Aquí empieza todo:
Villaviciosa quiere al Císter
Muchos asturianos expresan su apoyo a los monjes de Valdediós ante su inminente marcha y culpan al Arzobispo, a quien critican duramente
Los monjes, durante las vísperas del domingo, con el prior, Jorge Gilbert, en el centro, y con Laurence Curran, primero por la izquierda. mariola menéndez
Muchos asturianos expresan su apoyo a los monjes de Valdediós ante su inminente marcha y culpan al Arzobispo, a quien critican duramente
Los monjes, durante las vísperas del domingo, con el prior, Jorge Gilbert, en el centro, y con Laurence Curran, primero por la izquierda. mariola menéndez
Valdediós (Villaviciosa), Mariola MENÉNDEZ
Los asturianos que mantienen algún vínculo con el monasterio de Valdediós no dejan de expresar su gratitud hacia la comunidad de monjes cistercienses y su rechazo a la inminente marcha de los religiosos. Quienes conocen al prior, Jorge Gilbert, como María Eugenia Suárez, dicen que tiene un sentimiento ambivalente, «están muy dolidos y tristes».
Otro de los monjes, el inglés Laurence Curran, lanza un mensaje de sosiego para apaciguar los ánimos porque considera que «hay que mirar al futuro». Se resigna porque «ya está decidido» y recomienda «invertir las fuerzas en otras cosas».
El religioso dice sentirse «cansado» de la situación y «preocupado» por la crispación que ha generado el anuncio de su marcha. «Se sabe que la gente nos tiene cariño y llevan meses despidiéndose de nosotros. Lo comparo con un funeral, porque no paran de darte el pésame». Aunque la firma del documento de supresión de la comunidad monástica de Valdediós se firmará el día 26, los monjes aún desconocen cuándo abandonarán definitivamente el monasterio. «Se necesita un tiempo razonable para hacer la mudanza».
A Adrián Carneado, un joven de 20 años, le une una estrecha amistad con los monjes, en especial con Curran. «Fue la persona que me enseñó prácticamente todo lo que sé». Desde niño pasa horas con los religiosos, incluso llevando su mismo estilo de vida. Ante su marcha, Carneado dice sentirse «muy mal. Objetivamente, creo que es una tapadera lo que están haciendo. Me está indignando el juego del Arzobispo. Se podrían hacer las cosas de otra forma, que les traten como personas y no como piezas de ajedrez». El joven asegura que «ellos siguen haciendo la misma vida y tampoco se vuelcan mucho en manifestaciones. Están tristes y cabreados, también. Pero son muy reservados para sus cosas», concluye.
El Arzobispo es el blanco de las críticas de quienes defienden la continuidad del priorato. José Ramón García Fernández, sacerdote jubilado y miembro del Foro Gaspar García Laviana, que convocó la participación de las vísperas del domingo con una gran afluencia ciudadana, anima al futuro arzobispo de Valencia a «reflexionar más sobre el Evangelio, porque dice que donde hay dos o más en mi nombre ahí estoy yo. Aquí hay cuatro frailes y mucha más gente espiritualmente acompañándolos. Por ese principio tendrían que cerrar la mayoría de las iglesias rurales». García señala que «todo lo que ha tocado el Arzobispo lo ha deshecho: Covadonga, Valdediós?». Subraya que los primeros monjes del monasterio eran cistercienses.
Objeciones a entrar en Valdediós
La congregación ve con preocupación establecerse en el monasterio justo después de la supresión del Císter y con Osoro ya destinado a Valencia
Carlos Osoro abraza a Tarsicio Lemarie, de la Comunidad de San Juan, el día de su nombramiento como arzobispo de Valencia. Mara Villamuza
La congregación ve con preocupación establecerse en el monasterio justo después de la supresión del Císter y con Osoro ya destinado a Valencia
Carlos Osoro abraza a Tarsicio Lemarie, de la Comunidad de San Juan, el día de su nombramiento como arzobispo de Valencia. Mara Villamuza
Gijón, J. MORÁN La Comunidad de San Juan, la congregación religiosa llamada por el arzobispo Carlos Osoro a sustituir a la orden cisterciense en el monasterio de Valdediós (Villaviciosa), ha manifestado inconvenientes acerca de ocupar dicho cenobio y se ha resistido a firmar el documento que los compromete con el titular del Arzobispado ovetense.
Ante estas circunstancias, el propio Osoro se ha visto obligado a allanar las dificultades planteadas por los de San Juan. Según ha podido conocer LA NUEVA ESPAÑA, las objeciones de esta congregación a ocupar el monasterio de Valdediós son de tres tipos.
En primer lugar, los miembros de San Juan se ven conducidos a establecerse en Valdediós justo a continuación de la supresión del priorato cisterciense, es decir, después de la salida de los monjes del Císter dictada por la Santa Sede a instancias del arzobispo Osoro. La partida de los monjes del Císter -que han rehabilitado casi al completo un monasterio que en 1992 era una ruina- ha producido pesar en Villaviciosa y otras latitudes asturianas, así como un rechazo a esta decisión eclesiástica. En segundo lugar, la Comunidad de San Juan comprende que su principal mentor es un arzobispo, Carlos Osoro, que ya ha sido destinado a otra diócesis, con lo que dejará Asturias en el plazo de unas semanas. Los cambios en Valdediós están teniendo lugar en este tiempo de transición.
Y, por último, a los tres miembros de San Juan que van a ocupar el monasterio les preocupa el mantenimiento del patrimonio con el que se van a encontrar y la atención directa al edificio y a sus servicios. La Comunidad de San Juan, congregación de origen francés, nacida en 1975, no es un instituto monástico, sino que combina vida conventual con vida activa, dentro y fuera del cenobio.
«Cubera» teme que Valdediós quede sin monjes y se deteriore
La marcha del Císter y los recelos de la comunidad de San Juan siembran la duda sobre el futuro del monasterio
Valdediós (Villaviciosa), Mariola MENÉNDEZ
La marcha del Císter y los recelos de la comunidad de San Juan siembran la duda sobre el futuro del monasterio
Valdediós (Villaviciosa), Mariola MENÉNDEZ
La inminente marcha de la comunidad cisterciense del monasterio de Valdediós y los recelos de la congregación religiosa de San Juan de habitar el cenobio han generado el temor a un posible deterioro del conjunto monástico después de que su recuperación durara varios años. El presidente de la Asociación de Amigos del Paisaje de Villaviciosa «Cubera», Etelvino González, señala que «la alarma de que quede cerrado es total. Si ocurriera, se iría al garete».
Añade que, si se cumplieran los peores pronósticos de que este monasterio quedara deshabitado, «veríamos desbaratado un monumento y una ilusión por una decisión unilateral tomada por el ex arzobispo de Oviedo».
