Como me recuerda este caso a ese otro que ocurre en Venezuela donde un deshonesto e indigno extemplario se hace pasar por "FRAILE" ante los ojos de todos, Iglesia incluida a base de ganarse su confianza fabricando hostias. Luego va diciendo que es el único Prior Templario de Venezuela de la OSMTJ, OSMTH, SMOTH, etc. cuando ha sido expulsado de todas las ramas y solo lo reconoce su deshonrado colega Molinari desde México.
Hoy no he podido dejar de pensar en la similitud de este falso sacerdote en Sevilla con la de ese otro en venezuela, Giovanni Luissio Mass, que se hace pasar por fraile, cuando la realidad es que en vez de fraile lo que si es, es un FRAUDE.
NND, FTAT, +Anselmo de Crespi
El padre Ángel llevaba varios años ejerciendo de sacerdote sin tener la habilitación para ello, según confirmó este periódico. Desde hace días nadie sabe dónde está.
Interior de la Parroquia de Santa María de las Flores, donde ejercía como sacerdote Ángel Orellana.
Los rumores sobre esta supuesta suplantación corrían como la pólvora por la feligresía de Pío XII desde hace tiempo. El padre Ángel llevaba varios días desaparecido. Nadie sabía dónde se encontraba. La mayoría de los vecinos apuntaban que había regresado a Ecuador, de donde era originario, y cada vez era más fuerte el rumor de que se trataba de un falso cura "y por ello se había quitado de en medio", relató un feligrés que prefirió no dar su nombre.
Un vecino que mantenía una estrecha relación con el padre Ángel mostró a este periódico su sorpresa ante la noticia, aunque afirmó que conocía que lo estaban investigando desde hace tiempo: "Yo sabía que habían abierto una especie de investigación sobre él pero tenía entendido que iba todo por buen camino y que se estaba resolviendo favorablemente para el padre Ángel". El hijo de este feligrés, que quiso permanecer en el anonimato, recibió la primera comunión de manos del supuesto cura.
Las fuentes del Arzobispado consultadas por este periódico explicaron que Ángel Orellana, de unos 40 años, había llegado a Sevilla desde Ecuador y se había presentado en la parroquia de Santa María de las Flores. Allí explicó que era religioso y empezó de manera voluntaria a colaborar con el párroco en las tareas cotidianas de la iglesia y todos sus quehaceres. De trato afable y cariñoso, el padre Ángel se fue ganando poco a poco el favor y la amistad de los vecinos y fieles que acudían al templo. También fue aumentando la confianza con el párroco, hasta el punto de que le encomendaba trabajos a menudo. Celebraba las misas habitualmente, e impartía los sacramentos de la comunión, la confirmación o el matrimonio. Uno de los feligreses consultados por este periódico no tuvo tapujos en resaltar la calidad humana y religiosa de esta persona: "Era muy buena gente, muy querido por todos nosotros. Siempre estaba en la iglesia para ayudar a quien lo necesitara". Durante todos estos años, nadie había sospechado que el padre Ángel no era quien decía ser. Desde el Arzobispado quisieron dejar muy claro que "no contaba con mandato ni con destino alguno por su parte", y se limitaron a señalar que había llegado como voluntario y como tal se había presentado con unas credenciales, empezando así a colaborar desde ese momento de manera estrecha con la parroquia. En el Arzobispado también se apresuraron a dejar claro que el padre Ángel no estaba en su nómina y nunca había cobrado nada por parte de la Iglesia de Sevilla.
El padre Ángel se había trasladado de iglesia el pasado mes de septiembre. Tras el nombramiento del nuevo vicario parroquial de Santa María de las Flores, Ángel Orellana trasladó su labor a la parroquia de Santa María de la Cabeza, en el barrio de San Diego, aunque este extremo no fue confirmado por las fuentes consultadas, que recalcaron que nunca contó con un destino ni nombramiento oficial, a pesar que desde Santa María de las Flores reconocieron a este periódico el traslado. El propio Orellana anunció a los feligreses de Pío XII su nuevo destino. Lo hizo entre lágrimas tras finalizar la procesión del Corpus del pasado año. Éstos le correspondieron con una gran ovación y se lamentaron por su marcha.
