Es lo de siempre, Aragón se deja expoliar su patrimonio y luego hay que ir al rescate del mismo por parte del estado español, pero no todo. El expolio y las profanaciones de Belver de los Horrores continuan sin solución. Los muertos en el vertedero, lo que sacaron de la Iglesia sabe Dios donde habrá ido a parar de la mano de los bancarios, políticos, etc. que participaron en el reparto. Para eso no hay justica del estado español, para eso no hay justicia eclesial, para eso no hay justicia de ningún tipo, para eso no hay vergüenza. Ya hablaremos de las repercusiones que en el extranjero están ocasionando la dejadez y la desidia del estado español, con el monarca a la cabeza, en el caso de Belver de los Horrores. Ya les subiremos las peticiones de justicia internacionales que están llegando al presidente del gobierno a través de sus embajadas. Ahora lean la noticia escrita por E. PUÉRTOLAS para EL HERALDO. Huesca.
La pieza del XII, que se subastó ayer en Barcelona, procede del panteón del monasterio de Santa Cruz de la Serós.
El sepulcro, que se subastó ayer en Barcelona, data de principios del siglo XII..SALA BALCLIS
El Ministerio de Cultura ha comprado por 65.000 euros para el Museo de Huesca un sepulcro del panteón real femenino del monasterio benedictino de Santa Cruz de la Serós. La pieza, que estaba en manos de un coleccionista particular, está datada a principios del siglo XII y en ella pudieron reposar los restos de una de las dos hermanas de Doña Sancha, todas hijas del rey Ramiro I. El Estado ejerció el derecho de tanteo y retracto en una subasta, celebrada ayer en Barcelona, para recuperar una pieza que forma parte de la historia medieval aragonesa y devolverla a su lugar de origen.
Aunque se esperaba que fuera el Gobierno de Aragón quien pudiera adquirir esta pieza subastada en la sala Balclis de la capital catalana, finalmente el Estado ha querido conservar directamente el sepulcro que pasará a engrosar los fondos del Museo de Huesca. El precio de adquisición corresponde al de salida, por el que pujó el único comprador particular interesado. Por vía telefónica, el estado ejerció el derecho de retracto para tener preferencia en la adquisición siempre por el mismo precio de adjudicación. Según informan desde la sala Balclis, además del coleccionista español había otro extranjero interesado en esta obra tallada en piedra caliza, pero por tratarse de un bien patrimonial se determinó previamente que la pieza no podía salir de España.
Según constaba en el catálogo de la subasta, esta obra, atribuida a un escultor anónimo del Languedoc francés (Toulouse o Moissac) que estuvo activo en Jaca o Santa Cruz de la Serós hacia el año 1100, procede de la comunidad benedictina que tuvo su sede en esta última localidad y que se trasladó a la capital jacetana en 1555. Siempre según esta fuente, «está globalmente registrado que las monjas vendieron obras de arte en los años 40 para asegurar su simple sustento», por lo que parece probable que fuera en este contexto «donde la adquiriría Moragas, que además de coleccionista y conservador del Palacio de la Diputación (hoy de la Generalitat) era anticuario». Así, la pieza «pasó la posguerra española en el palacio Fivaller de Barcelona», sede de la colección Moragas.
Pero tras su enajenación, se relata en el catálogo, «se había perdido el recuerdo de su procedencia», aunque esta quedó acreditada en el 'Catálogo Monumental de España. Provincia de Huesca». Posteriormente, y «dada su importancia», se informó para su inclusión en el trabajo 'El Arte Aragonés fuera de Aragón. Un patrimonio disperso', elaborado por el Gobierno de Aragón, por lo que su pista no llegó a perderse.
Respecto a qué restos albergó este sepulcro, al que le falta la tapa, se baraja que pudieran ser los de una niña de 3 o 4 años por su pequeño tamaño (37,5x105x50 centímetros), si bien «hay un elemento que indica que, seguramente, no es un sarcófago» sino un osario, ya que no tiene esculpida en su interior la curva para la cabeza, tal y como solía ocurrir en el medievo.
Se cree que correspondió a una de las dos hermanas de Sancha, enterradas en la misma capilla. Una era Urraca, «que al parecer vivió únicamente en la zona y murió en el monasterio»; y la otra, Teresa, «probablemente condesa de Provenza y, por lo tanto verosímilmente muerta en sus nuevos estados y trasladada en cenizas al panteón de sus dos hermanas». Al llevarse el sepulcro de Sancha a Jaca en 1622, se introdujeron en él los huesos de los otros dos, según se sabe.
La obra adquirida por el Estado está decorada solo en una de las caras largas con tres medallones, cada uno con una pareja de grifos (monstruos medievales) y se considera que «es testigo histórico del final de la etapa exclusivamente pirenaica del primitivo Reino de Aragón, con capital y obispado jaqueses», antes de comenzar su expansión, de mano de los reyes Pedro I y Alfonso I, sobrinos de las infantas del panteón de Santa Cruz.
Por otro lado, entre las piezas subastadas ayer también se encontraba una Virgen con el niño y San Juanito, obra del escultor Damián Forment, que trabajó tanto en la basílica del Pilar como en la catedral de Huesca, así como en otras Comunidades. En este caso, también fue el Estado el que ejerció el derecho de tanteo y retracto sobre una pieza que se adjudicó por los 10.000 euros del precio de salida. En este caso, se desconoce su destino.