Si analizamos la fauna que anda suelta por ahí vacilando de ser, no ya Templario, sino Supertemplario, Templario Man, el superhéroe, veremos que no hay nada peor que ser un acomplejado. No un acomplejado por sufrir algun tipo de disfunción física, lo que no les haría peligrosos, de los que hablamos si son peligrosos, porque por fuerza, por sus reaños, tienen que hacerse sentir superiores a los demás sin importar el precio. Son, y ustedes perdonen el improperio, los gilipoyas de turno, sin dignidad alguna a los que no les importa trepar pisando a quien tengan que pisar, los que, para lograrlo, se fabrican un currículum que ya quisieran muchos. Se suelen acompañar de tarjetas en forma de trípticos en los que quepan todos sus falsos títulos de nobleza y sus reconocimientos de falsas casas reales, al tiempo que de un carrito o carretilla donde llevar toda la chatarrería o medallero que no les cabe en el pecho y que no les dejaría andar de llevarlo en un saco a la espalda.
Suelen acompañarse de mindundis como ellos, pero con la autoestima más baja, y que obedecen lo que dice nuestro acomplejado sin rechistar, porque si cae el acomplejado principal, que será de ellos, piensan. Lo necesitan como el novillo al buey, al cabestro, ahora que estamos en San Fermín, para sentirse seguro.
Suelen ir también acompañados por "el ilustrado", que es el listo de turno que ve que al lado del Acomplejado puede sacar tajada en su profesión, sea esta cual sea, pues el Acomplejado nunca dejará de meterse en líos al carecer del sentido del ridículo y de la más elemental decencia, virtudes que deja escondidas tras los kilos de medallas que ostenta y bajo el peso de la titulitis de la que adolece.
Lo curioso es que no se le puede contradecir, no se le puede contrariar, pues soberbio como es al ser de natural acomplejado, suele hacer estragos entre su gente al exigir a los demás lo que él nunca sería capaz de hacer, ya que precisamente se aupa sobre el trabajo de los demás, haciéndolo parecer suyo. Es otra de sus características, y se les conoce por sus pataletas y rabietas cuando algo no le sale bien, pues otro de los problemas de nuestro acomplejado es que suele creerse sus propias mentiras, de tal manera que en un momento dado abandonará su complejo en el subconsciente para mostrarse como pollito disfrazado de pavo real con todos sus ropajes, medallas y diplomas, colgando de la carretilla que le llevará una de sus necesarias sombras, desplegados.
Una vez creado el personaje, se tira a la piscina, y ya en ella no duda en crear una organización paralela a aquella de donde salió, donde reina, (esa es la palabra), reina en sus sueños imposibles e inventados, pavoneándose en la red hasta que sale de ella, que le cuesta, pues en persona pierde mucho y todo el mundo se da cuenta que realmente el pavo real no es más que el gilipoyas, con perdón, del que hablamos al principio, que las medallas son de papel de aluminio y los títulos poco más que papel de inodoro, pero mientras tanto, cuanto daño hacen a la orden de la que partieron y cuantas ilusiones rotas en ese camino de babas y lodo por el que transitan.
NND, FTAT, +Anselmo de Crespi