González afirma comprender las objeciones que los miembros de la comunidad de San Juan ponen para entrar en Valdediós, «les entiendo perfectamente. Es más, me preguntaba cómo era posible que no lo vieran», en referencia a los inconvenientes que ello entraña.
El presidente de «Cubera» destaca, en primer lugar, que «llevan cuatro meses sin ubicarse, cuando se les había asegurado que tenían casa». Etelvino González destaca un segundo aspecto, el hecho de que «no son monjes y vivir en un monasterio exige una vocación. Es decir, formación, espiritualidad, modos de trabajar... muy específicos». Añade que «la vida monacal tiene su propia dinámica y ellos tienen una vida activa».
Sin olvidar que «el monasterio se ubica en el repliegue de un valle, retirado y dedicado al trabajo y a la oración».
En tercer lugar, el presidente de «Cubera» resalta que la comunidad de San Juan «viene de la mano de un prelado que ahora se va», en referencia al nuevo cargo de arzobispo de Valencia que asumirá el que hasta ahora era el de Oviedo, Carlos Osoro. «El garante se va con su propia lógica, la de su carrera ascensional», matiza Etelvino González, quien añade que «el desamparo y descoloque que tienen -los monjes- deben ser importantes».
A estas cuestiones, «Cubera» añade una cuarta y es el rechazo de la sociedad maliayesa y de otros lugares de la región a la decisión de que los monjes del Císter abandonen un cenobio por el que han trabajado duramente para sacarlo de la ruina. Muchas personas, creyentes y no creyentes, consideran que su marcha es una decisión «injusta» a todas luces, por lo que no dudan en cargar duramente contra Carlos Osoro, a quien consideran el principal culpable de esta situación.
González considera que los religiosos de la comunidad de San Juan «han leído y escuchado mucho. Puede que conozcan la impopularidad de la medida, no contra ellos, sí contra la decisión tomada».
Ante los recelos de esta congregación religiosa de instalarse en el cenobio maliayés, el presidente de «Cubera» considera que «acredita que son gente inteligente. Es de lógica». Añade que «les entendemos. No se hacen las cosas así».
La Asociación de Amigos del Paisaje de Villaviciosa «Cubera» quiere ofrecer un homenaje más, como signo de gratitud, a la comunidad cisterciense de Valdediós con motivo de la última misa monástica que celebrarán el domingo, ya que el lunes, día 26, se firmará el documento que hará oficial el fin del priorato. «Cubera» desea que la convocatoria sea multitudinaria, como apoyo en este momento clave que atraviesan estos monjes, que se han ganado el cariño de muchos, como prueban las múltiples manifestaciones que están recibiendo desde que conociera su marcha.
Uno de los monjes, el inglés Laurence Curran, asegura que «se sabe que la gente nos tiene cariño y llevan meses despidiéndose». De forma gráfica, añade: «Lo comparo con un funeral, donde no dejan de darte el pésame». No obstante, es partidario de dejar atrás el resentimiento y la crispación para dar paso a una nueva etapa. Aunque el cese de la comunidad monástica está fijada para el próximo lunes, no hay una fecha para que los monjes del Císter abandonen el cenobio.
Crece el frente popular que pide la continuidad de la orden del Císter en Valdediós
Varias asociaciones participarán mañana en una marcha de protesta
Villaviciosa, V. G. C.
Varias asociaciones participarán mañana en una marcha de protesta
Villaviciosa, V. G. C.
El frente popular y asociativo que defiende la continuidad de la orden cisterciense en el monasterio de Valdediós sigue creciendo. El Círculo Cultural de Valdediós, la asociación que nació y desarrolló su actividad en torno al renacimiento del monasterio, junto a la comunidad cisterciense que ahora debe marchar de esta sede, teme incluso su desaparición. Así lo aseguró ayer Lola Lucio, una de los fundadores de este colectivo, que durante los últimos diez años impulsó una fuerte actividad cultural en torno al monasterio. Lucio reveló que la asociación se encuentra sumida en la incertidumbre, ahora que el abandono de los cuatro monjes de Valdediós es inminente. Algunos de los miembros del Círculo acudirán mañana a la marcha convocada por «Cubera» a la última misa del Císter en Valdediós.
«No entendemos la decisión del ex arzobispo», afirmó ayer la representante del Círculo. Lucio lamentó la marcha de una comunidad monacal «tolerante y abierta» y reconoció que los socios del colectivo están «preocupados» por el destino del monasterio. La inminente marcha de la comunidad de monjes cistercienses del monasterio de Valdediós sigue levantando las protestas de los colectivos culturales de Villaviciosa. Si primero fue la Asociación de Amigos del Paisaje «Cubera», ayer el Círculo Cultural de Valdediós protestó por esta decisión «incomprensible».
Respecto al futuro de las actividades culturales del Círculo, Lucio reconoció que se encuentran en una etapa de «reflexión» y manifestó sus dudas sobre la continuidad del colectivo. «Si no hubiera venido el Císter, el Círculo no habría nacido. Yo no soy partidaria de seguir si no hay monjes medievales, pero habrá que consultar a los socios».
Lucio apuntó que la rica actividad cultural que se gestó en torno al monasterio fue «gracias a la generosidad de los monjes» y recordó algunos de los actos culturales que se celebraron entre sus muros. Los veranos del Círculo atrajeron a Valdediós a importantes figuras del ámbito cultural y político del país, como los escritores Ángel González, Antonio Gamoneda, el político Santiago Carrillo y el jurista Gregorio Peces-Barba. La representante del Círculo Cultural de Valdediós anunció ayer que la asociación celebrará una asamblea ordinaria en febrero, a la que se convocará a los 400 socios de la organización.
Valdediós, hacia el silencio cisterciense
El monje Lawrence Curran rememora la refundación del monasterio de Villaviciosa, en 1992, y su vida en el priorato conventual, que mañana suprimirá la Santa Sede
A la izquierda, el prior Jorge Gibert, junto al monje Lawrence Curran, en el monasterio de Valdediós, el pasado jueves. jesús farpón
El monje Lawrence Curran rememora la refundación del monasterio de Villaviciosa, en 1992, y su vida en el priorato conventual, que mañana suprimirá la Santa Sede
A la izquierda, el prior Jorge Gibert, junto al monje Lawrence Curran, en el monasterio de Valdediós, el pasado jueves. jesús farpón
Valdediós (Villaviciosa), J. MORÁN
Silencio mayor en el Valle de Dios. Día de diario, once de la mañana. Al traspasar la verja del monasterio cisterciense de Valdediós sólo se escucha una lejana melodía religiosa. En la iglesia monacal del siglo XIII, el monje Lawrence Curran, de 52 años, mantiene activo el órgano del coro alto y rememora otros sonidos de la historia del monasterio. «Cuando residí aquí por primera vez, en 1993, antes de ingresar en 1995, conocí la etapa en la que los monjes vivían en la parte sin restaurar, como en un campamento dentro de unas ruinas. Por la noche, empezaban los ratones a correr por el suelo podrido, con los gatos detrás. Toda la noche. Patapún, patapún, patapún».
