El antaño monasterio de San Francisco de Guadalajara, hoy conocido como el Fuerte, posee una de las mayores joyas del Barroco de la ciudad. Se trata del panteón ducal de Los Mendoza que puede visitarse desde hace un mes.
El panteón de los Mendoza abrió al público, con gran afluencia de visitantes, el pasado 1 de abril. EL DÍA
Uno de los monumentos más desconocidos de la ciudad de Guadalajara es, sin duda el complejo arquitectónico del Fuerte de San Francisco. Desde que se abriera una parte del recinto al público hace 11 años, uno de los rincones recónditos del mismo, el panteón ducal de los Mendoza, llevaba esperando a ser rehabilitado para uso y disfrute de los arriacenses.
Antes de convertirse en el archiconocido Fuerte de San Francisco, este recinto fue un monasterio medieval. Según los escritos del cronista del siglo XVII Fray Pedro de Salazar, fue la reina Berenguela de Castilla, quien pasaba largas estancias en la ciudad, la que mandó construir un monasterio en la villa de Guadalajara para los monjes y caballeros de la Orden del Temple hasta la supresión de esta orden por el papa Clemente
No es hasta el primer tercio del siglo XIV cuando este recinto religioso pasa a formar parte de la orden franciscana, la que hasta la fecha, todavía le sigue dando su nombre.
El incendio de 1395 fue un punto de inflexión para este edificio, que ya estaba bajo la influencia de la familia de Los Mendoza. De hecho, la política de mecenazgo que llevaron a cabo, entre otros, el Marqués de Santillana y Pedro González de Mendoza fue decisiva para muchos monumentos y edificaciones de la época.
Pedro González de Mendoza fue el encargado de las obras finales de la iglesia a finales del siglo XV. Este templo gótico, el más amplio de toda la ciudad, tiene una nave de seis tramos y capillas laterales en los contrafuertes. De hecho, la siguiente fase de reconstrucción del recinto del Fuerte, tras la rehabilitación de la capilla, se enfocará en esta iglesia.
Un siglo más tarde, Ana de Mendoza será la encargada de la construcción del claustro del templo que dovía sigue en pie y de la realización de un panteón subterráneo bajo la iglesia. Dicha construcción se realizó entre los años 1628 y 1633.
Como la cripta de El Escorial
Don Juan de Dios de Mendoza y Silva mandó encargar a Felipe Sánchez a finales del siglo XVII las obras del mausoleo mendocino inspirado en el panteón de los Reyes de El Escorial de Juan Bautista Crescenzi. Para la ejecución de esta magna obra se necesitó la demolición de la anterior cripta, además de la construcción de una nueva escalera de acceso y la apertura de huecos que iluminaran las estancias.
La planta es verdadera y original. Consiste en una elipse transversal con contraposición de eje longitudinal marcado desde la entrada al altar mayor. El espacio se dilata lateralmente, mientras que la visión se concentra en el fondo de luz sobre el altar. Tras la rehabilitación del panteón, se pueden percibir los mármoles rosáceos, grises, negros y jaspes rojizos.
La invasión napoleónica
En el año 1808, tras la invasión de los ejércitos del emperador francés Napoleón, el monasterio se convirtió para las fuerzas ocupantes en el centro militar estratégico en Guadalajara. En esos años, la cripta fue profanada por los militares franceses, que destruyen los sarcófagos de mármol.
Tras ese periodo castrense, transcurrirán otros dos siglos de historia militar convirtiéndose en el Fuerte de San Francisco hasta comienzos del año 2000 que volverá a ser un edificio de titularidad municipal.
@M. J. E, (Guadalajara, España)/El Día Digital.es