Sacerdote, o no, Ángel Orellana se había ganado durante sus años en la parroquia de Santa María de las Flores el cariño y el respeto de sus vecinos. Todos tienen palabras de respeto y admiración para él y no les importa que sea un cura sin papeles. Los fieles consultados lamentan su marcha, "ya quisieran muchos sacerdotes ser como él", y ensalzan, dejando a un lado su condición de sacerdote, su enorme calidad humana, el trato con todos ellos, o que con él la iglesia se llenaba como nunca antes lo había hecho.
Asenjo condena al falso cura a ir a pie desde Alcalá a Utrera
El arzobispo lo absuelve de la pena de excomunión, pero lo inhabilita para ser cura y le impone una peregrinación, entre otras condenas.
Ángel Luis Orellana Rodas, en su último día como falso sacerdote. / Francisco Santiago
El Arzobispado de Sevilla ya ha emitido su particular sentencia sobre el caso del falso cura que actuó como tal en Pío XII durante siete años. Un decreto de monseñor Asenjo absuelve a Ángel Luis Orellana Rodas de la pena de excomunión que de forma automática (latae sententiae) prescribe el Código de Derecho Canónico para estos casos de impostura y "grave comportamiento", según la expresión empleada por el propio prelado, que en el arranque del documento alude a un pronunciamiento previo de la Congregación para la Doctrina de la Fe, con sede en Roma. El arzobispo de Sevilla basa esta absolución en el "sincero arrepentimiento" mostrado el por el ex seminarista de la Archidiócesis de Cuenca (Ecuador), de lo que se colige que las autoridades eclesiásticas recuperaron el contacto con el falso sacerdote, del que se creyó que había huido a Iberoamérica y sobre el que un juzgado de lo penal llegó a requerir tanto su paradero como información sobre su proceder para investigar posibles delitos (fraude, estafa, simulación, etcétera). Reconocidos expertos en Derecho Canónico explicaron a este periódico que la normativa castiga automáticamente con la pena de excomunión la comisión de determinados delitos de especial gravedad sin necesidad de que haya sentencia, como era el caso de Orellana Rodas, que celebró eucaristía e impartió sacramentos sin ser sacerdote. En este caso específico, monseñor Asenjo lo que ha hecho es librarle de este castigo, la máxima pena del ordenamiento jurídico de la Iglesia.
No obstante esta absolución, monseñor Asenjo establece en su decreto que Orellana quedará inhabilitado para recibir órdenes sagradas (diaconado, sacerdocio) en el futuro. "Permanecerá en situación irregular ad ordines recipiendo".
El arzobispo le prohíbe visitar los templos y las hermandades en la que se hizo pasar por sacerdote. Hay que recordar que Orellana no sólo ejerció como presbítero en la Parroquia de Santa María de las Flores y San Eugenio, en la barriada de Pío XII, sino que predicó en muchas hermandades. Asenjo aplica así una suerte de orden de alejamiento con el propósito de evitar nuevas interferencias.
Con el Código de Derecho Canónico en la mano, el prelado hispalense impone una particular pena, como es la de que Orellana realice una "peregrinación piadosa" a pie desde Alcalá de Guadaíra hasta el santuario de Nuestra Señora de la Consolación de Utrera, dos puntos separados por algo más de veinte kilómetros, lo que supondría un recorrido superior a las cuatro horas.
En el último punto del decreto, monseñor Asenjo recuerda a Orellana la obligación que tiene de devolver "cada uno de los estipendios recibidos durante el tiempo en que simuló la celebración de la eucaristía".
El decreto está firmado por el arzobispo de Sevilla con fecha del pasado 18 de marzo. Como fedatario del Arzobispado aparece la firma del secretario general y canciller, Francisco Román.
La Archidiócesis dejó muy claro cuando estalló esta polémica que "en ningún momento se le asignó a Orellana oficio eclesiástico alguno". El falso padre Ángel no estuvo en ningún momento en la nómina de la Iglesia de Sevilla ni se le encomendó ningún destino u obligación por la autoridad eclesiástica. Tras presentarse en la curia y pedir un lugar para ejercer, él eligió la parroquia de Santa María de las Flores, donde se ganó la confianza del párroco y los feligreses y fue desarrollando su trabajo.