Lo que va de los sonidos ratoneros a los del órgano -que el monje Curran toca ya en los días finales del Císter en Valdediós- son los 16 años en los que el monasterio de Villaviciosa ha estado encomendado a una comunidad cisterciense, desde su refundación por voluntad de la Santa Sede, el 22 de junio de 1992, hasta el día de mañana, 26 de enero de 2009, en el que se espera que la vaticana Congregación para los Institutos de Vida Consagrada firme el decreto de supresión del Priorato Conventual de Valdediós.
Lawrence Curran, junto al prior, Jorge Gibert; al monje Massimo Marianella y al oblato Javier González, espera con cierta desolación la llegada de dicho documento vaticano. ¿Después? «No se sabe el día de nuestra salida; tal vez una semana, diez días...». Lawrence Curran se incorporará, mediante un proceso de tránsito canónico, al monasterio de Sobrado de los Monjes, en La Coruña, de la hermana Orden Cisterciense de la Estricta Observancia, los Trapenses.
«Lo más preocupante, y es la pregunta de los asturianos, es ¿qué va a ser de Valdediós?», se interroga Curran. Miembros de la Comunidad de San Juan se harán cargo del cenobio, por deseo expreso del arzobispo Carlos Osoro. En el Valle de Dios se hará entonces el silencio cisterciense, tras ocho siglos -con interrupción en parte del siglo XIX y del XX- de presencia benedictina. Desaparece así el único cenobio masculino de Asturias.
Curran ingresó en Valdediós en 1995, «con 39 años», pero ya había conocido el recogido monasterio de la parroquia de Puelles dos años antes de su refundación. «Fue en la Semana Santa de 1990. Yo llevaba 16 años en Roma y conocía al padre Jorge Gibert desde 1979. Un día que vino a cenar a casa, comentó que había un medio proyecto de hacer una fundación en Oviedo. Yo entendí Orvieto, que está cerca de Roma. "No, no, en Asturias, España", corrigió él». A continuación, «fuimos a mirar el mapa y Gibert me enseñó fotos de Valdediós; él ya lo había visitado con el abad general del Císter, Policarpo Zakar». En aquel tiempo, el entonces arzobispo de Oviedo, Gabino Díaz Merchán, había invitado a la orden cisterciense a recuperar el monasterio, operación que respaldaba en Roma el cardenal Martínez Somalo.
«"Reflexiona un poco si te interesa participar en esta aventura; yo iré allí en Semana Santa", me dijo Gibert». Y el monje Lawrence descubrió que «Asturias era una perla escondida, un tesoro poco conocido todavía para el turismo; un inglés piensa en España y piensa en Mallorca, en Benidorm, o en las playas del Sur». Lawrence Curran era desde 1983 organista titular en una basílica cercana al Vaticano, «la de San Joaquín, de los Redentoristas». Al mismo tiempo, «estudiaba Filosofía y Teología, con licenciatura en Dogmática. Antes, en 1979, había estado dos años en un monasterio de Italia. El padre Gibert venía a veces de visita y fue cuando le conocí».
La amistad entre el joven inglés y el catalán Jorge Gibert Tarruell (nacido en Badalona en 1931 e ingresado en el Císter en 1950) se remonta por tanto a 30 años. «Él enseñó muchos años en el Pontificio Ateneo San Anselmo (Roma), de los Benedictinos, y yo estudiaba en el Angelicum, de los Dominicos».
Llegado el momento del viaje a Valdediós, «busqué un sustituto en la labor de organista y me vine con él. Por primera vez pisaba España. Estuvimos hospedados en el monasterio de monjas cistercienses del Pico Cueto, en Lugones, y José Gabriel García, Pepito, entonces ecónomo de la diócesis, nos acompañó por Oviedo; nos subió a la estatua del Sagrado Corazón, en el Naranco, y nos bajó aquí, a Valdediós». Lawrence Curran rememora que «hacía frío, mucho frío; fue una Semana Santa particularmente desapacible. Noté de positivo el tamaño pequeño del monasterio; no es enorme, quiero decir, sino de dimensión humana. Estaba ya funcionando la escuela-taller en el actual salón de actos. Te ponías en el claustro, abajo, mirabas hacia arriba y veías el cielo a través de los forjados».
Valdediós era pequeño, pero era un joya. Por su sencillez en muchas cosas. El claustro, que en principio parece mucho, con tres plantas, no es exagerado. Me impresionaron los matamoros en la iglesia, cuatro en el crucero, como los cuatro jinetes del Apocalipsis. Allí estaba Alfonso IX, el fundador del monasterio, o San Fernando Rey, en postura de matamoros».
Curran comprobó que «todo estaba patas arriba, pero había esa escuela-taller trabajando desde hacía años, e iba a recuperarse la estructura básica». Los comentarios con Gibert «fueron positivos». Para él, «siendo inglés, quitas los eucaliptos y puedes verte en el norte de Inglaterra: colinas, montes, vegetación, lagos, niebla, lluvia, tiempo caprichoso, aunque más suave aquí. Muy inglés, muy inglés».
Lawrence Curran había nacido en Londres y fue criado en el norte de Inglaterra, cerca de Newcastle, «confinando con Escocia, donde estaba el famoso muro de Adriano, que separaba el extremo norte del Imperio romano de los muy bárbaros escoceses de entonces».
«El final podría haber sido otro en modales y formas; pero ése es un gran misterio»
Lawrence Curran, en el órgano de la iglesia de Santa María de Valdediós. jesús farpón
Lawrence Curran, en el órgano de la iglesia de Santa María de Valdediós. jesús farpón
El padre Gibert y el padre Massimo (italiano, procedente del monasterio de Casamari) se instalaron en Valdediós en julio de 1992, mientras el mundo celebraba los Juegos Olímpicos de Barcelona. En aquel tiempo, Curran acababa de iniciar sus estudios de licenciatura. Al acabar, en 1995, «ingresé en Valdediós, donde ya había estado en 1993 y 1994, en Pascua, o durante seis semanas en los veranos».
«Durante meses, no semanas, ellos habían vivido en condiciones difíciles», rememora Curran, que tras años de formación monástica profesó sus votos solemnes en marzo de 2003. En Valdediós ha practicado todos los oficios: «Organista, jardinero, hospedero, cocinero, lavandero, guía turístico y, en alguna ocasión, de niñera o canguro; una vez me tocó hacerlo del hijo del ministro Álvarez-Cascos durante una visita suya al monasterio».
