El Señor es mi pastor, nada me falta.
En prados de hierba fresca me hace reposar,
me conduce junto a fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas.
Me guía por el camino justo,
haciendo honor a su Nombre.
Aunque pase por un valle tenebroso,
ningún mal temeré,
porque Tú estás conmigo.
Tu vara y tu cayado me dan seguridad.
Me preparas un banquete
en frente de mis enemigos,
perfumas con ungüento mi cabeza
y mi copa rebosa.
Tu amor y tu bondad me acompañan
todos los días de mi vida;
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término.
Honremos la memoria de quien se afanó por sostener nuestra doctrina emanada dé la más pura fuente de virtud y a la que la humanidad debe episodios gloriosos de su historia. Morir profesando esta fe es el mayor consuelo para quien deja esta tierra de miserias, ante sí la cabal visión de cuanto pudo y debió hacer en su paso por el mundo. Para el Templario, la muerte no es el fin, es el paso de la vida material a la vida en un mundo mejor para recibir el premio que la Justicia Divina reserva a quien cumple con su lote de trabajo. Para el Templario la muerte es la Verdad, su imagen no lo arremete ni desalienta. Siendo el Espíritu inmortal, no desaparece el recuerdo del bien que practicó ni la obra que hizo, aunque su cuerpo desaparezca. Nuestro hermano ha desaparecido corporalmente, pero siempre estará presente en nuestro corazón. Humillémonos, hermanos, ante la Omnipotencia Divina.
¡Oh Dios!, Tú que das la vida y la muerte y amas al humilde, escucha la plegaria de quienes luchan por los principios de la Libertad, Igualdad y Fraternidad, danos la fuerza necesaria para terminar estas jornadas de luto. Que nuestro querido +Hermano, con Tu Protección, goce eternamente en las Filas Templarias que han ido formándose con los espíritus de los +Hermanos que le precedieron y que marcharon antes que él al Reino de la Luz.
¡Omnipotente y Padre Soberano! ¡Dios de Clemencia y Misericordia!, concede Tu Bondad infinita a la débil criatura que, contrita y arrepentida, se postra ante Ti. Recíbela con indulgencia, olvida sus flaquezas, disimula sus errores, perdona sus faltas. Ayúdala y protégela en este Supremo Instante y ampárala en Tu Divina Gracia. ¡Señor! postrados en el Santuario de la Virtud, reconocemos Tu Omnipotencia e imploramos Tu Gracia para quien dedicó sus esfuerzos a la Orden del Temple para mayor Gloria Tuya. Escucha esta plegaria y concédenos el favor que alienta nuestra esperanza.
En la tumba todos somos iguales. Sólo las buenas acciones, los grandes sacrificios y la práctica de la virtud, nos sobreviven como recompensa al esfuerzo y al dolor, que el Baussantte entregado a su viuda sea el emblema de nuestra Fe en la Vida Eterna, la Ofrenda Fraterna que simbolice del amigo noble, ciudadano bueno, +Hermano Templario, a quien sus hermanos, hoy consternados por su ausencia, confían en volver a encontrar en el más allá y gozar de la Gracia del Padre.
¡Adiós querido +Hermano! en nombre de toda la fraternidad de la Blanca Milicia de Cristo, ¡Adiós!