el azabache, unido a la ruta jacobea
@Mariola MENÉNDEZ/La Nueva España