Apreciados Hermanos en Cristo, éste breve escrito es para aquellos que se han prostituido en la ambición que es una pasión que atormenta a la mayor parte de los hombres y que les inclina a elevarse más de lo que merecen, pues el ambicioso no está contento con el lugar que ocupa, quisiera a cada instante subir más y más sin importarle el riesgo que ello comporta, pues no examina los medios con los cuales quiere elevarse, todo le parece bueno, por injusto que sea, con tal de que ayude a su ambición, todos los pasos y acciones que le ayuden a subir le parecen rectos, solo mira hacia el final de su camino, sin fijarse en la senda que toma ni en si es difícil o tortuosa. La ambición es un ídolo a quien lo sacrifica todo, el derecho y las leyes, o mejor dicho; no juzga que hay para él otras leyes que las que dicta su pasión. En vano la razón, la naturaleza, la amistad y la gratitud le recuerdan su obligación, por que no las oye, embebido en oír el grito de su ambición.
¿A cuantos ambiciosos les ha sucedido que han paso por encima de sus amigos y familiares con tal de conseguir sus propósitos, incluso sirviéndose de ellos? A ellos les dedico estas palabras de Nuestro Señor: "¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que cierran a los hombres el Reino de los Cielos! Ni entran ustedes, ni dejan entrar a los que quisieran. ¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que recorren mar y tierra para conseguir un prosélito, y cuando lo han conseguido lo hacen dos veces más digno de la Gehena que ustedes! ¡Ay de ustedes, guías, ciegos, que dicen: 'Si se jura por el santuario, el juramento no vale; pero si se jura por el oro del santuario, entonces sí que vale'! ¡Insensatos y ciegos! ¿Qué es más importante: el oro o el santuario que hace sagrado el oro? Ustedes dicen también: 'Si se jura por el altar, el juramento no vale, pero vale si se jura por la ofrenda que está sobre el altar'. ¡Ciegos! ¿Qué es más importante, la ofrenda o el altar que hace sagrada esa ofrenda? Ahora bien, jurar por el altar, es jurar por él y por todo lo que está sobre él. Jurar por el santuario, es jurar por él y por aquel que lo habita. Jurar por el cielo, es jurar por el trono de Dios y por aquel que está sentado en él.
Recordad que un hijo de Dios jamás se deja corromper por este tipo de faltas, muy al contrario, practica la humildad, la caridad y la austeridad y se siente bien entre ellas, cuanto más así debe sentirse un Soldado de la Blanca Milicia de Cristo quien no solo debe buscar estos dones, sino que por su condición está obligado a encontrarlos para merecer ser un verdadero Soldado de Dios. Si la ambición os corrompe, lejos estáis de ser un verdadero hijo de Dios, pero aún más lejos estáis de ser un Caballero de su Blanca Milicia pues esa falta que os prostituye, que os hace ser falsos e hipócritas, que os hace vender a vuestros propios hermanos con tal de conseguir vuestros propósitos no es propia de un seguidor de Cristo. No os engañéis más, si no seguís a Cristo pensad a quien seguís pues, pensad de quien sois hijos...
Non Nobis
Fr.+ J.M.Nicolau