Curran ha orado y ha laborado «según lo que hayan pedido las circunstancias. Aunque seas un físico nuclear, lo que sirve es quién haga camas, o quién planche ropa, o quién fría huevos; nunca di clases de Teología Dogmática, porque aquí no se las iba a dar al gato».
Justo cuando le quedan pocos días de vida en Valdediós, Lawrence Curran reflexiona: «Ésta era una nueva fundación, con muchos años de obras, confusión, muchos chavales, ruidos, tacos, grúas... Era intentar levantar en los años noventa del siglo XX un monasterio cisterciense de la nada, y lo que hay que tener claro es que si los monasterios consolidados están en época de crisis por falta de vocaciones, una casa nueva no tiene por qué estar exenta de ese tipo de problemas». El monje agrega que «16 años no son nada en un monasterio; se siembra para el futuro y es la segunda o la tercera generación de monjes la que podría cosechar».
A Jorge Gibert, su superior durante años y amigo desde hace tres décadas, le reconoce su temperamento fuerte. «Pero llevo muchos años con él y nunca me ha pegado», dice con sorna. «Gibert tiene muchas facetas; es inteligente, sin duda alguna, y un superior tipo místico, suave, dulce o bonachón, no sé si hubiera aguantado agua, frío, viento, luchar con arquitectos y levantar una casa desde la nada. Hay que ser recio para esto. Esto pide cierto tipo de carácter y hay cierta coherencia; no podía ser de otra manera, calculando que era tan poca gente».
Lawrence Curran comenta que el momento más triste de su vida en Valdediós fue «cuando el año pasado enviaron la carta de la congregación con el anuncio de supresión del monasterio. Uno se ha comprometido aquí de por vida, y eso le dije a don Carlos». Al mismo tiempo, considera el monje que «el final podría haber sido otro, por lo menos en cuanto a modales y formas, pero ése es un gran misterio».
No obstante, «el preguntarte continuamente por qué, por qué, por qué no nos sirve; rezamos miles de veces el "hágase tu voluntad" y si esto está pasando, evidentemente, es su voluntad. Lo que nos cuesta es comprenderlo, y quizás estamos demasiado cerca todavía».
Y el monje Lawrence Curran formula su epílogo: «Hemos hecho lo que hemos podido en estos años y con eso estamos tranquilos y serenos. Yo hice lo que pude por Valdediós. Vine por la vocación monástica, y el monje hace su profesión no en la orden, sino en la casa concreta. Ése es el voto de estabilidad, y de ahí tanto apego a Valdediós. Me voy porque me hacen marchar, no porque quiera marchar, y voy a Sobrado, para los que quieran encontrarme. Ésta es mi despedida».
Gibert: «Nuestra salida de Valdediós es difícil de entender y difícil de aceptar»
«A veces hay que decir amén a decisiones que no comprendemos», afirma el prior en su última y multitudinaria misa previa al desalojo del monasterio«Cubera» exige una explicación «creíble» sobre la marcha de los monjes y el Círculo Cultural teme por su futuro
El prior de Valdediós, Jorge Gibert (en el centro), oficia la última misa del Císter en el monasterio. calleja
«A veces hay que decir amén a decisiones que no comprendemos», afirma el prior en su última y multitudinaria misa previa al desalojo del monasterio«Cubera» exige una explicación «creíble» sobre la marcha de los monjes y el Círculo Cultural teme por su futuro
El prior de Valdediós, Jorge Gibert (en el centro), oficia la última misa del Císter en el monasterio. calleja
Valdediós (Villaviciosa), V. G. CALLEJA
Última misa cisterciense en Valdediós. La iglesia del monasterio acogió ayer por última vez el oficio dominical antes de la salida de la orden que se estableció en el complejo maliayés en 1992. La orden de desalojo de los cuatro monjes de la comunidad desató un movimiento popular en contra de la decisión del Arzobispado que se reflejó ayer en la asistencia masiva al último oficio en el complejo de Valdediós.
Cientos de personas llegadas de Villaviciosa y de otras partes de Asturias se volcaron con los monjes cistercienses y mostraron su cariño y su gratitud a una comunidad que impulsó la restauración del monasterio y posibilitó una fuerte actividad cultural y turística al abrigo de sus muros. El prior de Valdediós, Jorge Gibert, ofició una misa en una iglesia repleta de asistentes.
El prior no decepcionó a los feligreses e incluyó varias referencias a la decisión del ahora ex arzobispo de Oviedo, Carlos Osoro, sobre su marcha, que se hará oficial hoy con la firma en el Vaticano del decreto de supresión del priorato conventual de Valdediós. «Los responsables de la Iglesia han decidido dar término a la presencia de los monjes y dejar la obra de restauración llevada a cabo en los últimos 16 años», afirmó Gibert al final de su homilía.
La orden por la que Gibert y sus hermanos deberán abandonar el monasterio en los próximos días es una decisión «difícil de entender y más aún difícil de aceptar», en palabras del prior. Antes de abandonar Asturias, los monjes quisieron agradecer «a toda la sociedad asturiana el interés, el afecto, la cooperación, la ayuda y la comprensión» que la comunidad recibió «de forma constante en los últimos 16 años».
La homilía de Gibert terminó con una intensa y prolongada ovación de los asistentes. Lágrimas y algún grito de protesta afloraron durante la emotiva celebración a la que acudieron cientos de personas convocadas por la Asociación de Amigos del Paisaje «Cubera», que hasta fletó un autobús para facilitar la llegada de simpatizantes de la orden cisterciense. No obstante, la mayor parte de los asistentes acudió en coches particulares, lo que colapsó las carreteras de entrada al complejo monacal. La Policía Local tuvo que intervenir para dirigir el tráfico durante la mañana de ayer.
Al finalizar la misa y justo antes de la bendición, Jorge Gibert dirigió unas últimas palabras a los fieles. «Si algo pudimos transmitir, guardadlo en vuestros corazones y transmitidlo a los vuestros». Y concluyó con palabras de resignación: «A veces hay que decir amén a decisiones que no comprendemos. Que Dios nos acompañe a todos».
Valdediós (Villaviciosa), V. G. C.
Las últimas palabras que se oyeron en la iglesia monacal de Valdediós no fueron de los monjes cistercienses, sino de las asociaciones que apoyaron a la orden. Nada más finalizar el oficio religioso, y cuando los cuatro monjes ya se habían retirado del templo, Iván de San Miguel, de «Cubera», leyó un comunicado ante los cientos de personas allí congregadas para exigir «una explicación veraz y creíble» sobre la marcha de los benedictinos y para lamentar la «gran pérdida para Asturias» que supone la marcha del Císter.
Asimismo, también se leyó una carta enviada desde Barcelona por Héctor Taboada, amigo del prior. Además, Martín Caicoya, presidente del Círculo Cultural de Valdediós, reconoció que no comprenden la razón del desalojo de los monjes. «Y no la aceptamos», dijo. Además, reconoció que el futuro de esta asociación, que nació con el regreso del Císter al monasterio, «está sin definir».
