Las excavaciones junto al palacio Real revelan que la ciudad se formó en la época cristiana y no en la musulmana
Descubiertos 70 metros de la muralla árabe
Las excavaciones del Museo de Colecciones descubren un enterramiento del siglo VIII, el más antiguo de Madrid
El pasado cambia. La historia de Madrid da un vuelco. Tras horadar su suelo durante cinco años en el entorno del palacio Real, la arqueóloga Esther Andréu es contundente: "Madrid nació como ciudad bajo mandato cristiano, en el siglo XII, y no en la época árabe, tal como se creía". Aunque sus orígenes musulmanes están comprobados, el Mayrit que se remonta al siglo IX era solo un cuartel, y no una población. A esa conclusión llega la experta tras el hallazgo de los restos de seis casas medievales, las más antiguas encontradas hasta ahora en la zona donde nació Madrid y donde no se han hallado nunca restos urbanos similares de la época árabe. Y hay más novedades.
Una inscripción y restos de vajilla revelan la presencia islámica y hebrea
Ese cambio en el pasado surge gracias a un edificio cuya construcción ha desvelado "un yacimiento importantísimo y con resultados extraordinarios". Se trata del Museo de Colecciones Reales. Lo levanta Patrimonio Nacional -el organismo que gestiona los bienes cedidos por la Corona al Estado- entre el palacio Real y el templo de la Almudena.
Las excavaciones arqueológicas, obligatorias para poder acometer la obra, han convertido la zona en torno al palacio Real en una caja de sorpresas, parte de las cuales quedarán a la vista de los visitantes del futuro museo. Se esperaban novedades -el yacimiento se ubicaba en la zona donde nació Madrid-, pero no de tal calibre. "Hemos encontrado los restos más antiguos del origen de Madrid como ciudad. Con ellos podemos empezar a entender cómo se formó", afirma la arqueóloga responsable de las excavaciones, realizadas en una primera fase entre 1999 y 2000 y en una segunda desde 2007 hasta 2010. Estos vestigios "urbanos", datados entre finales del siglo XII y comienzos del XIII, estaban repartidos en dos zonas: bajo la plaza de la Almudena (el espacio que separa la verja de la Armería y la catedral) y junto al ala oeste del templo. Se trata de las seis construcciones medievales que tiran por tierra la historia hasta ahora oficial, la que situaba los orígenes de la población en los tiempos de un emir, Mohamed I, que tiene un parque en su honor en la cuesta de la Vega, muy cerca del yacimiento. "La población nació en el siglo XII, tras la conquista de Alfonso VI (1085), y no en el IX", resume Esther Andréu, la experta que más ha excavado en esta zona de Madrid, a tenor de los hallazgos de su equipo. "De la época musulmana, además de los restos de la muralla y de un edificio del cuerpo de guardia, se han encontrado hasta ahora restos de actividades agrícolas, que desarrollarían los habitantes de la guarnición, como alfares o pozos. Pero no se han hallado restos de casas", recapitula para avalar su tesis.
Bajo la plaza de la Almudena, los arqueólogos han encontrado restos que corresponden, según los primeros estudios, a cuatro casas y dos calles. Junto a la catedral han aparecido dos casas más, otras dos calles y un portillo. De algunas quedaban los muros. De otras, poco más que los cimientos. Pero todas tenían algo en común: estaban situadas junto a una muralla, que también ha aflorado. Y ese es otro gran hallazgo, aunque previsto, porque el trazado del muro defensivo ya se conocía. Unos 70 metros de la fortificación árabe, datada en los siglos IX y X, han salido a la luz, repartidos entre las dos zonas. En ocasiones alcanzan los ocho metros de altura. Junto a la catedral han aparecido tres torres, una de ellas entera, y bajo la plaza, restos de otras cuatro. En el futuro podrán contemplarse desde el interior del museo. Esa era una condición del concurso para el diseño del nuevo edificio, ganado por los arquitectos Luis Moreno Mansilla y Emilio Tuñón.
Los vestigios quedarán a la vista en dos grandes espacios: uno de 1.000 metros cuadrados bajo la plaza y otro, de unos 500, junto a la Almudena. Se accede a ellos desde la sala noble del futuro museo, en la que se exhibirán los tapices que atesoró la Corona. Ahora, con la obra del edificio en marcha, casas y muralla están protegidos con plásticos y vallas metálicas. El pasado se impone en estas oquedades pese al ruido cercano del tajo. "Son dos espacios emocionantes. Es como visitar tus orígenes. Se ha quitado el peso de la tierra para dárselo a la historia", afirma el arquitecto Tuñón.
Al contrario que la muralla, no todas las casas medievales podrán visitarse, ya que parte de ellas quedan enrasadas con la cota de la plaza (se construyó rellenando terreno). Sus restos se han rehabilitado y cubierto de arlita, unas pequeñas bolas de arcilla expandida que protegen las ruinas no visibles, sobre las que van las losas de la plaza de la Almudena. Pero en esa zona sí estará a la vista la que Andréu considera "la más completa", la llamada "casa 1".
El yacimiento arqueológico junto al palacio Real revela un Madrid donde cohabitaban cristianos, musulmanes y judíos. "Hemos encontrado un alfiz con una inscripción árabe que dice: 'El poder es de Alá". A ello se suman restos de cerámica con forma y decoración de ese origen. "También han aparecido restos de vajilla del sabath [el sábado, día sagrado de los hebreos] que hemos podido identificar por su decoración y por el tipo de esmalte", detalla la arqueóloga.
Esos hallazgos, que revelan la presencia islámica y hebrea, y el hecho de que en el paseo de ronda que separaba los edificios de la muralla se pudiese cerrar el paso mediante un sistema de puertas, dejando a esa parte de la ciudad aislada (un sistema que existía también en Toledo, por ejemplo), lleva a Andréu a pensar que este barrio era "una especie de gueto". Es posible que musulmanes y judíos ocupasen ese recinto para sentirse más protegidos, ya que estaba próximo al lugar que ocupaba el poder, el viejo alcázar que se encontraba donde ahora se alza el palacio Real. Las sorpresas que guardaba el subsuelo entre la Armería y la catedral no se agotan en las casas que retrasan el origen de la ciudad. Ni si quiera se quedan en los nuevos tramos de muralla que los ciudadanos podrán contemplar a poca distancia de los mayores visibles ahora, en la cuesta de la Vega. Hay novedades mucho más viejas, desde un enterramiento visigodo del siglo VIII, que es "la tumba más antigua hallada en la ciudad", según Andréu, hasta vestigios carpetanos, del siglo I antes de Cristo. Estos últimos, hallados junto al ala oeste del templo, consisten en restos de cerámica. "Han aparecido en el cauce de un antiguo arroyo, por lo que quizá llegaron arrastrados por el agua", plantea. Es decir, no dan pista de que hubiera poblamiento en esa época en este lugar. "Es el primer vestigio de esta época en la capital", asegura la experta. "Estos hallazgos añaden pasado a Madrid, aunque se trata de un pasado muy sencillo", reflexiona la arqueóloga. Un pasado que cambia
@CHARO NOGUEIRA, (Madrid)/El Pais.com