Villaviciosa busca sitio para albergar los libros donados por el prior de Valdediós
El Ayuntamiento estudia ubicar las obras en la biblioteca o en un local de El Gaitero
Villaviciosa, Mariola MENÉNDEZ
El Ayuntamiento estudia ubicar las obras en la biblioteca o en un local de El Gaitero
Villaviciosa, Mariola MENÉNDEZ
El Ayuntamiento de Villaviciosa busca la ubicación idónea para la biblioteca personal del prior del monasterio de Valdediós, Jorge Gilbert, quien ha decidido donar casi 3.000 volúmenes al concejo tras la inminente marcha de la orden del Císter del cenobio.
El alcalde maliayés, Manuel Busto, señala que el lunes decidirán si finalmente logran hacerle un hueco en la biblioteca municipal, ubicada en San Juan de Capistrano. El principal problema es la falta de espacio para admitir una nueva colección en estas instalaciones. Por este motivo, desde el equipo de gobierno local barajan como opción alternativa y temporal trasladar los volúmenes a una sala de la empresa El Gaitero.
Busto quiere resaltar que esta donación al pueblo de Villaviciosa es de «la biblioteca personal del prior de Valdediós» y de algunas donaciones particulares. En ningún caso se trata de la del monasterio, que permanecerá en el cenobio y que alberga auténticas joyas bibliográficas.
El artista local Pablo Maojo está ayudando a los monjes a embalar los libros en cajas de cartón. En total, serán unas 35, que portarán entre 2.500 y 3.000 volúmenes que forman esta colección privada. Maojo manifiesta que son obras de literatura en castellano y destacan varias ediciones de «El Quijote».
El regidor destaca la relevancia de esta donación debido a que «es muy interesante e importante porque son muchos libros, aunque algunos ya los tengamos repetidos». No obstante, no sería inconveniente alguno, ya que podrían «enviarlos a las escuelas rurales». La Biblioteca Municipal de Villaviciosa tiene previsto ampliar sus fondos bibliográficos con otra donación particular aún pendiente: la del director de la Real Academia Española, el maliayés Víctor García de la Concha.
Estas nuevas adquisiciones, fruto de la generosidad del prior y del académico, ponen de manifiesto el problema de falta de espacio de las actuales instalaciones de la biblioteca municipal, ubicada en San Juan de Capistrano. Más teniendo en cuenta que el primer piso acoge provisionalmente la escuela de bebés hasta que finalicen las obras de las escuelas graduadas.
Manuel Busto afirma que «tenemos que llegar a un acuerdo para la reubicación de la biblioteca en la calle del Agua», donde actualmente se encuentra la nueva sede de los Servicios Sociales. Este traslado se decidió en septiembre a través de un acuerdo plenario, con los votos a favor del PSOE y URAS-PAS (que gobierna en coalición con el PP) y el rechazo de los populares, quienes reconocen la necesidad de dotar a los fondos bibliográficos municipales de nuevas instalaciones, pero no en la calle del Agua.
-Material -
El prior Jorge Gilbert ha donado entre 2.500 y 3.000 volúmenes, que se trasladarán en unas 35 cajas a la ubicación que se decida.
-Contenido -
Obras de literatura en castellano.
-Destacan varias ediciones de «El Quijote».
-Traslado -
El lunes se decidirá en el Ayuntamiento de Villaviciosa si la colección privada del prior se ubica en la Biblioteca Municipal de San Juan de Capistrano o provisionalmente en una sala de la empresa El Gaitero.
Vida rutinaria en el cenobio a la espera de un comunicado oficial
Valdediós, M. MENÉNDEZ
Valdediós, M. MENÉNDEZ
El traslado de la biblioteca del prior, Jorge Gibert, es el único síntoma de la que parece que será la inminente marcha de los monjes del Císter del monasterio de Valdediós.
La comunidad religiosa continúa con sus quehaceres y sus oficios con normalidad. Como cada día, ayer, una semana después de que se firmara el fin del priorato, celebraban misa de doce.
Aunque la fecha para su salida se estableció el 26 de enero, los monjes no han recibido una comunicación oficial. El portavoz del Arzobispado de Oviedo, Manuel Robles, señala que se desconoce cuándo se producirá la marcha de los religiosos del cenobio, aunque será en los próximos días. El destino de Jorge Gibert será Santander, el padre Máximo regresará a Italia y Lawrence Curran irá a Galicia.
El final agónico del monasterio cisterciense de Valdediós está consistiendo, principalmente, en que los monjes no abandonan el cenobio de Villaviciosa porque esperan a que alguien les dé la orden de salida. Una cosa es que la Santa Sede decrete la supresión de una casa religiosa y otra distinta es que sus ocupantes la abandonen sin la supervisión de su superior inmediato, como quien bajara a comprar tabaco y no volviera. Ese superior inmediato de Valdediós es el delegado de la Santa Sede, el arzobispo Carlos Osoro, quien se lamenta estos días en círculos próximos de lo triste que está resultando este final de su pontificado en Asturias. Ciertamente triste.
Triste es este final de Valdediós, pero no sólo por la agonía última, sino por el proceso anteriormente seguido. Probablemente era necesario actuar en Valdediós, pero nunca dándole una patada al caldero, por poco líquido que contuviera. Triste es también que los monjes salgan un día de éstos del monasterio sin haber recibido un reconocimiento palpable del Arzobispado por sus 16 años de orar y laborar con dedicación plena a la Iglesia de Asturias. Cada día, a las cinco y media de la mañana, estos monjes se siguen levantando para rezar por todos nosotros. Se van los monjes en un silencio duro, aunque parten reconocidos por muchos creyentes, lo cual vendría a ser un efecto colateral del «sensus fidei» de todo cristiano cabal.
Triste es haber mandado al oblato de Valdediós para su casa, mientras que en el Arzobispado se vela por el futuro de las hermanas de Lumen Dei, aunando cristiana y debida atención a las personas con una curiosa y piadosa finta (de ello hablaremos otro día). Existe, por tanto, una vara de medir diferente (por motivos que en su momento también analizaremos).
Triste proceso y triste final, ya decimos, aunque equivalente a los del recordado Julio Asterio Fernández; o al de los canónigos veteranos expulsados de Covadonga -especialmente el ya fallecido Cecilio Díaz-, o al de los miembros de la comunidad de Los Cabos de Pravia. Y todo por unas particulares formas de gobierno y por obedecer a la propia conciencia. ¿Cómo es posible?
«Un cargo del Vaticano me dijo: ´Si usted no refunda Valdediós, no lo hará nadie´»
«Las exclaustraciones de varios monjes en el año 1999 son la etapa más dura del monasterio de Valdediós»
«Las exclaustraciones de varios monjes en el año 1999 son la etapa más dura del monasterio de Valdediós»
«Los arquitectos que realizaron la restauración del inmueble más bien querían hacer una especie de parador»
Jorge gibert tarruell Monje de la orden cisterciense y prior del monasterio de valdediós durante 16 años, desde 1992 hasta su actual supresión
El padre Jorge Gibert, en el monasterio de Valdediós, la pasada semana. jorge peteiro
LA NUEVA ESPAÑA ofrece esta segunda entrega de las «Memorias» del monje cisterciense Jorge Gibert Tarruell, de 77 años, prior del monasterio de Valdediós durante 16 años, hasta su actual supresión.
Gijón
El monje cisterciense Jorge Gibert Tarruell contaba 61 años de vida y 42 en el Císter cuando, en 1992, se trasladó desde el centro del mundo católico, Roma, a un recogido valle asturiano, en la parroquia de Puelles, concejo de Villaviciosa. Sus superiores le encomendaban la refundación del monasterio de Santa María de Valdediós, originariamente fundado el 27 de noviembre de 1200, por los reyes Alfonso IX y Berenguela, pero suprimido en 1835, tras la Desamortización de Mendizábal. Utilizado como seminario diocesano, pero abandonado más tarde, en 1986 el Principado acuerda con el Arzobispado emprender la restauración del edificio. Tras varias dificultades dentro del propio Císter para hacerse cargo de Valdediós, Jorge Gibert bajó al Valle de Dios el 29 de julio de 1992. Ahora mismo, está a punto de abandonarlo, tras haber suprimido la Santa Sede, el pasado día 26, el priorato conventual de Valdediós, en un desenlace que el propio Gibert relatará en la tercera entrega de estas «Memorias», mañana, martes. l Un sacrificio grande.
«Al enviarme a Valdediós, tanto el abad general de la orden cisterciense, Policarpo Zakar, como el cardenal Martínez Somalo me dijeron que eran conscientes de que me pedían un sacrificio, pero que era un bien para la iglesia y para la orden. Yo creí que tenía que aceptar. Había quien me decía que no fuera tonto, que no aceptara porque se trataba de un riesgo. Recuerdo que en aquel momento conocía a una persona que ocupaba un cargo importante en el Vaticano y que me conocía bien. Le comenté: "Conoce usted mi actuación en Roma, donde llevo ya 22 años, y ahora me ofrecen esta oportunidad que nadie sabe cómo va a terminar. ¿Qué le parece?". Y él me contestó: "El trabajo que usted hace en Roma, peor o mejor, lo puede hacer cualquiera, pero esta fundación, si no la hace usted, no la hará nadie". Aquella reflexión me crucificó. Era el subsecretario de la Congregación para los Religiosos, el padre Jesús Torres, claretiano, que vive aún. Era un sacrifico grande. Era dejar la enseñanza en el Pontificio Ateneo San Anselmo y dejar el trabajo en la congregación, justo cuando estaba a punto de ser nombrado "capoufficio" de la congregación como responsable del departamento de lenguas española y portuguesa. Renuncié a todo ello para venir aquí».
Los primeros monjes y los monjes de Poblet. «Y vine a Valdediós con el padre Massimo, que acababa de ser ordenado sacerdote en Casamari y había sido alumno mío en San Anselmo. Al comienzo, también estuvo con nosotros dos, ayudando ocho meses, un monje del monasterio de Lerins, Francia. Después, vienen los monjes de Poblet, Tarragona, en septiembre de 1993. Estos monjes, dentro de la comunidad de Valdediós, mantuvieron su forma de ser y prácticamente en la comunidad había dos grupos, lo cual es fatal para una comunidad religiosa. Por lo tanto, los que intentaban ingresar en el monasterio se daban cuenta de que la cosa no podía cuajar y acababan saliendo. Los monjes que vinieron de Poblet eran personas que llevaban su ritmo y la comunidad llevaba otro. Es difícil precisar lo que sucedía; no es que hubiese cosas gravísimas, pero había una manera de ser distinta».
Las exclaustraciones.
«Las exclaustraciones de 1999 son la etapa más dura de Valdediós. Cuando yo me di cuenta de cómo estaba el ambiente, informé a la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada. Siempre he informado a la congregación de cómo iban las cosas en Valdediós. No siempre se me ha hecho caso y a veces se han interpretado de manera inexacta mis indicaciones. Al final, en 1999, el cardenal Martínez Somalo decidió que sí, que tuviera lugar la visita canónica para poner orden en Valdediós. El resultado es que dos monjes de Poblet salieron por imposición y otro quiso salir con ellos. En 1995 ingresó Lawrence Curran; él era organista y profesor de inglés en dos universidades romanas y nos conocíamos. Ingresó para quedarse aquí, hasta el presente».
De «parador» a monasterio.
«Cuando llegamos en 1992, en Asturias y en la diócesis nos acogieron bien. Los primeros catorce meses estuvimos en lo que hoy es la hospedería externa, en las camarillas que había en lo que después ha sido el comedor. Nos trasladamos al monasterio en septiembre de 1993 y a partir de entonces se fue recuperando poco a poco. Pero tuve que luchar mucho, porque la escuela-taller que estaba realizando la restauración seguía los criterios de los arquitectos que habían escogido, pero que no tenían idea de lo que era un monasterio. Más bien querían hacer una especie de parador y yo tuve que luchar para mantener las cosas a un nivel más aceptable para una comunidad monástica. Encontré buena aceptación tanto por parte de don Gabino Díaz Merchán como de Pepito, José Gabriel García, el ecónomo diocesano. Hubo que corregir el enfoque de la restauración, porque quienes la realizaban tenían sus ideas, algo así como restaurar el monasterio con los monjes reducidos a un rincón, y yo dije que así no iba a ser».
Dividir el monasterio en dos mitades. «Era el año 1994 y había sido nombrada consejera de Cultura del Principado Amelia Valcárcel. Vino aquí y me expuso que el Principado tenía derecho a la mitad del monasterio y que escogiera yo qué parte quería. Le dije que yo lo tenía muy claro: o que todo el monasterio era para los monjes o que los monjes nos marchábamos, ya que dividir no podía aceptarlo. Hubo entonces un año de discusiones entre las autoridades del Principado, el Arzobispado y los monjes. Querían la mitad del monasterio para sus usos porque decían que con la inversión que habían hecho tenían derecho a ello. Finalmente, se aceptó que el monasterio fuera para los monjes y se firmaron los convenios sobre las prestaciones que la comunidad tenía que ofrecer al Principado, que hemos cumplido. En este sentido, la idea no era cerrar el monasterio a los asturianos, sino organizarlo de tal manera que pudiera prestar unos servicios a la comunidad asturiana. Teníamos mucho interés en las hospederías, en el salón de actos, en la biblioteca..., que la gente pudiera visitar el monasterio. Nunca hemos intentado cerrarlo a cal y canto».
Los monjes de Valdediós reciben la orden vaticana de desalojo del monasterio
El ecónomo del Arzobispado, José Ramón Garcés, ofrece un «plazo razonable» para la marcha de los religiosos cistercienses
Valdediós (Villaviciosa), V. G. CALLEJA
El ecónomo del Arzobispado, José Ramón Garcés, ofrece un «plazo razonable» para la marcha de los religiosos cistercienses
Valdediós (Villaviciosa), V. G. CALLEJA
Ya es oficial y por escrito. La comunidad cisterciense asentada en el emblemático monasterio de Valdediós, en Villaviciosa, deberá abandonar el complejo monacal en los próximos días.
Los tres monjes que aún permanecen en el cenobio recibieron ayer el decreto de disolución del priorato conventual, firmado el pasado 26 de enero por la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada, del Vaticano. El encargado de hacer llegar el documento de desalojo a los monjes fue el ecónomo del Arzobispado de Oviedo, José Ramón Garcés, quien almorzó con la comunidad cisterciense para abordar el calendario de la marcha del Císter. Según confirmó Garcés, el documento fue recibido el pasado jueves en la sede del Arzobispado de Oviedo. El Vaticano envió un fax con el decreto a la Iglesia asturiana, con el fin de que trasladaran ese escrito a los monjes. A partir de ahora, el prior Jorge Gibert y los padres Massimo y Lawrence tendrán que hacer las maletas para incorporarse a sus nuevos destinos. No obstante, el ecónomo del Arzobispado destacó que la salida de los monjes no será precipitada. «Será en un plazo razonable», afirmó ayer a la puerta de la iglesia del monasterio, si bien rehusó precisar las fechas concretas.
En todo caso, parece que la marcha de los religiosos será escalonada. Estaba previsto que el prior Jorge Gibert se integre en la abadía de Viaceli, en Cóbreces (Cantabria), mientras que Massimo Marianella volverá al monasterio italiano de Casamari. El padre Lawrence Curran acudirá al monasterio de Santa María de Sobrado, en Sobrado dos Monxes (La Coruña).
«No se puede echar toda la culpa a don Carlos»
«El arzobispo Osoro ha coincidido en el deseo de cerrar Valdediós con el abad general del Císter, dom Mauro Esteva, siempre contrario a este monasterio»Jorge gibert tarruell Monje de la orden cisterciense y prior del monasterio de valdediós durante 16 años, desde 1992 hasta su actual supresión
Jorge Gibert Tarruell relata a LA NUEVA ESPAÑA, en esta tercera y última entrega de sus «Memorias», las vicisitudes del monasterio de Valdediós durante los últimos dos años, en la etapa previa a su cierre.
«El arzobispo Osoro ha coincidido en el deseo de cerrar Valdediós con el abad general del Císter, dom Mauro Esteva, siempre contrario a este monasterio»Jorge gibert tarruell Monje de la orden cisterciense y prior del monasterio de valdediós durante 16 años, desde 1992 hasta su actual supresión
Jorge Gibert Tarruell relata a LA NUEVA ESPAÑA, en esta tercera y última entrega de sus «Memorias», las vicisitudes del monasterio de Valdediós durante los últimos dos años, en la etapa previa a su cierre.
Gijón
Jorge Gibert Tarruell, monje cisterciense de 77 años y prior del monasterio de Valdediós desde 1992 hasta el presente, sostiene que «no se puede echar toda la culpa a don Carlos Osoro», ex arzobispo de Oviedo, del cierre de Valdediós. Durante estos últimos años, Gibert solicitó a la Orden Trapense -del mismo tronco benedictino que el Císter- que se hiciera cargo de Valdediós. El destino del cenobio será en breve el de acoger a la Comunidad de San Juan, la congregación religiosa señalada por el arzobispo Carlos Osoro.
Contactos con los trapenses. «Cada año he enviado un informe a la Santa Sede sobre cómo estaban las cosas. Había personas que pedían entrar, pasaban un tiempo aquí y acababan saliendo. Yo informaba a la Santa Sede exponiendo las razones de ello, pero no se me hizo caso cuando yo proponía soluciones. De parte de la Orden Cisterciense no recibíamos ningún tipo de ayuda. Entonces fue cuando empezamos a tener contactos con los trapenses, para ver si ellos podían ayudarnos. Pero, claro, a ellos ayudar a un monasterio que no era de su orden les creaba problemas. En el año 2006, en una reunión de vicarios, el arzobispo Carlos Osoro les comunicó que había encontrado una comunidad, la de San Juan, para sustituir a los cistercienses. Le escribí diciéndole que me sabía mal que informase a los vicarios de una cuestión tan delicada sin decirme nada a mí. Él me dijo que no había dicho tal cosa».
Bloqueo de la Santa Sede.
«El año 2007, la Congregación del Vaticano para los Institutos de Vida Consagrada me comunicó que el abad general actual, dom Mauro Esteva, había pedido a la Santa Sede, y obtenido, que la Congregación -o provincia religiosa- de Castilla, a la que pertenecía Valdediós, dejase de ser una congregación mixta y se convirtiera en una congregación femenina, sólo formada por los monasterios cistercienses de monjas. Por tanto, Valdediós quedaba fuera. Yo protesté ante el Vaticano y me contestaron que, si quería buscar ayuda en otra familia monástica, podía hacerlo. Entonces fue cuando pedimos a los trapenses poder pasar a su orden. El abad general de la Trapa, dom Bernardo Olivera, aceptó nuestra idea, pero, cuando ya habían decidido discutir la cuestión en el capítulo general de los trapenses, la Santa Sede lo bloqueó e impidió que se hablara de la cuestión. Lo cual, ahora, visto desde lejos, me hace comprender que en aquel momento habían decidido ya cerrar Valdediós. Hay toda una serie de movimientos que no se dicen claramente, pero que iban en esta dirección. En el capítulo general de septiembre de 2008, la Orden Trapense tenía que hablar de esta cuestión de Valdediós, pero el Vaticano lo impidió. Yo recibo una carta fechada en Roma el 26 de enero de 2008 en la que el cardenal Rodé dice que este paso a los trapenses no se hará. Y los trapenses no pudieron tratar la cuestión».
Ayuda a los cistercienses franceses. «La Comunidad de San Juan, directamente, no la conozco. Sé que cuando ellos empezaron a existir eran oblatos del monasterio cisterciense de Lerins, en Francia. Ayudaban a los cistercienses de Francia y estaban muy unidos. Fue precisamente un día, comentando esto con don Carlos, cuando le dije: "Los miembros de San Juan ayudaron a los cistercienses de Francia; lástima que no hubiesen podido ayudarnos a nosotros". A partir de aquí fue cuando él conoció la Comunidad de San Juan, que no son monjes, sino religiosos de vida activa».
Aunando esfuerzos.
«La razón del cierre de Valdediós es que el abad general actual de la Orden Cisterciense, dom Mauro Esteva, siempre ha sido contrario a Valdediós. Cuando era abad de Poblet no quería esta fundación, y como abad general nunca nos ha ayudado. Ha venido tres veces a visitar el monasterio y siempre ha preguntado cuándo cerramos. Siempre ha tenido la idea de que Valdediós tenía que desaparecer. Cuando se ha encontrado con don Carlos, han aunado esfuerzos. No se puede echar toda la culpa a don Carlos, sino que don Carlos y el abad general han coincidido en el deseo de cerrar Valdediós».
Un futuro estable.
«Lo que yo deseaba, en lugar del cierre, era, con la ayuda de los trapenses, continuar recibiendo monjes aquí, y creciendo la comunidad, y asegurándole un futuro estable. Todo ello dado que la Orden Cisterciense no ha querido ayudarnos y los trapenses estaban dispuestos a estudiarlo. Cómo ha sucedido esto entre hermanos de orden religiosa, y en la Iglesia, es un misterio; no se entiende que puedan pasar cosas así».
Meditación y destino a Cóbreces.
«He intentado aceptar esta situación desde el punto de vista de la fe. Estos días he meditado sobre todo dos páginas de la Escritura. La primera es el sacrificio de Abraham, cuando le piden que sacrifique a su hijo. Yo he tenido que sacrificar la obra de los 16 años que llevo aquí, en Valdediós. Pero también me ha dado fuerza aquella página de la viña de Nabot, cuando el rey de Israel calumnia y hace apedrear a Nabot para quedarse con su viña. Son pasajes de la Escritura que me invitan a saber que a veces hay cosas que no deberían suceder, pero que suceden, y hay que aceptarlas y verlas desde una perspectiva de fe. Me voy al monasterio trapense de Cóbreces, Cantabria, porque me ha abierto las puertas; voy allí a continuar mi vida monástica. No tengo por qué abandonar lo que he estado haciendo durante 58 años de monje».
Fama de duro.
«Dicen que soy duro y de temperamento fuerte. No sabría qué decir. He procurado siempre ser coherente conmigo mismo. Suelo contar una anécdota de cuando estaba en Roma y algunos domingos iba a ayudar a un amigo que tenía una parroquia fuera de la ciudad. Una mañana salía con el coche y un muchacho estaba haciendo autoestop en la carretera. Subió y empezó a preguntarme quién era, y cuando estaba ya para dejarle, me dice: "Usted me cuenta que es sacerdote, religioso, que celebra misa, que predica, que confiesa...; pero, sea sincero: en el fondo, en el fondo, ¿usted se cree todo eso?". Porque creer en lo que uno hace es sumamente importante. Mantenerme fiel a ello es lo que he intentado hacer durante toda mi vida; ir en la misma línea, sin ceder ni a derecha ni a izquierda. Quizá por eso dicen que soy duro».
Abandonos de la comunidad.
«Los momentos más amargos de estos años en Valdediós fueron, sobre todo, cada vez que alguien salió de la comunidad, porque me daba cuenta de que ello iba restando la posibilidad de que la cosa creciera. He intentado ayudar a las personas que han pasado por aquí, pero llega un momento en el que no puedes hacer nada. Se han interesado por entrar en Valdediós, a lo largo de estos 16 años, alrededor de 140 o 150 personas, pero entrar, entrar, habrán probado de 12 a 15, que han sido postulantes, novicios, han hecho profesión, etcétera. Pero no han cuajado, no han encontrado aquí el ambiente, el grupo que hubiese podido formarlos, y esto me ha hecho sufrir bastante. No podía hacer más. He tenido que hacer de todo en estos años; más no he podido. Me he ocupado de la comunidad, de la restauración del edificio, de las relaciones con el exterior...».
Aceptación final.
«En una carta que envié a la Santa Sede decía: "Haciendo memoria de estos años pasados, quiero recordar que en 1992, y obedeciendo las indicaciones del cardenal Eduardo Martínez Somalo, prefecto de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada, y del padre Policarpo Zakar, abad general de la Orden Cisterciense, abandoné mi trabajo en la Congregación del Culto Divino y la enseñanza en el Pontificio Instituto Litúrgico de San Anselmo para trasladarme a Valdediós e iniciar el trabajo de su restauración, al que he dedica estos últimos 16 años. Personalmente, yo no tenía ninguna necesidad de hacer aquella fundación y si acepté hacerlo fue porque tanto el señor cardenal como el abad general me aseguraban que era un servicio a la Iglesia y a la orden. Ahora parece que todo lo que he hecho en estos años ha sido un capricho mío, cuando lo he hecho intentando obedecer a mis legítimos superiores". Escribí estas líneas porque, últimamente, las cartas que he recibido del Vaticano eran de una dureza impresionante. Me he quedado realmente sorprendido de esta frialdad con la que me han tratado a mí y a los asuntos de Valdediós. No entiendo por qué han actuado así, pero hay que aceptarlo».El monje cisterciense Jorge Gibert llegó al monasterio de Valdediós, para su refundación, el 29 de julio de 1992, junto al también monje italiano Massimo Marianella. En la fotografía, Gibert recibe la visita de Javier Gómez Cuesta, entonces vicario general de la diócesis, en abril de 1993.
Los monjes de Valdediós tienen de plazo hasta el día 28 para dejar el monasterio
Gijón, J. M.
Gijón, J. M.
Los tres monjes del monasterio cisterciense de Valdediós -el prior, Jorge Gibert, junto a Massimo Marianella y Lawrence Curran- dispondrán de plazo hasta el día 28 de febrero para dejar el cenobio de Villaviciosa. El pasado domingo, día 8, el ecónomo diocesano, José Ramón Garcés, comunicó a los monjes el decreto de la Santa Sede, del 26 de enero, por el que se suprimía el priorato conventual de Valdediós. Ayer, el ecónomo volvió al monasterio para concretar dicha fecha límite, ya que los monjes pidieron precisión sobre sus plazos tras recibir el citado decreto.
El arzobispo Carlos Osoro, que ayer mismo emprendía viaje a Roma -donde permanecerá durante una semana, en visita al Papa Benedicto XVI y a varios dicasterios de la curia-, fijó dicha fecha, y Garcés fue nuevamente el encargado de comunicarla.
Los tres miembros de la comunidad de San Juan, la congregación religiosa que sustituye al Císter, llegarán al monasterio maliayo inmediatamente después, o incluso durante este plazo dado a los monjes, con la idea de que el inmueble de la parroquia de Puelles no permanezca vacío ni una sola jornada.
(continuará, seguro)
textos sacados y pubicados por La Nueva España.
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